| Toda la escena teatral rioplatense del siglo que finaliza ha
            estado signada por la sombra desgarbada de Florencio Sánchez
            (1875 - 1910), por los potentes textos dramáticos
            que su pluma -al dorso de servilletas o almanaques de cafés,
            como lo quiere el mito- ha parido, por los juegos que a partir
            de ellos, el sistema teatral se ha permitido.
 
 Dos docenas de textos constituyen la obra completa del autor de 
                Barranca abajo, incluyendo en esa cifra las tres piezas 
                que corrieron el extraño 
                albur de la desaparición y por ende, el misterio. Poco 
                más de diez años de escritura y toda una centuria 
                de estrenos. Porque si algo ha ofrecido la producción sanchiana 
                es su posibilidad de representación.
 
 Una y otra vez, como regresando a un viejo mito fundacional, a 
                un clásico venerado, a las raíces del fenómeno 
                espectacular regional, las distintas compañías teatrales 
                han puesto en escena sus piezas urbanas y rurales, sus sainetes.
 
 Por otra parte la tradición escolar se apropió
            -casi con "naturalidad"- de la obra del dramaturgo.
            Programas liceales, grupos de teatro escolar, profesores y maestros,
            textos de estudio y de lectura curriculares, retornan periódicamente
            a las páginas de Canillita, Moneda Falsa,
            El Desalojo, En Familia y Barranca Abajo.
 
 ¿Cómo puede una obra de las características
            de la de Florencio Sánchez sostenerse con frescura y vigencia
            en el campo intelectual, en la dimensión educativa y en
            el imaginario de los pueblos de ambas orillas del Plata?
 
 Comoedia est imitatio vitae speculum consuetudines et imago
            veritatis: la locución latina podría ofrecer
            una respuesta confortable para esta interrogante.
 
 En un trabajo que ya referí y reseñé en
            las páginas de Insomnia (N°79), intitulado Florencio Sánchez
            entre las dos orillas (Galerna,
            1998), nueve estudiosos
            del fenómeno teatral de ambas bandas se congregan para
            realizar un asedio a la obra de nuestro dramaturgo. Allí
            Osvaldo Pellettieri anota: "[...] su tiempo, su verosímil
            atado a los supuestos de la opinión común de su
            época ya no existen. Incluso el manejo del discurso de
            sus personajes puede parecer inactual. Sin embargo, la visión
            de sus sainetes, al igual que parte de sus obras 'largas' como
            Los muertos, En familia y de la deslumbrante Barranca
            abajo, nos muestran una lúcida forma de debatir nuestros
            problemas, de pensar profundamente nuestros países".
 
 En ese mismo lugar, firmas como las de Noé Jitrik y Roger 
                Mirza proponen nuevas formas de lectura 
                y representación. Ambos abogan por la vigencia del teatro de Sánchez, y 
                no niegan la posibilidad de "un rescate efectivo, no celebratario 
                ni precariamente monumentalista" de su obra.
 
 Ya en el estribo del siglo, la crítica vuelve a la carga
            sobre la obra de Sánchez. En el libro El 900 (Tomo I, 1999) coordinado por Oscar Brando, se recuperan
            diversos artículos y textos de valor documental y hermenéutico,
            entre ellos: la conferencia leída por Joaquín de
            Vedia en el Teatro Nacional Norte poco después del fallecimiento
            del dramaturgo y publicada en 1911; el trabajo de David Viñas
            'Florencio Sánchez y la revolución de los intelectuales'
            (1964); el artículo (transcripto
            fragmentariamente)
            'Tres miradas sobre Barranca Abajo' de Antonio Larreta, publicado
            originalmente en el ya legendario volumen 6-7-8 (1950)
            de la revista Número.
 
 Otros trabajos completan esta interesante muestra que vindica
            no sólo la validez del universo y el discurso teatral
            sanchianos, sino que testimonian la asombrosa vigencia de muchos
            enunciados de la crítica acerca de su obra.
 
 Creo que las palabras que cierran el ensayo 'Florencio Sánchez:
            Vida y obra en tres actos', del propio Brando (y
            luego de haberse leído este incisivo estudio en su totalidad), apuntan con certeza hacia
            el meollo del asunto: la contemporaneidad de Sánchez,
            más allá del nivel textual en sí, radica
            en el acercamiento crítico, o mejor, en el modo en que
            la mirada crítica se instale frente a su obra:
 
 "Se aproxima el siglo de representaciones y, con distintos
            argumentos, vuelven a plantearse la pertinencia y la vigencia
            de la obra de Sánchez. Es posible que una estética
            menos dogmática que la del medio siglo y a su vez más
            ecléctica ( si es esa la que predomina en nuestros días)
            reconozca en Sánchez algo más que la tutela del
            bronce o las dos o tres obras 'que se salvan'. Es probable que
            esa mirada vea como virtudes los altibajos y aun como movimientos
            voluntarios los desniveles que el dramaturgo impuso en su obra
            con el fin, quizá, de democratizar el mundo representado
            [..] Ambición pionera, coagulación súbita
            y un proyecto para el teatro rioplatense profundamente integrador,
            precoz y sorprendentemente masmediático: las tres fases
            desembocan en un espacio, parlante o mudo, que tiene como nombre
            propio Florencio Sánchez."
 * Publicado originalmente en Insomnia
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