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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



MARTIN, QUINN - TELESERIE POLICIAL - LOS INTOCABLES - EL FUGITIVO - KOJAK -

La mano que mece la cuna*

Fernando Santullo Barrio
La búsqueda del realismo y la pérdida del maniqueísmo en el tratamiento del problema del crimen en la ficción televisiva es un proceso en donde a veces ambos aspectos aparecen contrapuestos: mas verosimilitud en el trabajo policíaco puede atentar contra la tensión y el suspenso que son condición básica del género


La historia de las
series policiales parece encontrarse, en mucho mayor medida que el cine, vinculada a los deseos y virtudes de los productores antes que a las capacidades de los directores. En ese sentido, la serie policial de "autor" no habría que rastrearla entre la infinita lista de directores responsables de igual número de capítulos, sino en el "estilo" o "escuela" conque cada productor ha marcado el género desde sus orígenes.

Uno de los más relevantes en ese sentido fue Quinn Martin
(1927 - 1987), productor de las más importantes series de la década del 60 y los primeros setenta quien, apoyándose en muy buenos actores para sus roles protagónicos y en sólidos guiones para sus dramas sentó (es casi seguro que sin proponérselo) las bases de las modernas series policiales.

Sus shows intentaron
(y en buena medida lograron) reproducir en forma fiel y atractiva tanto las rutinas policiales como los motivos reales de crimen. Si, como dijo Raymond Chandler, los libros de Dashiell Hammett devolvieron el crimen a quienes lo cometen con algún motivo, Martin hizo lo propio dentro de las series policiales de TV con sus programas.

Tuvo además en común con Hammett una similar predilección por el uso de los espacios urbanos como marco para el tratamiento de la temática criminal. Aunque esto no siempre resulta trasparente, las series policiales de la TV se adscriben a determinados subgéneros dentro de ese amplio espacio conocido como "lo policial": en primer término, a las series detectivescas, con el clásico "private eye", su secretaria y su contacto dentro del cuerpo de Policía; en segundo lugar, al llamado "police procedural" o procedimiento policíaco, esto es, la versión del crimen relatada por los propios cuerpos del orden.

Pese a que dentro de la novela negra norteamericana
(fuente indiscutida de roles y modelos para las series policiales estadounidenses) existen otros subgéneros como el "crime psicology" o relato psicológico del crimen,, el "crook story" con el protagonismo de la versión del criminal (al estilo de William Burnett en sus clásicos Pequeño Cesar, Alta Sierra y La jungla de Asfalto) y hasta un "penitenciary story" o relato carcelario, la TV ha optado mayoritariamente por centrarse en la versión de los "buenos" de la historia, a saber, la de quienes están del lado de la ley.

Sin embargo, y sobre todo desde las series que Martin realizara durante fines de la década del sesenta y en los setenta, los personajes han adquirido corporeidad, verosimilitud y realismo, llegando a cuestionar, en forma radical algunos de ellos, las simplificaciones que caracterizaron durante muchos años las historias de "policías y ladrones" en la TV: no siempre el ladrón es el "malo" de la historia y no son pocos los policías corruptos. Sin embargo, y es justo decirlo, las series de TV en general han optado por no llegar tan lejos como algunos personajes clásicos de la novela negra en su denuncia de la complejidad del crimen.

Esos personajes
(pensar en los sádicos y brutales policías de las novelas de Jim Thompson por ejemplo) han encontrado su lugar antes en el cine que en la TV. Mas todavía, la pantalla grande parece ser el espacio en donde el "crook story" se ha desarrollado bajo su forma visual más acabada.

La búsqueda del realismo y la pérdida del maniqueísmo en el tratamiento del problema del crimen en la ficción televisiva es un proceso en donde a veces ambos aspectos aparecen contrapuestos: mas verosimilitud en el trabajo policíaco puede atentar contra la tensión y el suspenso que son condición básica del género, y viceversa, la búsqueda de mayor atractivo en la acción, puede hacer perder el pie del argumento en lo que veracidad se refiere. Encontrar este balance ha sido el norte de los más importantes productores de series policiales de TV. De este proceso han surgido algunos de los más notables ejemplos de comunicación televisiva, entre los que se cuentan la docena larga de series y filmes para TV producidos por Quinn Martin entre 1959 y 1980.


Puros y duros

Enmarcada dentro de lo que se conoce como "police procedural", en el mes de octubre de 1959 la compañía CBS Desilu realizó un piloto de dos capítulos de Los Intocables
(The Untouchables), una de las series clásicas del género y, probablemente, el punto de partida de la serie policial de TV tal como se la conoce hoy.

