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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



GEOGRAFÍA - HUMANIDAD - EUROCENTRISMO - HUNGTINGTON, SAMUEL T., -

Geografía y humanidad*

Guía del Mundo
Lo que se da en la actualidad es una interacción -en ocasiones conflictiva- en todas partes del globo. De todas maneras, una utilización perversa o anacrónica de los mapas no implica la desaparición de la geografía como disciplina, ya que hace buen tiempo la misma no se reduce a la diagramación de mapas y la exploración de la tierra

Algunos creen hoy que la geografía, llamada alguna vez "madre de las ciencias", ha perdido su importancia capital. Algunos afirman que, lejos de haber alcanzado el "fin de la historia", como predijeran ciertos teóricos de fines del siglo XX, lo que hemos alcanzado es el "fin de la geografía".


Geografía

La geografía, alguna vez llamada "madre de las ciencias", es considerada hoy por algunos una dimensión cuyo impacto ha desaparecido. Para algunos, lejos de haberse llegado al "fin de la historia", como predicaran algunos teorizadores de fines del siglo XX, lo que sí ha llegado es el "fin de la geografía". La finalidad de la geografía, desde la antigüedad, fue sostener la comunicación entre los humanos, pero, dado el impacto de los medios de comunicación instantáneos, que posibilitan un contacto inmediato con todas las partes del globo sin necesidad de moverse de la casa, se ha perdido la dimensión geográfica. Es decir que, superada la necesidad de desplazarse para alcanzar comunicación, en buena medida la noción de geografía se vuelve algo perimido.

Para el francés Paul Virilio, la "desaparición" de la geografía es una catástrofe, pues la considera una dimensión provechosa para los individuos que, carentes de ella, se encontrarán desenraizados. Para apoyar o no esta percepción, sin embargo, es preciso realizar un par de precisiones. En primer lugar, que más allá de la falta de enraizamiento, lo que está en juego es la noción de humanidad, que implica un colectivo del que participan todos los miembros de la especie.

Geografía y necesidad

El problema de la geografía, a diferencia de lo que sostiene Virilio, estriba en si sigue siendo necesaria o si ha dejado de serlo ya que, como cualquier saber, su validez descansa en su aplicación práctica. Así, el primer contacto de los europeos con el continente que los cartógrafos denominarían América a fines del siglo XV y la ulterior circunnavegación del globo verificaron la redondez de la Tierra, hasta entonces puesta en duda. Esta verdad -que la Tierra es un globo- adquirió gran relevancia por la necesidad de los europeos de conquistar, explotar y comerciar a través de flotas militares y mercantes.

Sin duda, hoy día, para quien allí quiera dirigirse o comunicarse, no le resulta imprescindible "conocer en un mapa" el paradero de Timboktu; al individuo que necesita desplazarse le basta con alcanzar un teléfono o su computadora para conseguir comunicación o pasaje con el destino deseado. Es decir, no le es necesario guiarse como otrora por las estrellas, por una brújula, y ni siquiera preguntarse a cuántos kilómetros de distancia está su paradero (y menos, incluso, los grados de latitud o altitud de su destino).

Concepciones anacrónicas

En otro sentido, se puede afirmar que para sacar conclusiones prácticas sobre el mundo, la excesiva dependencia en viejos criterios cartográficos puede llevar a conclusiones erróneas. Esto resulta evidente si se lee trabajos como El choque de las civilizaciones, de Samuel T. Huntington, en el cual este ex asesor del Servicio de Defensa de Estados Unidos trató de delimitar los conflictos del siglo XXI. Acostumbrado a mover piezas en mapas de grandes dimensiones, Huntington trató de resolver este choque de civilizaciones de acuerdo a anacrónicos modelos militares, que poco tienen que ver con la realidad de los últimos tiempos. Las grandes migraciones han hecho que, en términos civilizatorios, China, India o Pakistán, se desarrollen en las grandes ciudades estadounidenses, el Islam en las más importantes ciudades europeas y Occidente, con su expansionismo económico y cultural, se haga presente en todos los rincones del planeta.

