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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



CIELO 1/2 - HAMED, AMIR -


Fragmentos a su imán

Silvia Guerra

No es el hecho, no es la historia ni la acumulación, es la manera. Es el ojo de vuelta que las mira como se miran las bestias pastando en pradera bajo la nebulosa de la lluvia, de pronto fabulosas, como seres míticos baja esa lluvia fina.  Es oído que cata “martillos turbinas, ladrido chubasco”:  algo traslúcido y brillante, convoca al más allá. Algo que empieza.

Una condensación, un espacio abrumado, encimado, una torre, un laberinto, un campo abierto por el que fugan las líneas de la luz. El tiempo se vuelca sobre si: y empieza desde el cero. Esto es Cielo 1/2.

Pasan las culturas, pasan los dioses y los héroes, pasa la vida del que narra, pasan los amigos como han pasado los héroes y los dioses. Porque esos amigos son estos héroes y/o estos dioses, porque un pie deshecho es una manera de torcer el mundo hacia ese lado que va a ser el propio, porque si una cara estalla será porque la ira condensada estaba abajo, o el repudio, o el asco. Porque el viaje es este y asciende al todo que lo ocupa, el viaje de la historia está en el ojo, y es el ojo que cata entre pestañas toda la historia que si fuera el ala de una mosca podría verse de canto.

Dialoga entre sí y desde esa transversalidad del corte, desde ese ojo de mosca facetado que ve la misma cosa desde todos los puntos, dibuja: en ese desde. Dibuja la faceta, dibuja en la niñez, dibuja la inocencia de un niño que distingue, que aprecia. Entonces el aprecio va tomando sus pesos va tomando sus puestos y habla del dolor, de la belleza con que se mira de repente ese todo del tiempo conjugado, ese todo que junto se aglutina.

Algunas veces, algunas pocas veces, el tiempo se aglutina. Se junta o se condensa. Es un espacio en el que todo está a la vez vibrando, percutiendo en esa parte del oído que hace que las cosas suenen como son a uno mismo, como son a sí mismas. Eso que algunos han llamado instantes privilegiados, ese momento en que se recobra algo, la infancia en la galleta humedecida, el pasado en el tropiezo de la calle. Ser en ese instante devuelta ese otro ser que fuimos, recobrar en el tiempo algo inmenso, algo que tiene que ver con ese mismo tiempo en devenir como si fuera entero como si de pronto viéramos la red absorta y transparente que sostiene y gotea, la red que más resiste.

Esquirlas de otras cosas, restos de un pasado no antiguo sino remoto,  que por remoto trae reminiscencias, mueve a las voces, constituye.  Y las voces que mueve son lenguas que se entrecruzan y se mezclan, son pedazos en la reminiscencia y en el ansia.  

En ese otro libro que hay para definir las palabras que se llama diccionario, dice de Álbum:  “libro en blanco o conjunto de hojas encuadernadas, generalmente con pastas decoradas, cuyas hojas se llenan con breves composiciones literarias, sentencias, piezas de música, firmas, sellos,   también puede estar destinado para colocar en sus hojas fotografías, acuarelas, grabados, etc.”.

Y entonces Cielo 1/2 se construye como un blanco “en el que irrumpen mitologías exorbitadas fragmentos dispersos de civilizaciones” -como dice Espinosa en la contratapa-  apuntes, reflexiones, dibujos,  pensamientos, crónicas, que son convocadas a ese imán que las llama.  Esa idea de Lezama cuando llama “fragmentos a su imán” esa visión de partículas, limaduras de un metal tanto brillante como opaco, que atraídos por el polo hacia él vuelan, se arraciman , trae a cuenta de este trabajo fragmentado en el que convergen  “el diario de viaje, el diario personal y el libro de memorias, el análisis de los mitos y las letras de sus propias canciones” que tan bien dice en la contrasolapa Sandra López Desivo; partes que se unen y articulan, que se van encastrando y sumando, que  Amir ha dado en llamar álbum por el procedimiento de escritura al que ha llegado y la propuesta de lectura que da.

No es el hecho, no es la historia ni la acumulación, es la manera. Es el ojo de vuelta que las mira como se miran las bestias pastando en pradera bajo la nebulosa de la lluvia, de pronto fabulosas, como seres míticos baja esa lluvia fina.  

Es oído que cata “martillos turbinas, ladrido chubasco”:  algo traslúcido y brillante, convoca al más allá. Algo que empieza.

Algo, que aparece radiante sobre el mundo.
 

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