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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



CINE - NARRATOLOGÍA - MEGA-NARRADOR - SUB-NARRADOR -

Fuera del deseo

Miguel Lagorio

(...) los estudios de narratología, vinculados tanto al hecho literario como al audio visual, son relativamente recientes y, además, suelen plantear diversos puntos de vista sobre un mismo tema; es decir, las definiciones y conceptos varían según el autor que las formula

Párpados azules (México, 2007) de Ernesto Contreras.

Este filme, ópera prima del mexicano Ernesto Contreras, se articula en torno a una serie de incapacidades y carencias: las de Marina, empleada en una fábrica de uniformes, y Víctor, auxiliar en una empresa de seguros; habitantes ambos de ese universo llamado Distrito Federal; capital de ese otro universo llamado México. Podríamos, entonces,  concebirlos casi como una secreción de esa ciudad de multitudes; representantes de un orden o estado de cosas;  asimilables a un espacio y un tiempo reconocibles.

Sin embargo, los planos exteriores son mínimos; no hay necesidad de mostrar explícitamente la ciudad, más bien ir rastreando su huella en los encuadres que los presenta sin aire, aislados. Contreras utiliza los marcos de las puertas, las aberturas y los pasillos para reforzar esa impresión: Marina y Víctor surgen entonces de espacios  opresivos, estrechos, que sugieren que la posibilidad de movimiento es escasa.

Pero decíamos incapacidades y carencias; todas las que podamos imaginar cuando se trata  de crear un vínculo de pareja, o algo así. La ansiedad e incertidumbre de Marina mientras recibe el billete del premio nos instala en su realidad vincular que es, adivinamos, parecida a un desierto. El premio es un problema: ese viaje a Playa Salamandra está concebido para dos, y nada indica que Marina logre conseguir alguien con quien ir. Entonces es que encuentra a Víctor, o más bien, Víctor le es proveído; emerge de quien sabe que maraña de movimientos y combinaciones que la propia urbe produce. Lo notable es que Contreras relativiza el encuentro hasta desnaturalizarlo por completo: Víctor interpela a Marina nombrando un catálogo de gente y situaciones que, supuestamente, habrían compartido en la secundaria;  sin embargo, nada le es familiar a Marina; la expresión de Víctor, su gestualidad y su discurso parecen descartar cualquier intención de engaño o simulación; no es que invente algo para acercarse a ella, tampoco  duda en relación a su identidad. Lo que ocurre es que Víctor es difícilmente asimilable; sin relieve, opaco; ningún rasgo parece haber en él digno de ser atesorado. Si la desesperación de Marina la impulsa a verlo otra vez (para no viajar sola, para no renunciar a lo idílico que el mero nombre de Playa Salamandra impone),  nada en ese nuevo encuentro, y en  los sucesivos, modificará la idea respecto a la fragilidad en torno a la cual ese vínculo intenta fundarse.   

A partir de allí  el relato va anotando  una sucesión de fiascos ante los cuales, sin embargo, no reculan: Contreras maneja bien los tiempos muertos que preludian los vacíos aterradores con los que termina  cada intento de avanzar en la relación. Algo va quedando claro: Marina y Víctor cumplen con fidelidad cada uno de los ritos: cenar, ir al cine, bailar y pasar la noche juntos; el problema es que no tienen nada propio que añadir; una absoluta falta de entusiasmo marca hasta la angustia el devenir de dos personajes exangües, con un cansancio vital que los pone en un lugar inhóspito en relación al deseo.

La secuencia del baile abortado por fin los enfrenta al vacío que vienen cultivando:  esperamos, expectantes,  que dejen de ser hablados y puedan, en cambio, articular un discurso que les pertenezca mínimamente, pero no; de repente son arrebatados por la cancioncilla que se cuela desde otro tiempo (This Strange Effect, compuesta por Ray Davies, el líder de los Kinks, y cantada por Dave Berry, en su versión de 1965); asistimos entonces al preámbulo- ese simulacro de beso con final de ojos abiertos- de su intento más fallido.

Es legítimo que el espectador se pregunte: ¿por qué no aprenden?, ¿es que les falta la mínima imaginación como para posponer el encuentro erótico y realizarlo en las inmejorables condiciones que el viaje a Playa Salamandra les promete? En vez de eso, en vez de alimentar el deseo y hacerlo fugar hacia una suite de hotel en la playa, se van del salón de baile y se acuestan en la gélida cama del gélido departamento de Víctor. Incapaces de cualquier escritura amorosa - de realizar alguna inscripción en el cuerpo del otro (gesto, caricia)  que convoque o exprese algún signo de ternura; de buscar, al menos, un espacio para el  puro placer - convierten el erotismo en un trámite atroz.

Luego de tal experiencia, Marina parte sola hacia Playa Salamandra; pero como nada de lo que allí  pueda ocurrirle será relevante para lo que se nos quiere narrar, simplemente se omiten sus vacaciones y  una elipsis nos lanza hacia otro encuentro: inmunes a la experiencia, negadores de toda realidad, se miran y hablan desde los bordes mismos de la nada sin dejar nunca de ser corteses, marcados por una civilidad estólida,  ritualizando un desgano incurable. Puede que la metáfora final resulte un poco obvia (al fin de cuentas que un auto quede varado en el periférico inundado por la lluvia es una situación bastante frecuente en el distrito federal mexicano), pero quizá por eso mismo haya sido escogida: nada tiene de particular esa pareja, es una de las tantas que naufraga en esas aguas.

Párpados azules es un filme que evita poner el acento en lo que relata; no le importa demasiado seducir al espectador con una historia (o con varias); está muy lejos- por ejemplo-  de esa saturación narrativa que padecía Amores Perros (para citar otro filme mexicano que ha sido referente), opta, en cambio, por llevar a  cabo el  tenue registro de una subjetividad, quizá para expresar que para volver a contar historias antes es necesario inventarse el deseo de vivirlas, o dicho de otro modo: en un tiempo en donde el deseo se ausenta (y un espacio que lo enfatiza: esa ciudad), sólo queda como posibilidad el registro de esa ausencia, narrar ese vacío.

 

30-03-09

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