Es decir que, en vez del "choque de civilizaciones" que Huntington trata de imponer en un plano físico diferenciado, geopolítico, lo que se da en la actualidad es una interacción -en ocasiones conflictiva- en todas partes del globo. De todas maneras, una utilización perversa o anacrónica de los mapas no implica la desaparición de la geografía como disciplina, ya que hace buen tiempo la misma no se reduce a la diagramación de mapas y la exploración de la tierra. La geografía abarca hoy un amplio espectro que le permite colaborar en el estudio de principios tanto biológicos como sociológicos y culturales. Basta con advertir que la geografía humana, como disciplina, incluye a la geografía cultural y a la social, a la demográfica, a la política, a la urbana y a la económica (incluyendo esta última el estudio de la agricultura, industria, comercio y transporte) para calibrar su capital importancia para estudiar la evolución de los humanos en el siglo XXI.

Geografía y Humanidad

Más aún, los viejos mapas siguen mostrando, de manera imperturbable, que a la hora de revisar el estado del mundo, y cuán inequitativamente se reparten sus bienes -a despecho de las riquezas naturales- las diferencias entre el Norte y el Sur son aplastantes. Las zonas donde la miseria, el hambre y las enfermedades se entronizan suelen encontrarse al sur del ecuador, en tanto que las que mayor confort y desarrollo tecnológico ostentan siguen estando al norte. En este sentido, el presunto fin de la dimensión geográfica está estrechamente vinculado a la negación de la Humanidad como la sumatoria de todos los seres humanos repartidos en la Tierra. Para percibir a la Humanidad necesitamos atender a todos los puntos del globo y aquilatar cuáles son las condiciones de vida en que vive el prójimo en todos los rincones del planeta.

En esta medida, la afirmación de que las comunicaciones han "empequeñecido" al planeta se vuelve inexacta ya que la desatención de la ubicación geográfica y de la existencia de miles de millones de seres humanos abre una enorme brecha de desconocimiento. Más aún, recorta la noción de Humanidad, que sólo es entendible incorporando a todos los seres que integran esta especie. Más aún, es preciso recordar que son aquellos que tienen acceso al teléfono, a la conexión en Internet, a los viajes de avión, los que pueden permitirse el lujo de decretar el fin de la geografía y desatender el hecho que la Humanidad está compuesta por una inmensa mayoría, que puebla las zonas que sus mapas han puesto en el la mitad inferior, y que en muchos casos ni siquiera tiene acceso a una educación que le permita percibir un diagrama del mundo en su totalidad

La misma civilización europea que hoy pretende decretar el deceso de la geografía es la que realizó los primeros mapamundis, reduciendo a escala milimétrica con su expansión imperial todos los puntos del globo, ubicándose a sí misma en el centro de todas sus cartografías. Esta forma de cartografiar el mundo recibió el nombre de "eurocentrismo", una actitud intelectual severamente cuestionada durante el siglo XX. De la misma manera, de la actitud que se tome con respecto a la geografía depende también hoy el destino de la Humanidad.

Cartografías descentradas

Seguramente el siglo XXI deparará inmensas migraciones, cambios culturales y más de un cataclismo ecológico. El hecho de que los mapas jueguen un papel preponderante en el transcurso de las próximas décadas será primordial para establecer qué futuro queremos darnos como especie.

Es fácil prever que los mapas de los lustros venideros
(se los mire o no) seguirán registrando en el África subsahariana a los seres humanos que padecen mayor miseria, violencia y enfermedades. Si aquellos que tenemos el privilegio de acceder a la educación seguimos atendiendo a la cartografía para ubicar al resto de los miembros de nuestra especie que, contiguos a nosotros, pueblan el planeta, tendremos más posibilidades de solucionar los problemas globales.

Una completa desaparición de la dimensión geográfica, por el contrario, será el indicador de que aquella cultura
(la Occidental) que acuñó la palabra "Humanidad" prefirió olvidarse de la misma. Dicho de otro modo: si el siglo XXI quiere seguir hablando de "Humanidad", tendrá que seguir atendiendo los mapas. Y para que podamos mirar mejor el mapa de nuestro planeta será conveniente que los mismos sean interactivos, que nos ayuden a pensar que lo que está arriba es en ocasiones el sur, lo que está en el centro muchas veces sea Asia, o África, o Yucatán. En definitiva, que lo que debe estar en el centro es la Humanidad.

*Publicado en La Guía del Mundo

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