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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



URUGUAY - ANTEL - TELECOMUNICACIONES - ANTEL-ARENA -


Granos de Arena de Antel: el contenido bíblico del cilindro municipal*

Ricardo Viscardi
 
 
La historia no precipita el maná de su contenido en “tecnología”, de manera tal que las telecomunicaciones proveen la Arena en que se dirime el cotejo entre los intereses de la empresa estatal y las empresas multinacionales.


Al recompensar a Abrahm por su obediencia filicida con una descendencia “tan numerosa como la arena del mar”,
[1] Javhé parece haber olvidado que una obsecuencia aún más absoluta cunde, en el obsoleto paraíso uruguayo de la racionalidad moderna, que no sólo pretende depositar el contenido de la historia en un cilindro municipal, sino además ir, uno por uno, al grano de cada contenido de Antel-Arena.[2] Un único contenido de grano permanece, sin embargo, incólume ante tal catástrofe bíblica contenida en los contenidos del Cilindro Municipal de Montevideo: el contenido de “contenido”.

En efecto, esta historia comienza por un término, que conlleva una manera clásica de ponerle fin: un diccionario. Alentándonos a hacer uso del diccionario de la Real Academia Española, el ingeniero Grompone
[3] no soslaya su fidelidad tecnológica, ya que tal instrumento se encuentra on-line. Ahora ¿no sería el mismo diccionario una fuente de los mismos contenidos antes de ser incorporado on-line, o incluso, tomado de un anaquel, si se quiere, desde una escalera de biblioteca? En ese caso, la definición de “telecomunicaciones” que el propio Grompone encuentra “perfecta”, tal como la provee la legislación nacional en la materia, no hubiera agregado ni una jota al contenido del mayor diccionario de la lengua (en particular porque es en el grano de sus contenidos que se funda el abordaje que propone, el mismo enunciador, ante la cuestión jurídica que suscita Antel-Arena).

Entonces ¿cómo entender que las telecomunicaciones, entendidas como las entiende Grompone, incorporan los contenidos tan sólo en cuanto los extienden? Si la tecnología no hace sino extender los contenidos, no se ve cómo podrían las telecomunicaciones proveer el criterio para entender lo que se transmite a distancia, incluso de diccionario, ni menos, para gobernarlo. Por ende, la pretensión de Antel a configurar a través de una Arena la mejor generación de contenidos, se encontraría con una contradicción clásica: lo extenso (de la transmisión a distancia) se opondría a lo intenso (del contenido a transmitir).
[4] Lo que inhabilitaría a Antel no sería la legislación nacional, ni la malversación habitual de sus contenidos por la partidocracia uruguaya, sino la propia impropiedad de la extensión para contener el contenido de “contenido”. La antena, todo lo electromagnética que se quiera, se hundiría en la trivialidad, falta de contenido.

En su contraposición a Grompone, Omar Paganini
[5] pretende que el planteamiento idiomático de la cuestión legal encierra un sofisma. Para dejar en evidencia la truculencia reductora que le imputa al primero, denuncia la falacia que incluye la “generación de contenidos” como “parte” de las telecomunicaciones. Le parece tan inadecuado incluir la “parte” “generación de contenidos” en el todo “telecomunicaciones”, como la “parte” “producción de soja” en el “todo” “transporte naviero”, o la parte “generación de niños” en el “todo” “transporte escolar”. Cree así Paganini denunciar un sofisma asestado mediante el idioma, cuando lo que hace es usar el idioma de los sofismas para asestar la noción de “contenido” en tanto “esencia apropiada”, válida por igual para el transporte fluvial o la gestación biológica, como para la “premisa menor” de un silogismo.

Si aplicáramos la noción de “parte” como sinónimo de “contenido”, sin diferenciación conceptual entre la enunciación lógica y la agregación de segmentos físicos, o la complementariedad de elementos biológicos, debiéramos entender que la pata del caballo es el contenido del caballo. O que la veta de mineral es el contenido de la estratificación geológica. Pero parece difícil que el contenido “contenido” se use en tal sentido, a no ser en tanto “telecomunicación” entre el idioma y los referentes, lo que nos retrotrae por la vía más insospechada, a un sustancialismo acerbo vestido de “objetividad”, según la más pura acepción de metafísica que Ricoeur imputa, más allá del silogismo, al aristotelismo.
[6]

En tanto “forma parte” del ordenamiento de la forma en el cosmos griego, la “parte” es “contenido” en cuanto articula (“mediáticamente”, para una percepción “anacrónica” que leyera el planteo griego desde la contemporaneidad) la mediación entre la premisa mayor y la conclusión.
[7] En ese punto Aristóteles creyó haber resuelto un problema de “telecomunicación” de la theoria griega, planteada por la intangibilidad de las formas ideales platónicas, en cuanto tal inaccesibilidad de la idealidad desafiaba a la mediación, ante un cosmos integrado en todas sus “partes”, de cara las unas a las otras.[8]