Con un parco y recio Robert Stack en el papel de Eliott Ness y Neville Brand como su antagonista, Al Capone, el piloto se basaba en la autobiografía que Ness había escrito en colaboración con el escritor Oscar Fraley. Como resultado de estos dos capítulos, la cadena ABC realizaría la famosa serie entre los años 1959 y 1962, centrando cada capitulo en la lucha sin pausa que Ness y sus chicos sostenían contra una Mafia que tenía como blanco, muchas veces, víctimas inocentes.

El narrador original fue Walter Winchell pero los televidentes de habla hispana no deben dejar de recordar la nasal voz del "periodístico" doblador que anunciaba las acciones de Capone y los suyos sin inmutarse ante las decenas de muertos que se acumulaban en la pantalla.

Ambientada en 1930, en la Chicago de la Ley Seca, la serie centraba su foco sobre las acciones de la Mafia organizada del alcohol, particularmente en Capone. Como señala el periodista Florian Baumann, la serie se ubicaba en una época en donde "la gente se encontraba dispuesta a pagar lo que fuera con tal de poder beber alcohol. Y a veces pagaban con su vida".

Uno de los efectos colaterales del uso de la Mafia italiana como fuente casi exclusiva de los problemas de Eliott Ness, fue que a lo largo de toda su existencia, la serie tuvo que soportar los embates de grupos Italo-americanos que protestaban por el uso de nombres de ese origen para los maleantes. Como resultado de esas presiones, los mafiosos terminaron llevando nombres como Johnson y Jackson, mientras un tal Rico Rossi, interpretado por Nick Georgiade, era miembro de Los Intocables.

En sus tres años de duración, Los Intocables fue una serie plena de acción en donde Quinn Martin comenzó a dibujar un perfil de producción propio. Martin, quien fuera del género también incursionó en la ciencia ficción con la notable Los Invasores
(The Invaders, protagonizada por Roy Thinnes como el arquitecto David Vincent), desarrolló un estilo que privilegiaba la solidez actoral de sus protagonistas y dejaba los libretos en manos de reconocidos escritores del género.

También impuso un modelo de presentación de los programas: cada uno de sus shows comenzaba con la música de la serie y la voz de un narrador que anunciaba el nombre de esta, agregando acto seguido la frase "a Quinn Martin Production", marcando desde el comienzo la austeridad narrativa y visual de sus programas.

Después de la producción de Los Intocables, Martin realizaría su primer trabajo independiente, El Fugitivo
(The fugitive), con David Janssen como el doctor Richard Kimble. En esta serie, emitida por la cadena ABC entre los años 1963 y 1967, Kimble era un hombre inocente acusado del homicidio de su esposa. Acosado por la policía, especialmente por el teniente Philip Gerard (Barry Morse) quien estaba obsesionado por su captura, Kimble perseguía a su vez al verdadero asesino de su mujer, un criminal conocido como el "hombre de un solo brazo" (protagonizado por Bill Rasch).

La mayor parte de los capítulos de la serie no eran estrictamente policiales sino situaciones dramáticas plenas del suspenso y la tensión que la persecución de Kimble les otorgaba. En el episodio final de la serie, un testigo permitía a Kimble detener su fuga y a la vez misma vez mostraba al "hombre de un solo brazo" morir mientras intentaba cometer otro crimen. El Fugitivo fue la historia policial de mayor audiencia en su momento, convocando durante la emisión del último capítulo al 72% de los televidentes de los EEUU.

Un año después de haber lanzado la serie que tenía a Janssen como protagonista, Martin realizaría El FBI
(The FBI), con el actor Efrem Zimbalist Jr., quien había sido elegido por el propio Edgar Hoover, director de ese organismo, como el hombre indicado para hacer las veces de agente "tipo". Los guiones de la serie, que fuera emitida por ABC entre los años 1964 y 1974, se basaban en casos de archivo de la agencia federal estadounidense y los federales eran siempre casos extremos de patriotismo e integridad. Zimbalist Jr. es el responsable de la famosa postura del agente que apunta con las dos manos mientras grita "Alto FBI".


