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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 




CAPOTE, TRUMAN - ESTILO -
MÚSICA PARA CAMALEONES

Truman Capote: a sangre fría (III)

Iván de la Torre

"Entretanto, aquí estoy en mi oscura demencia, absolutamente solo con mi baraja de naipes y, desde luego, con el látigo que Dios me dió"


Un fragmento tal vez muestre de que estaba hablando Capote que ofendía tanto a sus antiguos amigos del espectáculo, las
artes y la política: "-... y el viejo degenerado se coló en mi habitación. Eran alrededor de las seis de la mañana, la hora ideal si quieres coger a alguien totalmente fuera de combate, totalmente por sorpresa, y cuando me desperté ya estaba liado en las sábanas con una mano en mi boca y la otra por todas partes. El muy descarado, hay que tener cojones, en su mismísima casa y con toda la familia durmiendo a nuestro alrededor. Pero todos esos Kennedy son iguales. Son como perros, tienen que mear en todas las bocas de incendio. Después, ¿te imaginas?, hizo como si no hubiera pasado nada, nunca me hizo un guiño o un saludo, no era más que el buen papi de mi amiguita del colegio"

O: "La semana pasada en Londres, fui a una fiesta en el Drue Heinz, y tuve que soportar a la princesa Margarita. Su madre es un encanto, ¡pero el resto de la familia! Aunque el príncipe Carlos, aun se salva un poco. Básicamente la realeza piensa que sólo hay tres categorías: la gente de color, la gente blanca y la realeza. En fin, estaba a punto de quedarme dormida, la princesa es de una monotonía tal... cuando de pronto nos anunció, sin venir a cuento, que había decidido que en realidad no le gustaban los
homosexuales. Yo me limité a bajar los párpados y dije: madame, me temo que va a pasar usted una vejez muy solitaria. ¡Que cara puso! Yo pensé que iba a convertirme en una calabaza."

En ese período, de 1977 a 1984, el propio Capote confiesa cuál era su problema: "
La interrupción ocurrió porque yo me encontraba ante un montón de problemas: sufría una crisis creativa, y, a la vez, personal. Como la última no tenía relación, o muy poca, con la primera, sólo es necesario aludir al caos creativo. [...] Aún cuando era bueno, vi que jamás trabajaba con más de la mitad, a veces sólo con un tercio, de las facultades que tenía a mi disposición. ¿Por qué? El problema era: ¿como puede un escritor combinar con éxito en una sola estructura todo lo que sabe acerca de las demás formas literarias? [...]

Ahora, me sitúe a mí mismo en el centro de la escena, y de un modo estricto y sobrio, reconstruí conversaciones triviales con personas corrientes. Tras escribir centenares de páginas sobre esas cosas tan simples terminé por desarrollar un estilo. Había encontrado una estructura dentro de la cual podría integrar todo lo que sabía acerca de escribir. El resultado es el presente volumen: Música para camaleones"


Mi oscura demencia

Entretanto, aquí estoy en mi oscura demencia, absolutamente solo con mi baraja de naipes y, desde luego, con el látigo que Dios me dió.

Prólogo a Música para Camaleones


Música para camaleones fue el último
libro de Capote e incluye una muestra miscelánea de todas sus facetas como escritor: cuentos ("Mojave", "El señor Jones", "Una luz en la ventana"), una novela real breve (Ataúdes tallados a mano) y reportajes (Una adorable criatura, Y luego sucedió todo). Sin embargo, tanto para sus amigos como para sus críticos esa obra no tenía el nivel de su obra de los 40 y 50, tal vez por la inmersión de Capote en el alcohol y la droga, aun más en ese último período, en el cual, a confesión de su editor, pensaba que su talento literario estaba decayendo y no conseguía terminar Plegarias Atendidas luego de su abandono en 1976. Esto sumado al trauma de la investi- gación de A sangre fría y el abandono de la mayor parte de sus amigos luego de la publicación de Kate McCloud en 1976 deben haber causado una fuerte impresión en Capote, quien confesaba odiar los abandonos.

Su editor, en el prólogo de Plegarias Atendidas contaba como era su relación de trabajo con Capote luego de su crisis: "Después de 1976, la relación entre Truman y yo se fue deteriorando lentamente.
[...] Durante los últimos años parece que trataba de engañarnos acerca de su trabajo, no sólo a mí y a sus mas íntimos amigos, sino a todo el público en general. Dos veces al menos anunció a sus entrevistadores que acababa de finalizar su libro, que lo había entregado a Random House y que aparecería publicado al cabo de 6 meses. Después nuestro departamento de publicidad y yo mismo nos veíamos abrumados por infinidad de llamadas a las que sólo podríamos responder diciendo que no habíamos visto el manuscrito. [...] Un último factor en la erosión de nuestra relación fue la dependencia creciente de Capote del alcohol y los fármacos desde 1977. [...]

Repetidas veces, almorzando, durante los últimos seis años de su vida, a menudo de un modo incoherente a causa de los fármacos y el alcohol, o ambas cosas a la vez, hablaba conmigo de los cuatros capítulos restantes con todo detalle, hasta el punto de llegar a citar fragmentos de diálogos que eran siempre idénticos, incluso cuando los recitaba con un intervalo de meses o años. El ciclo era siempre el mismo: cuando le pedía que me enseñara el capítulo en cuestión, me prometía enviármelo al día siguiente. Al final de ese día le llamaba, y Capote decía que se lo estaban mecanografiando y que me lo enviaría el lunes. El lunes por la tarde su teléfono no respondía y él desaparecía durante una semana o más.
"

En 1984 murió en los Angeles, California. Hoy, queda su
obra y su leyenda, para ver quién de todos sus personajes es totalmente Truman Capote, el escritor de los mútliples disfraces, quien, como una vez dijo sólo se dedico a vivir.

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