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ISSN 1688-1672

 



ACTITUD - INTELIGENCIA -
 

Diccionario para los nuevos tiempos (I)*

Sandino Núñez
 
 

INTELIGENCIA. Independientemente de todas las paparruchas que pudieran florecer a la sombra de esta palabra, históricamente ha estado ligada a la famosa CONCIENCIA DE sí y a la "lectura interior" que se atribuye a Agustín.


ACTITUD. El diccionario RAE registra tres entradas de las que menciono solamente dos: 1. Postura del cuerpo humano, especialmente cuando expresa algo con eficacia. 2. Disposición de ánimo manifestada de algún modo. En el nuevo contexto la palabra se carga de un sentido psicosocial, o cognitivo, o conductista sistémico, y empieza a tener significados como "forma de motivación social que impulsa y orienta la acción hacia determinadas metas", o "sentimiento a favor o en contra de un cierto objeto social". La verdad de actitud se desplaza desde la superchería de un fantasma (ánimo) que se manifiesta en el cuerpo a la mecánica pragmática de los cuerpos, las motivaciones, las acciones, las metas y los 'objetos sociales'. Finalmente, actitud viene a ocupar el centro glorioso de una nueva escena hecha de cuerpos, motivaciones, estímulos, energías y metas, actitud es la chispa de voluntad necesaria para que todo nos salga bien, es la clave positiva de la vida. Oímos: "hay que tener actitud" (un profesor de coaching y emprendedurismo). En este contexto hay, razonablemente, una página web llamada ACTITUD URUGUAY, otra ACTITUD PILATES, otra ACTITUD FITNESS, etcétera. Por último, actitud se vincula a la hipergestualidad desafiante y a una especie de coreografía de la rebeldía tipo 'malos de la clase' que tiene la música urbana de comunidades de negros y latinos en Estados Unidos (Los Angeles, Miami). "Como artista es mediocre, pero tiene actitud" (un crítico de reguetón), "música con actitud" (el eslogan de una radio). Es obvio que los estímulos químicos nos llenan de actitud: basta ver un ejecutivo que ha tomado Pharmaton o un acelerado de cocaína en una disco.

INTELIGENCIA. Independientemente de todas las paparruchas que pudieran florecer a la sombra de esta palabra, históricamente ha estado ligada a la famosa CONCIENCIA DE sí y a la "lectura interior" que se atribuye a Agustín. Razonablemente, la esperaba un destino 'más maquínico': capacidad de entender, capacidad de procesar información, capacidad de resolver problemas. Del ABISMO INTERIOR a cierta capacidad de actuar con creatividad y eficacia en el entorno. Del nihilismo o la negatividad del sujeto a la afirmación plena de la vitalidad de la máquina que crea, entiende, procesa, comunica, persuade, resuelve. Como si el sujeto fuera un invento fantasmático solipsista o individualista y la inteligencia debiera ser recuperada para una sana escena colectiva de intercambio, comunicación y resolución de problemas prácticos. Ciertos 'excesos maquínicos' de la inteligencia se combaten con las teorías de las INTELIGENCIAS MÚLTIPLES o con la noción de INTELIGENCIA EMOCIONAL, etcétera, por lo cual no hay personas más inteligentes que otras, sino que todos tenemos inteligencias diferentes o 'capacidades diferentes'. Este es el gran axioma del minoritarismo democrático. La palabra prospera, de todas maneras, en un mundo de empresas de tecnología y servicios, en expresiones verdaderamente exquisitas como 'soluciones inteligentes', 'casas o edificios inteligentes', 'autos inteligentes', 'teléfonos inteligentes'. Todos remiten a un mundo en el que los productos o los servicios tienen la inteligencia de adaptarse a la libre demanda del consumidor o del usuario, quien a su vez cree que su gran acto inteligente ha sido elegir ese producto o ese servicio, para entregarse luego pasivamente a la comodidad de que las cosas piensen por él. Las cosas son inteligentes, nosotros no.

 



* Publicado originalmente en Tiempo de Crítica. Año I, N° 9, 8 de junio de 2012, publicación semanal de la revista Caras y Caretas.

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