Viejos, gordos y feos

Los shows producidos por Quinn Martin marcarían los últimos años de la década del 60 y los primeros setenta con su estilo parco y recio
(QM Productions produjo en ese entonces mas horas de programas de televisión por semana que cualquier otra productora independiente), apostando en muchos casos al uso extensivo de locaciones urbanas, siguiendo la línea de muchos clásicos de la novela negra estadounidense que consideraban a la ciudad como el espacio privilegiado para el ejercicio de la violencia y el crimen. Martin desarrolló y perfeccionó la fórmula del drama televisivo de una hora de duración: el número de actos, el número de impactos de acción en cada uno de estos actos y una notoria maestría para colocar interesantes "ganchos" en la trama antes de cada tanda comercial, asegurando la permanencia de la audiencia durante la duración de ésta.

El primero de los shows de la década del 70 fue Dan August, producido para la ABC durante 1970. En ella un joven Burt Reynolds protagonizaba a un teniente de policía de un pequeño pueblo de California, apoyándose esencialmente en la acción y apelando a la experiencia del actor como doble. Según el propio Reynolds, el papel le fue otorgado al responder en forma afirmativa a la pregunta de si sabía saltar de un auto. La serie no supo aprovechar el
humor y el carisma del actor y fue cancelada al final de su primera temporada. También en 1970, Martin produjo el filme para TV Travis Logan, D.A. en donde el fiscal de distrito Logan intenta inclupar a un hombre acusado de haber asesinado a su socio.

La segunda serie de Martin en los setenta fue Cannon y en ella introdujo por primera vez un detective privado como protagonista de sus series. Bajo la figura de un "private eye", el actor y también productor William Conrad, narrador de las series de Martin durante la década del sesenta, protagonizaba a Frank Cannon, un ex detective de policía que dejara el organismo después de la muerte de su esposa e hijo. Entre los escritores famosos que escribieron guiones para la serie se encuentra el prestigioso Bill Ballinger
(autor del clásico "La mujer del pelirrojo").

William Conrad
(nacido el 27 de setiembre de 1920, en Louisville, Kentucky y fallecido el 11 de febrero de 1994 en North Hollywood, California) tenía una larga historia tanto como actor como productor y desde comienzos de la década del sesenta se encontraba fuertemente vinculado a las producciones de Martin.

Desde sus primeros trabajos de mediados de la década del cuarenta, Conrad había realizado múltiples tareas como actor
(The Killers en 1946, Tension de 1949, The sword of Montecristo de 1951, The naked jungle de 1954 entre otros filmes y series), como narrador (en el cómic Rocky y Bullwinckle y en El Fugitivo durante los sesenta) y como director y productor de un buen número de filmes. A comienzos de esa última década, Conrad se hizo cargo de las presentaciones de los shows de Quinn Martin y después de su actuación en Cannon se convirtió en una suerte de icono de la serie policial, siendo reclutado como protagonista de Nero Wolfe en 1981 y Jake and the Fatman en 1987. El último trabajo de Conrad fue el de narrador en el filme Hudson Hawk (con Bruce Willis) del año 1991.

Durante cinco años, entre 1971 y 1976, la serie se mantuvo dentro de los programas mas vistos de la cadena CBS. Después del fracaso de la serie protagonizada por Burt Reynolds, en donde Martin intentara centrarse en la acción y en un protagonista joven, ya comenzaba a perfilarse como característica sus producciones la preferencia por los
antihéroes: sus protagonistas iban a ser desde entonces viejos, gordos o feos. Esta tendencia se vería confirmada con la aparición de Banyon y Barnaby Jones.

La primera de estas duraría menos de un año, entre 1972 y 1973, y tenía como protagonista a Robert Foster como Miles Banyon. Ambientada en el Los Angeles de 1937, la serie evocaba los ambientes clásicos de la serie negra que el propio Martin volviera populares en Los Intocables.

Inmediatamente después de Banyon, Martin lanzaría Barnaby Jones, protagonizada por Buddy Ebsen, una serie que en forma casi inadvertida se convertiría en una de los programas de más larga duración en la pantalla chica. Entre 1973 y 1980, Barnaby Jones, un detective privado que volvía del retiro para investigar la muerte de su hijo y sucesor en el negocio, confirmaría las características atípicas que Martin proponía para sus protagonistas.

Estas características se verían reafirmadas en los protagonistas de las dos series siguientes de Martin: tanto Karl Malden en Las Calles de San Francisco
(San Francisco Sreets) como Telly Savalas en Kojak, no fueron elecciones casuales en la intención del productor. La búsqueda de la solidez interpretativa así como el intento de dar verosimilitud a sus personajes, llevó a Martin a buscar buenos actores que se adecuaran al tipo de un oficial de rango en la Policía. Como ya apuntara Raymond Chandler en 1949, los policías de la ficción debe tener el físico y la edad apropiados para la tarea que deben cumplir.

