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ISSN 1688-1672

 



JUEGO - LABERINTO - RAYUELA

Rayuela*

Carlos Rehermann

Sólo una vez en la historia de occidente los laberintos se mostraron tan explícitamente como en los juegos de computadora de hoy: en la Edad Media

 

El juego de computadora típico consiste en un laberinto que ha de recorrerse mientras se enfrentan diversos peligros, generalmente personajes malvados de aspecto siniestro provistos de armas. Los niveles más bajos permiten que el jugador se familiarice pronto con los recorridos y aspire a complicarse un poco más la vida accediendo a trazados más complejos.

Los juegos de laberinto tienen una historia muy larga, cuyas primeras noticias en la cultura occidental pueden situarse en el ciclo troyano. En la Ilíada, se describe el escudo que Hefesto grabó para Aquiles, con innumerables escenas, entre ellas una que describe la danza que "Dédalo concertó en la vasta Cnoso en obsequio de Ariadna, la de lindas trenzas. Mancebos y doncellas de rico dote, cogidos de las manos, se divertían bailando (...)".

Y Virgilio, en La Eneida, cuenta el juego que los más jóvenes realizaron en Sicilia, cuando la errante armada troyana fue empujada por los vientos a esa costa: "Cual en otro tiempo, dicen, el laberinto de la montuosa Creta, con sus mil oscuros e insidiosos recodos, formaba una intrincada madeja, en que todos se perdían irremisiblemente, tal los hijos de los Teucros cruzan y borran los rastros de sus caballos en la carrera, entretejiendo en sus juegos la fuga y la batalla (...)"

Y refiere luego cómo los romanos conservaron esa tradición, "y aun hoy a esos escarceos se da el nombre de Troya, y los muchachos que en ellos toman parte se llaman el escuadrón troyano".

La costumbre de dibujar diagramas en espiral en el suelo se conservó desde los tiempos del Imperio en las islas británicas, donde hasta hoy se conservan viejos laberintos formados por setos o relieves del suelo, llamados Caerdroia, palabra de origen gaélico de incierta etimología, que significaría "las murallas de Troya".

Los laberintos trazados en el suelo de las iglesias cristianas, que continuaron la tradición romana de los pavimentos de mosaico con ese motivo, dieron origen al juego de la rayuela, que se trasmite aún en nuestros días con una fidelidad implacable. El recorrido, en la rayuela, perdió los meandros de los laberintos clásicos, pero conserva la esencia del dédalo: trayecto dificultoso, prosecución de la meta, desafío cada vez mayor. Se parte de la tierra, se llega al cielo, según la simbología de los laberintos medievales, que representaban el recorrido del creyente hacia el reino de Dios.

Sólo una vez en la historia de occidente los laberintos se mostraron tan explícitamente como en los juegos de computadora de hoy: en la Edad Media, una época con numerosos puntos de contacto con la nuestra. Fueron aquellos tiempos, como los nuestros, de ansiedad por encontrar certezas, de multiplicidad de culturas, de herejías y de cismas.

El juego es una forma de entrenamiento para la vida que producen las culturas. La insistencia en generar un modelo inextricable para representar la realidad no es más que una manera de conjurar la inextricabilidad de la realidad a través de un dibujo manejable.

 

* Publicado originalmente en Insomnia Nº 78

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