Tanto la noción de telecomunicaciones como extensión de contenidos, que sostiene Grompone, como la noción de “contenido” provista por la mediación aristotélica entre las formas y los casos, que Paganini pretende disolver en la observación empírica, llevan por igual a ignorar que la noción de “contenido” no se diluye en la transmisión (“telecomunicacional” en un sentido lato de la teoría) que constituye la tradición, sino que es la sucesiva traducción de “esencia” y de “idea”, a través de distintos contextos semánticos. Más grave aún es que tal noción de “telecomunicaciones”, entronizada como fatal articulación tecnológica de contenidos, o ganada por una supuesta neutralidad de la gestión económica, conlleva tanto la defensa de un reduccionismo tecnológico como la aceptación de un indeterminismo empresarial.

La historia no precipita el maná de su contenido en “tecnología”, de manera tal que las telecomunicaciones proveen la Arena en que se dirime el cotejo entre los intereses de la empresa estatal y las empresas multinacionales, como termina por afirmarlo Grompone. Menos aún “los negocios” proveen un difuso criterio de “gente” y “empresas de todos los rubros” apaciblemente contrapuesto a los razonables “oligopolios naturales”, de manera que no nos queda por delante sino confiar en la “neutralidad de la red”, que según Paganini, se presenta tan justamente mediada como un “justo medio” –incluso el de la “premisa menor”.

La falencia crítica que trasuntan por igual el fatalismo artefactual y la indeterminación empresarial, desprecia de la metafísica todo lo que ignora de la teoría de la comunicación. El “determinismo tecnológico” de McLuhan dejó, por el contrario, estampado que “un medio es el contenido de otro medio”,
[9] de forma tal que disolvió la diferencia entre las “telecomunicaciones” y la “generación de contenidos”, puesto que la tecnología pauta los contenidos tanto como éstos se plasman en contextos artefactuales propios. Por otro lado, la teoría del discurso disolvió la pureza de los contenidos en “el medio” de la formalización del lenguaje, en tanto calibró la teoría como “caja de herramientas”,[10] en cuya panoplia instrumental ningún contenido queda al margen de la habilidad del usuario, ni de la entidad del problema que se pretenda resolver.

La tragedia crítica que asola al Uruguay se hace patente en que no sólo el rey está desnudo,
[11] sino que además cierta acepción mirífica de la tecnología lo hace aún más transparente.
 

Notas:
 

[1]“Tu descendencia será como las estrellas del cielo” en
Nos ponemos en camino
http://nosponemosencamino.blogspot.com/2013/01/tu-descendencia-sera-como-las-estrellas.html
(Acceso el 30/04/13)

[2] La empresa estatal de telecomunicaciones (Antel) y la Intendencia Municipal de Montevideo  se ha asociado para construir una Arena mediática,  generando acusaciones de inconstitucionalidad de la oposición. Ver “Mujeres de Arena”
Montevideo Portal (23/04/13)
http://www.montevideo.com.uy/notnoticias_198643_1.html

[3] Grompone, J. “ANTEL nuevamente en la lucha” 
Voces (11/04/13) p.8.

[4] Serrano, G. (2005) Conocimiento versus forma lógica. La querella en torno al silogismo 1605-1704, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, pp.207 a 211.
Versión electrónica en
http://www.bdigital.unal.edu.co/1442/6/05CAPI04.pdf (Acceso el 01/05/13).

[5] Paganini, O. “La generación de contenidos y las telecomunicaciones”
Voces (18/04/13), p.4.

[6] Ricoeur, P. (1990) « Individuo e identidad personal » en Sobre el Individuo, Paidós, Barcelona, p.70.

[7] Brun, J. (1961) Aristote et le Lycée,PUF, Paris, p.41.

[8] Op.cit.p.38.

[9] Mc.Luhan, M. (1996) Comprender los medios de comunicación,
Paidós, Barcelona, p.30. Versión electrónica en
http://cedoc.infd.edu.ar/upload/McLuhan_Marshall__
Comprender_los_medios_de_comunicacion.pdf

[10] Foucault, M. (1979) Microfísica del poder, Ed. de la Piqueta, Madrid, p.79.
Versión electrónica en
http://sociologicahumanitatis.files.wordpress.com/2009/10/foucault-m-microfisica-del-poder-espanol.pdf
(Acceso el 01/05/79)

[11] Amir, H. “Sastrería del desastre” Henciclopedia http://www.henciclopedia.org.uy/Columna H/HamedSastreriadeldesastre.htm (Acceso el 01/05/13).


* Publicado originalmente en <http://ricardoviscardi.blogspot.com/>
 

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