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ISSN 1688-1672

 





DEUDA ECOLÓGICA -


Deuda ecológica: ¿quién debe a quién?*

Guía del Mundo

La Deuda ecológica cuenta con cuatro componentes: la deuda del carbono, adquirida por los países industrializados con motivo de su desproporcionada contaminación de la atmósfera mediante la emanación de gases de efecto invernadero; la biopiratería; los pasivos ambientales; el transporte de residuos tóxicos, originados en países del Norte y depositados en países del Sur, actividad prohibida bajo la Convención de Basilea

Deuda ecológica: ¿quién debe a quién?

Ya hace algún tiempo que se contraponen la Deuda externa y Deuda ecológica. El concepto de Deuda ecológica engloba los impactos sociales y ambientales generados principalmente en los países del Sur, y la explotación intensiva de recursos naturales para sostener formas de producción y consumo en los países del Norte.

Si bien, como concepto, el de Deuda ecológica es relativamente nuevo, se trata de un fenómeno que habría comenzado en la época de la colonización, en el siglo XVI, y que sirvió como motor de la Revolución industrial. Para los principales proponentes de la Deuda ecológica (distintas organizaciones internacionales de activistas medioambientales), la misma es una obligación y responsabilidad histórica que tienen los países del Norte con los del Sur, por el saqueo y usufructo de bienes naturales.

El concepto se puede definir como la deuda contraída por los países enriquecidos a consecuencia de la usurpación continua de los recursos naturales de los países económicamente pobres, de un intercambio comercial desigual y del aprovechamiento casi exclusivo del espacio ambiental mundial como vertedero de residuos.

Uno de sus ejemplos más claros sería el cambio climático, fenómeno generado, en teoría, casi exclusivamente por los países industrializados del Norte, y padecido por todos los habitantes del planeta y en todas las regiones del mundo. La deforestación de extensas zonas de bosques y selvas de los países pobres a expensas del consumo de madera o productos cárnicos en los países del Norte es otro ejemplo.

Generalmente, las economías del Sur no tienen capacidad para imponer las mínimas restricciones ambientales o sociales, ya que necesitan de la inversión para aliviar la situación de pobreza en la que se encuentran.

El Sur como acreedor

La Deuda ecológica cuenta con cuatro componentes: la deuda del carbono, adquirida por los países industrializados con motivo de su desproporcionada contaminación de la atmósfera mediante la emanación de gases de efecto invernadero; la biopiratería (la apropiación intelectual con fines mercantiles de saberes y conocimientos locales e indígenas por parte de laboratorios de países industrializados, prohibida bajo el Protocolo de Cartagena); los pasivos ambientales (el conjunto de daños al entorno natural que provocan empresas transnacionales en sus actividades en países del Sur); el transporte de residuos tóxicos, originados en países del Norte y depositados en países del Sur, actividad prohibida bajo la Convención de Basilea.

La Deuda ecológica sirve como forma de reivindicación de los países del Sur, e intenta contrarrestar los efectos de la insostenible e impagable Deuda externa. Para los activistas, deberían ponerse ambas deudas en una balanza para concluir quién debe más a quién y cuál es el valor real de ambas. Aunque, paradójicamente, la Deuda ecológica es económicamente invaluable.

A comienzos del siglo XXI, el servicio de la deuda (cantidad de dinero que realmente desembolsa anualmente un país en concepto de amortización e intereses del capital prestado) de los países empobrecidos era de más de 2 billones de dólares. Esto representa la séptima parte de la deuda del carbono (más de 14,5 billones de dólares). Es por esto que muchos expertos afirman que el Sur continúa financiando el desarrollo del Norte. A decir de Joan Martínez Alier, catedrático de Economía e Historia Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona, la sostenibilidad ambiental global exige que los planes de ajuste estructural en el Sur se conviertan en planes de ajuste ambiental en el Norte.