En el caso de Kojak
(emitida por la CBS entre los años 1973 y 1978), la labor del calvo y duro teniente Theo Kojak contenía bastante mas densidad que la del policía de TV medio en lo que al trabajo policíaco se refiere: Kojak tenía que rendir cuentas a su capitán (Dan Frazer) y enviaba los oficiales a su cargo (Kevin Dobson como Crocker, Vince Conti como Rizzo, Mark Russell como Saperstein y George Savallas como Stavros) a realizar el trabajo "sucio". Con su paradigmático detective griego, que se empeña en proseguir investigando el caso cuando ya todos lo han abandonado, Savallas creó una de las imágenes mas perdurables en la retina de los televidentes.

Mas allá del carisma del veterano actor, la serie sustentaba su éxito también en sus muy buenas filmaciones el locaciones de New York y sus notables guiones, algunos de ellos a cargo del escritor Joe Gores quien ganaría un premio Edgar
(el equivalente al Oscar entre los escritores de misterio) por uno de sus capítulos de esta serie. Gores también escribió varios capítulos de Columbo y, ya en los ochenta, realizó varios guiones para Magnum P.I. y Remington Steele.

En Las calles de San Francisco, Martin se propuso reunir al también veterano y ganador del Oscar, Karl Malden en el papel del teniente Mike Stone con el futuro ganador del Oscar Michael Douglas en el rol del inspector Steve Keller, apostando a la calidad de ambos interpretes. En la pantalla, la pareja trasladaba con vigor y credibilidad los casos que dos policías de esa ciudad californiana debían resolver. Malden conocía a su co estrella desde la infancia por lo que buena parte de la notable química que ambos exhibían en la serie puede adjudicarse a la relación tío - sobrino que los vinculaba.

Filmada en locación en San Francisco durante los años 1972 y 1977, la serie repetía
(y en algunos aspectos mejoraba) los estándares de calidad y buena producción de los trabajos de Martin: alto nivel de actuación, filmación extensiva en espacios urbanos y una coherente descripción de la rutina policial.

También en la década del setenta, Martin realizó
(con menor impacto masivo) las series Most Wanted, emitida por la cadena ABC entre los años 1976 y 1977 que contaba con Robert Stack (el famoso Eliott Ness) como el capitán Linc Evers, y The Manhunter, emitida por la CBS entre 1974 y 1975.

En la primera de estas, Dan Stoddard, mayor
(intendente) de Los Angeles, California, crea una unidad especial dentro del departamento de Policía. La misión del grupo era capturar a los criminales más buscados por la justicia. Todavía recio, Robert Stack, apoyado por sus dos ayudantes, capturaba cada semana a un criminal diferente.

Martin también produjo un filme para el cine: El vals de Mefisto
(The Mephisto Waltz) en 1971. Allí, Alan Alda hacia las veces de un pianista camino a la fama, amigo de otro pianista famoso quee encontraba al borde de la muerte. Sin que Alda lo supiera, su amigo era un satanista que planeaba cambiar sus respectivas almas antes de su muerte. Típica producción de clase B, el filme no tuvo mayor repercusión salvo entre los fanáticos del género o del productor.

Las últimas producciones de Quinn Martin fueron dos películas para TV: La Ciudad
(The City) en 1977 y The Aliens Are Coming, en 1980. En La Ciudad, Robet Forster y Don Johnson interpretan a dos detectives, Matt y Scott, que tratan de evitar que un psicho killer (Mark Hammill como Eugene Banks) asesine a un famoso cantante country que lo golpeó cuando era niño. El filme fue dirigido por Harvey Hart y tenía, una vez más, la rica voz de William Conrad narrando la historia.

The aliens are coming también fue dirigida por Hart y era, siguiendo la predilección de Martin por los subgéneros, un filme de neta clase B sobre invasión extraterrestre. Como curiosidad, aparece Ed Harris protagonizando a uno de los policías que defienden a la Tierra de la Invasión.

Quinn Martin falleció en 1987, sin haber producido nada durante sus últimos siete años de vida. Previamente, y con su trabajo como productor durante más de dos décadas, Martin se convirtió en uno de los principales responsables de las bases del moderno drama policial de TV y de la serie televisiva en general.


* Publicado originalmente en Posdata

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