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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



VACA - IMÁGENES DELAMENTE - TEATRO ALTERNATIVO URUGUAYO -

Una historia obsesiva en torno a la vaca*


Gabriel Peveroni

La única certeza es que Esto no es una vaca parece haber dejado el terreno de la acción para convertirse en otro interesantísimo ejemplo del teatro alternativo uruguayo, que ha dejado en estos últimos años leyendas underground como las de los grupos Con Perdón de los Presentes, Moxhelis y Jarabe Blues


La breve pero intensa historia de los Encuentros de Teatro Joven organizados por la Comisión de Juventud de la IMM está marcada por la acción de tres grupos: Imágenes Delamente, L’Arcaza y Las Migas del Pan Autista. Los primeros se han destacado por la presentación del espectáculo Esto no es una vaca, una serie de cinco happenings que han provocado más de una polémica debido sobre todo al impacto de las imágenes planteadas por el grupo integrado por Raúl Núñez, Sheyla Tomas y Néstor Núñez.

En la introducción del video Tahití de Pablo Dotta, unos años antes de que realizara El dirigible, el joven cineasta tomaba prestada una escena de La hora de los hornos de Pino Solanas. A las imágenes de la matanza de una vaca en un frigorífico, apenas si Dotta le agregó la tonada melancólica de una canción de Fernando Cabrera para provocar un fuerte impacto. Estético y frontal. Crudo, pero sobre todo con la certeza de llegar al centro de una de las posibles ideas de la discutida, más que nada en aquellos años 80, noción de identidad nacional.

La vaca, el mismo tema que se repite hasta el hartazgo en los libros de la escuela, en los discursos políticos, en los cálculos de las exportaciones tradicionales, en la mesa de la mayoría de los uruguayos. Y también en ese rito llamado asado, que con sólo salir de Montevideo puede incluir el propio ritual del sacrificio de un ternero en una escena cotidiana de una tarde en el campo.

La vaca, como no puede ser de otra manera, aparece periódicamente en el papel protagónico de acciones artísticas. Ejemplos hay muchos, desde la irónica canción de Los Tontos Yo nunca vi una vaca hasta la mencionada referencia en el video de Dotta, pero pocos llegaron a proponerla como tema central, como eje obsesivo de una serie de espectáculos. Esto fue lo que propusieron, en el marginal espacio del Encuentro de Teatro Joven, y durante cinco temporadas consecutivas, los integrantes del grupo de teatro Imágenes Delamente.

Vaca uno

El debut de Esto no es una vaca fue en el año 1995. El grupo integrado por los hermanos Raúl y Néstor Núñez y Sheyla Tomas trabajó en esa primera parte de la serie desde el escenario. Todavía no sabían que ese primer acercamiento los llevaría a trabajar el tema en otros planteos y búsquedas que harían crecer la idea original.

Habíamos trabajado internamente como grupo y sentíamos la necesidad de hacer una presentación en público, dijo Raúl Núñez en entrevista a Posdata.
La vaca era el gran tema, pero en esa primera acción trabajamos el tema del tiempo desde distintos cuadros o acciones. Por ejemplo, aparecía un hombre fumando distintos cigarrillos en tiempo real, con la intención de hacer una traslación donde el objeto pasara a ser lo principal. Otra de las acciones era la de una mujer colocándose distintos sombreros. Lo importante en esos cuadros era la acción y la reiteración de esa acción, no el personaje ni el actor ni tampoco lo que se representaba”.

¿Dónde aparecía la vaca en ese primer espectáculo? Estaba por detrás, multiplicada en vacas negras y blancas que se repetían desde la cuidada escenografía. El carácter de arte conceptual, de diferenciarse de lo estrictamente teatral ya estaba presente en ese primer happening producido por Imágenes Delamente en el año 1995 y que tenía una de sus motivaciones en el entonces reciente episodio de violencia vivido en las cercanías del Hospital Filtro.

Un elemento que nos motivó a trabajar sobre la vaca fue lo que pasó en el Filtro. Por casualidad los tres estuvimos ahí y vivimos cosas que nos hicieron aflorar las historias que nos contaban de la dictadura. En ese momento sentí una especie de traslado de un tiempo a otro. Fue una experiencia surrealista, que no parecía real, y pensamos que podíamos trasladar esa sensación a una acción teatral, con cosas no reales, simuladas. Y eso se encadenó con la idea trabajar el tema de la vaca. ¿Cómo apareció la vaca? Y bueno, ante la falta de referentes representativos uruguayos, pensamos que era un buen punto para arrancar como eje temático. Nuestra identidad como grupo iba a ser la vaca. Porque Uruguay es un país-vaca, desde niño lo estoy viendo así. Eso sí, en el primer espectáculo no queríamos hablar de ella sino de lo que representa. Por eso salió lo de Esto no es una vaca. Era la representación, no la vaca. Y cada año se fue transformando”.

