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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



HEIDI -

Heidigirl*

Mario Ferrari Brown

El abue era un bricoleur y pequeño empresario suizo, producía relojes pipí cucú, quesos, chocolates cuya marca se hizo famosa: "Alpen Garoten" y regenteaba un Spa con yacuzzi.


Cuenta el Mito Infantiloide que había una vez una nenita que florecía sus quince primaveras robotonas como un melocotón de los Alpes. En el cielo las estrellas y en la pradera los cabritos retozaban al cuidado de la pequeña que dejaba escapar de sus labios de rubí el viejo y legendario Olerí olerí oleró chu guagua chu guagua. El club de Toby se ponía como loco y todos querían ayudar a Heidi a cuidar los cabritos en el valle Verde que te quiero verde.

El abue era un bricoleur y pequeño empresario suizo, producía relojes pipí cucú, quesos, chocolates cuya marca se hizo famosa: "Alpen Garoten" y regenteaba un Spa con yacuzzi.

La vida de la pequeña transcurría según el cielo climatérico de la ecología hormonal alpina, y soñando con el príncipe austro-húngaro que la hiciera feliz para siempre. Su tierno coranzcito latía con las soñadas promesas del Amor mientras el sano clima de la comarca hacía maravillas con su anatomía. Sus amorosos ojos azules vieron llegar el día en que tenía que abandonar el pago para completar su educación en un Fino Colegio para señoritas mantecas.

Pero hete aquí que debe dirigirse a un bello país, San Remo. Añorando la montaña, llega a la estación para ser recogida por la institutriz, bella Rivarola finisecular. La dura realidad le permite conocer a dos dulces y pobretones huerfanitos, Annie y Yeppeto.

Aparece satánico y libidinoso, el fornega que regentea el Orfelinato, con pinta de britón con mostachos de vodevil y se juna al toque a Heidi.

Por suerte la institutriz rivarolesca aparece a salvarla y la lleva como una gayina clueca a un cachilón (Faetón Misssubicho) junto a otro manojo de ninias al Fino College. Qué le digo querido lector que este tunante, el fisgón Ludovico Locazzo le ofrece una golosina a una de las blondas pequeñas ante los azorados ojos de la institutriz ¡Qué momento!

En el Fino Colegio, las tiernas muchachas se divierten sanamente, estudiando poesía y mariposeando la prosa canyengue del Parnaso y bordando delicado macramé pelotudo propio de una Rivarola. Ejecutan además el dicho mente sana y body posta al compás del ritmo aeróbico de la Barcarola y el pasodoble. El curso que más entusiasmaba a este manojo de mariposas de primavera era el posgrado: "Porristas, Bastoneras, Modelos y Paquitas".

La vida tilinga al margen del mundo de la vida les ríe y canta pero, un día aciago llega a oscurecer la felicidad, sí estimado lector caníbal, la guerra golpia a las puertas taraceadas del Colegium Artium Rivarolium.

Desdichados, los hombres que anegan los negros y humeantes campos de batalla y destruyen la paz de nuestras heroínas, las beyas pequeñas educadas. El terror aletea en la noche iluminada por los fogonazos de las culebrinas y las bombardas feroces, chasqui-bombas que hieren las entrañas desgarradas de la madre tierra.

Heidi debe abandonar su esplendorosa vida curricular, nuestra frágil campesina Tirolesa interrumpe el bordado y avizora el terrible mundo de la Lebenswelt. Dejar el viejo caserón finoli, el clavicordio y el jardín versallesco de esta pequeña Unidad rocanbolesca, la enfrenta a la dura realidad Dickensiana del Orfelinato del fornega y truhán de Locazzo.

Abandonar el Caserón en un carromato celular tipo Keystone y llegar a un recinto niñame de Terror. Soportar el fichoneo melaza del gandul y canalla de Ludovico y lo peor de todo era saber que su futuro en manos de este baboso era el Burlesque, el Varieté erótico de la cabaretera de culebrón. Si amigo Ludovico Locazzo era un cafirulo, un aplicado empresario del placer.

¡Oh Musas del Parnaso Barroco! Vosotras que chancleteais con túnicas transparentes la pasarela del sambódromo griego, ayudad a la pequeña y rescatadla de las manoseantes intenciones del sátiro de la mortadela.

Heidi ya se veía con el unifrome de Bataclán aeróbico delante de un público entusismado al paroxismo, mordiendo las butacas y pidiendo un bis.

Por suerte la regenta del Colegio, la madama Fifí Sorbón realizó diligentes esfuerzos en la procura del paradero de las pequeñas y utilizando los conocimientos de Francesco D'Orto encuentra el Orfelinato y la rescata.

El amor siempre triunfa porque el amor es difícil, Madame Fifí es la dichosa promotora de una Agencia de Modelaje Parnasiano y Heidi y sus amiguitas son terribles modelos en la pasarela concheta del Glamour Manteca. El corazón de Heidi aletea en una nube amorosa. ¿Se casará con Francesco D'Orto? Chi lo sa. Bisogna fuggire il cattivo esempio. Io sono contento.


*Publicado originalmente en La república de Platón, Nº 53

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