FUENTES:
www.portaldelmedioambiente.com
Acción ecológica
Unidad de Economía Ambiental, Universidad del País Vasco
www.gloobal.info
Juan Carlos Galindo, Agencia de Información Solidaria
 

Datos:

Deuda del Carbono

Las desigualdades en las emisiones de carbono entre los países del Norte y el Sur son enormes. Un ciudadano estadounidense emite, promedialmente, 7 toneladas de carbono al año, mientras que un ciudadano de India apenas alcanza la media tonelada anual.

El gran consumo energético de los países del Norte se basa, casi exclusivamente, en la quema de combustibles fósiles que generan como residuos grandes emisiones de dióxido de carbono CO2, principal gas responsable del efecto invernadero y, por ende, del cambio climático. Esta contaminación tiene consecuencias globales, un gran número de expertos la posiciona como principal responsable del aumento de fenómenos naturales extremos (lluvias torrenciales, largos períodos de sequía, etc.), y afecta más a los países situados en los trópicos y con peores infraestructuras, como ocurre en el Sur, aunque su responsabilidad en la contaminación sea mínima.

Los impactos de los fenómenos naturales extremos se traducen en pérdida de vidas humanas y de cultivos agrícolas, destrucción de infraestructura vial y de viviendas. Debido a esto, y para prevenir y reconstruir estos daños, muchas veces los estados del Sur tienen que recurrir al endeudamiento externo. Por esto, se afirma que es una deuda que los países del Norte tienen con el Sur. La captación gratuita de gases con efecto invernadero de los países del Sur, con sus bosques y aguas de los océanos, debe ser considerada a la hora de hablar de deuda del carbono del Norte con el Sur.

FUENTES:
www.portaldelmedioambiente.com
Acción ecológica


La mercantilización del Protocolo de Kyoto: el negocio del siglo XXI

El 16 de febrero de 2005 entró en vigor el Protocolo de Kyoto. Desde esa fecha, cada país que lo haya ratificado tiene asignadas cuotas, que no puede sobrepasar, para la emisión de gases productores de efecto invernadero. El protocolo establece como su primer objetivo reducir, para el periodo 2008-2012, las emisiones en un 5,2% respecto a los índices de 1990 (fecha tomada como base para medir las reducciones a posteriori).

Cada país ratificante diseñó un Plan Nacional de Asignaciones para distribuir los derechos de emisión. Cuando un país o una empresa superan el límite asignado se ponen en marcha otros mecanismos como el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) o el comercio de emisiones.

Sin embargo, de las negociaciones surgió una doble vía para escapar de los límites establecidos por el protocolo. La primera consiste en ayudar a reducir las emisiones en un país considerado en vías de desarrollo gracias a la inversión en energías limpias, renovables o menos contaminantes que los gases con efecto invernadero, o sea, la aplicación del MDL. Es como si se hubiese llevado a cabo la reducción en un país del Norte, con la ventaja de que en los del Sur resulta mucho más barato.

Por otro lado, si un país supera los límites admitidos de contaminación, puede comprar derechos de emisión a países que no hayan llegado a las cuotas establecidas para ellos. O sea, se cumple con las exigencias del Protocolo, pero no se reduce la contaminación.

La puesta en marcha del acuerdo ha generado fondos por valor de 30.000 millones de euros orientados al financiamiento del carbono y las tecnologías y mercados de energías limpias en países en vías de desarrollo. Se calcula que, para 2010, las inversiones habrán alcanzado los 200.000 millones de euros.

El Protocolo se ha convertido en negocio. Existe un mercado europeo de intercambio de opciones y futuros sobre emisiones de gases contaminantes, sobre todo de CO2 (dióxido de carbono). Lo que significa que, desde la entrada en vigor del Protocolo, cualquier ciudadano, empresa o institución puede invertir en contaminación. Consultores, inversores y bancos no han tardado en descubrir el "negocio del siglo XXI" y los "expertos en CO2" o los "consultores del cambio climático" se han convertido en consultores habituales del mundo de las finanzas.

FUENTES:
www.portaldelmedioambiente.com
Acción ecológica
Juan Carlos Galindo, Agencia de Información Solidaria



*Publicado en la Guía del Mundo

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