Vaca dos

Después del impacto producido con la primer puesta en escena, el grupo trabajó durante un año entero lo que sería el segundo espectáculo. En él incorporan otras técnicas expresivas que los acompañarían durante toda la serie, en especial la proyección de imágenes desde monitores. Otros elementos nuevos que aparecen en 1996 son personajes como El Carnicero y símbolos patrios que se adaptan a la acción performática. En Esto no es una vaca II la banda sonora sería la tradicional ‘Marcha a mi bandera’, además de un tema de la artista conceptual Laurie Anderson.

El del primer año había sido un espectáculo frontal donde no hacíamos participar a la gente, así que en el segundo año sacamos las butacas y decidimos trabajar sobre las sensaciones. Hicimos esperar afuera a los espectadores y les dimos de tomar leche. La intención era seguir un poco la línea de trabajo de Marinetti y de los dadaístas que después se retomó en los 70 con los happenings. Sentíamos la necesidad de abordar a la gente, provocándola solamente con imágenes. En el medio de la platea había una caseta revestida de acetato transparente y adentro estaba un personaje, El Carnicero, destrozando una cabeza de vaca mientras desde un circuito de monitores se exhibía esa escena del frigorífico que filmó Pino Solanas en 1967 para La hora de los hornos. Siempre me golpeó esa imagen...

La experiencia personal se filtra también en la obsesión temática de Raúl Núñez por la vaca, especialmente en el trágico y violento final que viven en el infierno de los frigoríficos, virtuales campos de exterminio. No es para nada casual que haya elegido esa imagen registrada por Pino Solanas que luego sería retomada por el cineasta uruguayo Pablo Dotta.

Mi padre trabajó en el abasto muchos años y tanto mi hermano como yo vivimos cotidianamente la masificación destructiva de la vaca. No es lo mismo ver carnear un animal en un campo, que tiene otra connotación, que estar en un frigorífico o en una yerra”, dice Núñez. Por eso también, está presente la necesidad del grupo de buscar el camino de la simulación, de mostrar desde diferentes ángulos esta muestra del horror cotidiano. “En Esto no es una vaca II pretendimos mostrar a la vaca desde distintos ángulos, por eso introdujimos esas imágenes combinadas con música de Laurie Anderson y un nuevo eje temático, patriótico, con la ‘Marcha a mi bandera’. En un momento se congelaba la imagen de los televisores y empezaba a sonar la marcha; allí El Carnicero se quitaba la ropa blanca manchada de sangre para convertirse en el Hombre de Traje con su maletín y su cabeza blanca”.

Vaca tres

La sensación de haber concluido una trilogía estuvo presente en la realización de Esto no es una vaca III, presentada en el Encuentro de 1997, que fuera también el espectáculo más polémico del grupo. No pocos espectadores se sintieron agredidos cuando El Carnicero simuló el degollamiento de un ternero en escena. Los integrantes del grupo también se sintieron conmocionados en esa puesta y por eso vendría una parte cuatro y una posterior parte cinco de la serie.

El primer año había sido ‘frontal’, el segundo de ‘intervención’, así que el tercero la idea directamente era provocar, no escupiendo a la gente, sino buscando una provocación interior, que viniera de la gente misma. Para eso colocamos esa gran mesa donde los espectadores comieron trozos de carne, en un ambiente de algarabía, al comienzo de la performance. Armamos dos grandes cruces que en el centro tenían monitores emulando el Sagrado Corazón de Jesús y sonaba una música de Canto Gregoriano mientras la gente se iba sentando. Y cuando se iluminaba la escena se veía a Clorinda -la famosa vaca de la publicidad- en los monitores y a un ternero vivo colgado. Estuvo muy discutido dentro del grupo si lo sacríficabamos o no. Al final optamos por la representación, pero la gente se indignó tanto que se generó una conmoción, una energía que nosotros también la sentimos. El tema era abordar la agresividad y creo que se logró”.

Aún hasta el día de hoy, pasados dos años, Núñez dice que hay gente que le recuerda la performance de 1997, que provocó entre otras cosas que el propio jurado los descalificara de la competencia del Encuentro de Teatro Joven. Fue también el único año que no estuvieron entre los grupos premiados, galardones que se hicieron cotidianos junto a los grupos L’Arcaza y Las Migas del Pan Autista.
Algunos nos preguntaron después de la acción por qué no habíamos avisado de qué se trataba el espectáculo”, recuerda Núñez.

Pero es así, la vida no te avisa. Es una cosa lógica: lo tomás o lo dejás... Otros elementos que aparecieron esa vez fueron el personaje del Payaso Artiguista vestido de blandengue y la bandera de los 33 Orientales con el lema ‘Libertad o Muerte’, que es también cuestión esencial de la vaca, ya que o está libre en el campo o muerta en el frigorífico. Y mientras hacíamos el ritual del sacrificio había un coro cantando la Oda a la Alegría. Lo curioso de lo que produjo este acto es que te vas 30 kilómetros de Montevideo y es normal que estén matando un ternero y comiendo un asado al mismo tiempo”.

