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ISSN 1688-1672

 



RIVAROLA -

El discreto encanto de las Rivarola*

Mario Ferrari Brown

La Rivarola no es una especie en peligro porque vive y lucha en un mundo que no entiende: el mundo posmutante de Mad Max y el mestizaje del Mercosur


El título señala nuestra admiración por el lápiz fino y puntual de Roland Barthes, cuyas admirables semblanzas culturales se incrustaban en un delicado camafeo francés, rivarolesco, sutil y agradable.

En su memoria avanzamos aquí una semblanza entomológica de ciertos gestos que el pasado decadente nos recuerda entre una pequeña porcelana terraja y una litografía descolorida. Una arqueología de las Rivarola - memorables personajes arquetípicos - señala una serie de actitudes, gestos ambiguos, chancleteos entre macramés y pianolas. Suspiros art nouveau en la Academia de Solfeo, joyas de la abuela y pastelillos a la hora del té.

Estimado lector si Ud. conoce alguna Rivarola y conoció el placer inusitado de compartir sus recuerdos fantasmáticos, le digo que ha vivido una experiencia notable.

Ahora bien, me interpelaría un joven Lyotardiano, ¿cómo agitan las Rivarola? A lo cual le debería contestar que existe una especie de Rivarola Tipo con sus diferentes sensibilidades y tics (no modernos). La Rivarola Tipo no es Kistch o Camp, porque es anterior, más bien agita el Claro de Luna, el solfeo, el canto a capella. La Rivarola Tipo divide la cultura todavía en dos aspectos: la cultura clásica masiva de Eugene Ormandy y la pos-Beatles.

Si bien podríamos intentar una clasificación o identikit de la Rivarola, debemos agregar que una Rivarola es militante de la cultura, ama los grandes valores indefinidos del alma humana, es sentimental, es muy afectiva. La belleza de una Rivarola reside en su decadencia, en los gestos rituales de una foto amarillenta y en las chucherías porcelanescas que su alma sensible proyecta sobre su entorno.

Las Rivarola no son un tipo social, son un gesto cultural asumido como performance que es un rito y un gesto de su Yo. La Rivarola no es posmoderna, pues ella tiene asumido como actuante un Yo que es todo afectividad y la transforma en la Musa del Museo. La Rivarola es memoria proustiana de la tacita de porcelana y del bordado de Flandes.

Si uno pudiera, por un instante somero y unánime, la perspicacia sutil de establecer sus debilidades más íntimas, estoy seguro que sería así:

Un lugar: Confitería Lion D'or, Cinemateca, vernisagges, el Solís, el Parnaso.
Vocación: teatro, literatura, periodismo cultural, gastronomía, poesía.
Una frase: "Ponete un saquito que va a refrescar..."
Una melodía: Las Cuatro Estaciones, los Beatles.
Un hobby: porcelana, cuadros, libros, fotos viejas, macramé, tapices, arte precolombino, chirimbolos, hogar-museo.
Una bebida: licor de menta, guindado, anís.
Un recuerdo de infancia: la parroquia, la vieja casa del abuelo.
Una lectura: poesía, sicoanálisis.
Un filme: Ran, Muerte en Venecia, Tacones Lejanos, Kermesse Heroica, La Sociedad de los Poetas Muertos.
Un personaje: Woody Allen, Margarita Xirgu, Sartre.
Una fobia: Tinelli, el teleteatro, el tropical, el queso ruso.

La Rivarola no es una especie en peligro porque vive y lucha en un mundo que no entiende: el mundo posmutante de Mad Max y el mestizaje del Mercosur. Son como Scarlett O'Hara entre el norte y el sur. Sufren una dura realidad para la cual nunca fueron educadas. Su alma es más sensible a los transportes místicos que a los medios masivos, cuyo "transporte" no entienden.

Mi estimado y despreocupado lector, yo quiero a mis tías gordas, esas que lo detienen con cariño para lanzar una conjetura sobre su futura vocación: ¿Qué vas a ser cuando seas grande? Y uno, que por pequeño que sea ya entiende, contesta cualquier cosa al azar, para poder seguir haciendo travesuras con la vecinita de enfrente, cuyas medias le dan calor. Pero cumplí mi cuota de tías gordas y es suficiente.

El remedio es llamar a los Cazafantasmas, para conjurar a estos pegajosos sobrevivientes de un álbum de recuerdos, que Lio tarde estimado lector....

Un saludo a las Rivarola de la TV uruguaya, ingeniosos arquetipos de lo ambiguo.


*Publicado originalmente en La república de Platón, Nº 1

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