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ISSN 1688-1672

 



PATRIMONIO ARQUITECTÓNICO - VIOLLET LE DUC, EUGÈNE EMMANUEL -

Patrimonio*

Carlos Rehermann
Viollet fue el principal blanco de Brandi y sus secuaces. Aquel francés enamorado del gótico había emprendido obras de reconstrucción ciclópeas, que fueron severamente cuestionadas en el período de mayor efervescencia de las vanguardias del siglo XX

Hace 150 años, el francés Eugène -Emmanuel Viollet-le-Duc reconstruyó muchos de los grandes edificios góticos de su país, carcomidos por el tiempo, violados por la Revolución burguesa, enterrados bajo el ninguneo de la Academia. Su visión de la recuperación de lo que hoy llamamos "patrimonio histórico" fue (y sigue siendo) el punto de partida de casi todos los discursos elaborados acerca de la cuestión.

La discusión acerca de la conservación de los rastros del pasado adquiere en el campo de la arquitectura un grado de confrontación inexistente en otras áreas. El caso es que los viejos edificios ocupan varias clases de espacio: espacio físico
(y por lo tanto, influyen seriamente en la renta de la tierra); espacio simbólico (en cuanto monumentos, los edificios otorgan señas de identidad cultural); espacio profesional (las nuevas tendencias se imponen desplazando las anteriores).

Después de la Segunda Guerra Mundial, las tendencias vanguardistas de principios de siglo se coronaron triunfadoras: el Movimiento Moderno, el Estilo Internacional, vieron masivamente aplicados sus postulados en la reconstrucción de Europa y buena parte del mundo. Brasilia, Chandigarh, Malvín Norte y el Barrio Sur son ejemplos de ese triunfo de una idea urbanística y arquitectónica.

Mientras tanto, había que construir un discurso severo sobre el pasado arquitectónico que permitiera liberar tierras y mentes para que fueran ocupadas por la nueva arquitectura.
Cesare Brandi fue el principal ideólogo de una corriente de eruditos que protegió, con su discurso a menudo ambiguo, las acciones de las nuevas corrientes. Su posición puede reducirse a la siguiente idea: si el edificio está en ruinas, es mejor dejarlo así, pues nunca sabremos cómo fue en realidad; y aunque lo supiéramos, sólo estaríamos fetichizando la ciudad, creando un culto de la Edad de Oro. Más vale, decía, dejar aflorar la identidad de la actualidad. Sólo admitía reparaciones menores, consolidaciones de viejas estructuras sin el menor agregado moderno de sectores desaparecidos, a no ser que eso se hiciera según las tendencias contemporáneas.

Viollet fue el principal blanco de Brandi y sus secuaces. Aquel francés enamorado del gótico había emprendido obras de reconstrucción ciclópeas, que fueron severamente cuestionadas en el período de mayor efervescencia de las vanguardias del siglo XX. En 1934, Pol Abrams publicó un libro que intentaba demostrar que Viollet estaba equivocado en su concepción estructural del edificio gótico; otros estudiosos cuestionaron desde otros puntos de vista sus obras de restauración y reconstrucción. La visión cientificista de Abrams fue una contribución que se pretendió objetiva a la discusión
(al intento de fusilamiento) de las realizaciones de Viollet. Sin embargo, el moderno análisis de los elementos finitos y de análisis límite de las estructuras de mampostería, o los estudios fotoeléctricos de sus realizaciones, emprendidos sólo en los últimos quince o veinte años, está demostrando que Viollet tenía razón en sus ideas sobre el funcionamiento estructural del gótico.

Todo el operativo discursivo tendía a eliminar la posibilidad de la reconstrucción arqueológica. El interés por volver a estudiar las estrcuturas góticas reparadas por el francés pudo surgir cuando Brasilia, Chandigarh, Malvín Norte y todo el Movimiento Moderno pudieron ser cuestionados ante la evidencia de su fracaso universal.

Viollet fue usado para personificar un demonio que supuestamente estaba engañando a la humanidad. Un siglo y medio después, comienza a rehabilitarse. No se crea que se trata de un acto de justicia histórica: es que los dueños del discurso sobre el patrimonio han encontrado otra veta para vender nuevas tendencias, para ejercer otras praxis, para inyectar otros símbolos.

* Publicado originalmente en Insomnia

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