Vaca cuatro

El tema de la represión había estado presente, desde aquella noche negra en el Filtro, en las búsquedas creativas del grupo Imágenes Delamente. Por eso, la cuarta parte de la serie Esto no es una vaca tuvo ese tema como eje y se desarrolló en plena calle, fuera del teatro de Don Bosco.

En el cuarto espactáculo trabajamos el tema social de la represión. Lo hicimos en la calle, sacando al público para que se sintiera desprotegido y que no tuviera la seguridad de la butaca. Colocamos proyectores en edificios cercanos para exhibir imágenes de campos de concentración, que mostraban la degradación del hombre por el hombre. Y a nivel del piso proyectamos de nuevo las imágenes de La hora de los hornos, de esa vaca que es golpeada, desangrada y muerta. Tomamos allí el tema de los desaparecidos, abordando por primera vez y directamente un tema social. Como elemento patriótico incorporamos ‘El Pericón’, interpretado por un grupo de instrumentistas de viento. Ellos fueron los que abrieron la acción, cuando aparecían los payasos en unos andamios desplegando carteles: unos con rostros de desaparecidos y otros con imágenes de torturadores y personajes de la dictadura militar. Utilizamos los rostros más ‘famosos’, aquellos que se habían vuelto acción reiterada, o sea simulación, y que habían perdido la verdadera esencia humana. Por eso apelamos a la fotocopia, a la masificación de imágenes de fotocopiadoras. Y como intermediarios estaban presentes las vacas, blancas y negras, del primer espectáculo. Cuando se desplegaban totalmente esos carteles, otros dos personajes terminaban de llenar con leche un tanque en donde estaba otro personaje que se transformaba, por un acto de magia, en un bacaray. O sea que mutaba en un aborto, en la vaca que no fue.

La crudeza de las imágenes de ese cuarto espectáculo pretendieron otro virtual “traslado”, según Núñez, que no apelaba a la politización del grupo sino a un viaje emocional.

Nos involucramos en el tema de los desaparecidos emocionalmente; queríamos traer la sensación. Eso lo conversamos mucho con las Madres cuando estábamos preparando esa acción. Siempre les dijimos que no queríamos involucrarnos políticamente”.

Hablando estrictamente de la serie performática fue, desde cierta mirada, el verdadero cierre de Esto no es una vaca.

Recién en ese año estábamos por terminar la teoría de la vaca. La mayoría de los grupos trabajan antes la teoría que el espectáculo mismo. Nosotros nunca nos metimos en ningún ámbito ni nos contaminamos en ninguna rosca o movida, ni para bien ni para mal. Hicimos en todos estos años un trabajo interno, con una única presentación al exterior en los Encuentros y después seguimos trabajando con intervenciones urbanas”.

Vaca cinco

En 1999, Imágenes Delamente presentó el quinto y último espectáculo de la serie Esto no es una vaca. Volvieron a estar nuevamente entre los premiados realizando esta vez una especie de recorrido sensorial por los diferentes tópicos tocados en los espectáculos precedentes.

El quinto era la necesidad del grupo de terminar con esto de la vaca, de terminar con el proceso porque había sido también un proceso muy personal, obsesivo y enfermante. Este año incorporamos diez niños de la calle y dos travestis. La propuesta era cantar dos canciones infantiles: ‘La vaca y la flor’ y ‘La vaca lechera’. Trabajamos el escenario frontal, la platea, la tertulia del tercer espectáculo, y después volvimos a sacar al público a la calle. A los niños les tocó estar en la tertulia y desplegar la bandera de los 33 Orientales. Y como sentíamos la ambigüedad de la vaca, lo andrógino, por eso fue que incluimos travestis. Ellas cantaron ‘La vaca lechera’ atravesando la platea de Don Bosco metiéndose dentro de la imagen de una pantalla. En otro contexto podrían parecer escenas ridículas, pero quedaron muy potentes porque estaban representadas por gente que no fue a actuar sino a representarse a sí mismos. Estuvieron también el coro, El Carnicero, los malabaristas, los zancudos y todos los personajes de los otros espectáculos”.

La pregunta obvia es si alguna vez se van a volver a repetir estas acciones. “No va a haber más vacas en este estilo”, dice Núñez, pero asimismo el grupo acaba de presentar un proyecto en Fondo Capital para realizar un espectáculo mayor en otro espacio, además de dejar registrado el video que se exhibió en el último happening y un cd de canciones y bandas sonoras incidentales que trabajaron en colaboración con el músico Gabriel Cordova.

La única certeza es que Esto no es una vaca parece haber dejado el terreno de la acción para convertirse en otro interesantísimo ejemplo del teatro alternativo uruguayo, que ha dejado en estos últimos años leyendas underground como las de los grupos Con Perdón de los Presentes, Moxhelis y Jarabe Blues. “Lo que hicimos en estos cinco años fue nada más que crear un espctáculo. Ahora que ya terminó nos sentimos liberados de esa presión, de esa obsesión”, concluye Núñez.

* Publicado originalmente en Posdata

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