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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



VAMPIRO - SOMBRA


La sombra ilusoria del Conde

Mario Maciel

Su labilidad metamórfica, sus quehaceres hipnóticos, seductores, telepáticos, su atemporalidad, su hambre insaciable, pertenecen, como el poeta romántico, a la nocturnidad


Óptica.
(Luz, espectro, reflejo). El cuerpo del vampiro no refleja la luz porque no opone resistencia, se deja traspasar, es la transparencia del mal.

Ningún espejo registra
(refleja) aquella superficie que no puede devolver el haz de luz. Su opacidad es ilusoria, no hay una red tisular, sino una red virtual que ilustra una hipótesis kantiana: la realidad, el objeto forjado por el deseo. Su sombra es su sombra sólo en la medida en que es sugestión,
simulacro de humanidad sobre carne podrida, muerta.

No rebotar la luz es estar condenado a no tener sombra -o a perder la razón. Sólo el Inmortal puede inventarse una, dejar que juegue a ser autónoma (Coppola despega, del
cuerpo del Conde, la sombra de ese cuerpo, para hacer dos, y cada uno, desenchufado del otro, componen sus propias escenas)
.

Su labilidad metamórfica, sus quehaceres hipnóticos, seductores, telepáticos, su atemporalidad, su hambre insaciable, pertenecen, como el poeta romántico, a
la nocturnidad; se refugia en la oscuridad, puesto que la luz solar es su veneno, el contra-ambiente mortífero que le reclama una capacidad de absorción de luz que le está vedada hasta el fin de los tiempos; su temperatura de ignición es demasiado baja para tolerar el rayo solar: si lo
toca lo incinera, lo hace polvo, nada. (...).

[Setiembre/1998]

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