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CÓMIC - HISTORIETA - YELLOW KID - FORMAS MITOLÓGICAS DE DISTINGUIR NORTE Y SUR - HISTORIA DEL CÓMIC

La máquina de los cuentos

Sandino Núñez

Es fama que en los ochenta el cómic ingresa definitivamente al status de "lectura para adultos" -se hace europeo, más culto y más literario-. Aparecen las "Graphic Novels"


Solamente por el gusto de poner fechas y orígenes
(para poder después conmemorar, celebrar y disponer de efemérides y momentos fundantes), consignemos que en mayo de 1895 apareció la primera historieta (también cómic, o tira cómica). Era el Yellow Kid, un gurí bocón y de orejas apantalladas creado por Richard Fenton Outcault, que aparecía en el diario New York World.

Luego se dispara una historia sagrada que ningún arqueólogo o entusiasta por el tema dejará de reconocer. Little Nemo in
Slumberlands
, aventura superrealista por los sueños de un niño, creada por Winsor McCay en 1905
(y que conoció
recientemente una versión animada por Moebius)
. Bringing up father, de George McManus (1912), que introduce el tema familiar de las clases medias en el cómic. 1929 fue significativamente productivo para la historieta: aparecieron Tintin, joven y curioso periodista creado por el belga Hergé; Popeye, de EC Segar; Mickey Mouse, de Walt Disney; Tarzán de Edgar Rice Burrougs (dibujado originalmente por Hal Foster, el creador del Príncipe Valiente).

El período que va desde 1930 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial es el conocido como "la edad de oro del cómic". En esos 15 años surge la gran mitología clásica de la historieta: Dick Tracy, Flash Gordon, Spirit, Batman, El Fantasma, La Antorcha Humana, Linterna Verde, Mujer Maravilla, Capitán América. Es en este período (1938) que el cielo de Metrópolis comienza a ser surcado por el gran héroe blanco del cómic estadounidense: Supermán.

En los cincuenta, años de guerra fría, crisis y censura, mientras muchos héroes clásicos no hacen sino tramitar, razonablemente, el empuje de la propaganda política, también se promocionan algunos antihéroes satíricos como El Recluta o Charlie Brown.

En 1959 la revista francesa Pilote publica las primeras historias de un diminuto guerrero galés: Asterix.

Entre los sesenta y los ochenta, un nuevo empuje a la cultura del cómic hace que este período se reconozca como "la edad de plata". Aparece la historieta underground. El dúo Stan Lee-Jack Kirby, desde Marvel Comics, trabaja incesantemente a todos los niveles, y nuevos superhéroes nacen todos los días: Los Cuatro Fantásticos, Hulk, Gato Surfer, Wolverine, Thor (todos de Marvel), Corto Maltés, Fritz el Cat, Barbarella, etcétera. Una mención especial merece el surgimiento en Marvel del Hombre Araña, posiblemente el héroe más neurótico y conflictuado de toda la historia del Olimpo del cómic.

También en este período aparecen dos mujeres, bastante diferentes pero que tienen en común la propiedad de ser parte de la heráldica sagrada de la historieta: Little Orphan Annie y Mafalda. Ellas, quizá involuntariamente, no dejaban de ser la verificación de una de las viejas formas mitológicas de distinguir entre el Norte y el Sur, entre el centro y la periferia, el sajón y el latino, la materia y el espíritu, la sensualidad y la austeridad del espíritu crítico (idea para un cómic: dos héroes suplementarios que se llamen Calibán y Ariel, aprovechando, digamos, el aspecto de la pareja de Midnight Cowboy).

Es fama que en la década de 1980 el cómic ingresa definitivamente al status de "lectura para adultos" -se hace europeo, más culto y más literario-. Aparecen las "Graphic Novels". Aliadas a la estética apocalíptica del punk o del viejo hard rock, aparecen piezas coleccionables como Heavy Metal, la francesa Metal Hurlant o la argentina Fierro. Invirtiendo el sentido de una ecuación ya clásica, el cine, a través de directores como Ridley Scott (Blade Runner, Alien), va al cómic (y especialmente a dibujos de realizadores como el francés Moebius, o los italianos Tamburini, Liberatore o Manara) a buscar una escenografía y un diseño. También la literatura, especialmente el género de la ciencia ficción, se confunde con la nueva estética del cómic de los ochenta, a través, por ejemplo, de William Gibson o (jugando un poco con la cronología) Stanislaw Lem.

Hasta aquí la historia, los datos anecdóticos. El cómic (como el cine o la tevé) es, básicamente, el escenario de una mezcla. Una mezcla de géneros, estilos, recursos y estrategias, que no persigue, necesariamente, la obtención de un efecto estético unitario, ni pretende circular como un valor, ni monumentalizarse como un fetiche (aunque, justo es confesarlo, no siempre lo consigue). La máquina gráfico-narrativa suele ir mucho más allá de sus propios objetivos o límites (contar una historia, digamos, o entretener).

* Publicado originalmente en Brecha

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