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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



PARAPORNOGRAFÍA  - PORNOGRAFÍA - GRILLS OF THE PLAY BOY MANSION -

Parapornografía*

Lucas Scoponi-Cuthbert Cervantes

La parapornografía es lo que queda fuera de la escena pornográfica. En buena parte es el previo y el después al consumo de sustancias que dan condiciones para la filmación de una escena, pero aunque no haya consumo de sustancias no por ello deja de ser parapornográfico porque no se encuentra delimitado a un consumo, sino a un acto donde el consumo es un facilitador del acto

La piedra que desecharon los constructores
es ahora la piedra angular.
”.
Evangelio según San Marcos.
 

Pudiera ser suficiente con el epígrafe para definir qué es la parapornografía.

En la industria del cine para adultos no siempre basta con la presencia de dos o más cuerpos para que se pueda producir una escena de sexo explícito que sea almacenada por un equipo de profesionales quienes convierten ese producto en bruto – luego de una serie de procesos – en una alhaja que se exhibe en anaqueles de diversos puntos, desde el comercio formal hasta el informal y en internet. En gran cantidad de ocasiones los actores y actrices porno necesitan de popper (inhalante de nitrito), parches de testosterona, viagra o xilocaína para nombrar algunos de los productos que les permiten trabajar en el respetuoso y venerable ámbito de la actuación. Resulta no menos que un error que le achaquemos al cine porno su aparente elemento “real”, sin reconocer que en múltiples casos tenemos simulación en las escenas porque son, ante todo, actores y actrices en imagen-movimiento.

La parapornografía es lo que queda fuera de la escena pornográfica. En buena parte es el previo y el después al consumo de sustancias que aportan las condiciones para la filmación de una escena pero aunque no haya consumo de sustancias, no deja de ser parapornográfico ya que está delimitado a un consumo facilitador del acto. Como al ponerse su uniforme de juego, el consumo de estos incentivos es para un momento específico, pero uno puede jugar sin el uniforme si se lo permiten, aunque haya quienes necesiten el uniforme, es decir, que tanto el uniforme como, por ejemplo, el parche de testosterona son para un momento determinado. Por ello no podemos decir que todo actor y actriz porno  –o todo aquel que elabore o participe en un acto pornográfico– estará en un estado paraporno en cierto momento, sino que hay otros elementos para considerar que posibilitan la delimitación del concepto, uno de ellos es el cuerpo desnudo, contrario al cuerpo vestido con su uniforme, aunque se puede jugar a decir que el uniforme del actor y actriz porno es el propio cuerpo desnudo.

Grills of the Play Boy Mansion.

Expongo a continuación lo que considero un horizonte parapornográfico, acotando que no todo lo expuesto en la serie a citar es parapornografía, sino que la presencia de elementos como los afectos permitirán establecer una exactitud en la delimitación conceptual. Lo parapornográfico como el momento posterior al money shot –pero no sólo eso– como cuando el temblor pasó y viene la calma del terremoto llamado eyaculación, se va desvaneciendo, por lo que sería posible pensar esta otra pornografía –no reconocida como tal– en términos de evaporación, lo que nos permita plantear no especificidad en límites temporales sino con matices, en pos de una reducción como ocurre con el consumo de los facilitadores mencionados para la “adecuada” realización de una escena en la pornografía convencional.

El canal de televisión por paga E! presenta desde enero del 2009 Grills of the Play Boy mansión, que es la quinta temporada de una producción que lleva elaborándose desde el 2005 (fecha de la primera temporada). Esta serie trata básicamente sobre la vida de los habitantes en la Mansión Play Boy en California: Hugh Hefner (fundador y dueño de Play Boy) y su harem de novias. En dicha serie se ven festejos de cumpleaños, remodelaciones en la mansión, una actriz accidentada o enferma, los jardineros, las secretarias, manchas en el suelo, momentos incómodos que nos topamos todos como cuando un conductor de auto decide ofendernos debido a nuestra imprudencia, etc. Algo así como la casa Farnsworth pero no reducida a los cristales de un espacio habitable sino una especie de mirada más acompañante que persecutoria.

La serie forma parte de todo el frenesí por la visibilidad contemporánea a lo cual los reality shows han sabido responder con pasmoso acierto a esa demanda que carece de espontaneidad sino que más bien ha sido un constructo social multivariante y multifactorial. Grills of the Play Boy mansion permite ver pornografía sin que se mire pornografía. Nada nuevo sino más bien un eco de continuidad que se ha ido presentando con por ejemplo Linda Benglis como portada de Artforum y miles de casos que han llevado la pornografía (elemento históricamente de lo privado, de lo oscuro) cada vez más a escenarios y plataformas abiertas y de acceso casi irrestringido, sea por vía del arte, del modelaje, de los videos musicales y de las llamadas luchas a favor de las minorías sexuales. 

Aquí el cuerpo, sobre todo femenino, se presenta con estancias de contrariedad: una actriz llorando con un gran escote que deja al descubierto parte de la piel prohibida en tanto que debe permanecer oculta. La frontera es su cuello: arriba está la tristeza, abajo el busto deseado. ¿Cuál es entonces la diferencia? Simple, un costado sexual y un costado sentimental. Ese mismo costado sentimental que queda fuera en el porno hard core, lo que desaparece con la edición del video para obtener un producto terminado, un elemento (lo sentimental) que también es reducido –en tanto que se vuelve puntual– con el uso de esos facilitadores de la conversión momentánea en máquina de coger que consumen los actores y actrices del porno. Pensando a la afectividad como una especie de racionalidad irracional que no por ser irracional carece de razones[i].

En Grills of the Play Boy mansion tenemos, sobre todo, la parte anulada, la parte que debe ser suprimida porque no es sexual sino sentimental. Llanto, sonrisas de alegría (no de éxtasis orgasmático), abrazos, besos en la mejilla, frases como “Quiero salir, tener citas, hacer lo que me diga mi corazón”, “Te vamos a extrañar, fuiste como una hermana para nosotras”, caricias al perro que poseen menos zoofilia que cariño. La serie parece decirnos: ¡mira lo que hace tu objeto de deseo cuando no está siendo poseído en el escenario donde ese objeto se vuelve precisamente objeto de deseo sexual! En palabras de Susang Sontag “el tono básico de la pornografía aparece desprovisto de afecto y de emoción”, cuando lo compara en tanto principio con la escritura de Sade, aunque “se puedan distinguir matices en esta falta de afecto”. Como también ocurre en Catherine Millet donde la intimidad es una cosa y sus prácticas genitales son otra parte, otra vida, una pública y no una privada, en referencia a su Vida sexual de Catherine M la cual precisamente es su vida sexual pues la vida sentimental está en otro escenario y mostrarla para Catherine es asunto de pudor. Caso contrario al de Sacher-Masoch donde hay sentimientos en la Venus de las pieles, poca genitalidad, más afectividad. Semejante a La casa de las bellas durmientes donde Eguchi es “asaltado por fuertes sentimientos de vergüenza y desesperación” al visitar la casa donde duerme con las chicas, y con cierto parentesco a la novela rosa que termina en la boda de los personajes principales y no en otro momento como puede ser la llamada noche de bodas donde está latente lo sexual, estructura notable también en, por ejemplo, los cuentos de hadas.

Bien puede que la serie Grills of the Play Boy mansion sea pura teatralidad, ante todo se debe tener presente que las cámaras no están ocultas, sino que hacen los recorridos junto con las chicas y el dueño de la mansión. Pero aún así la serie nos habla de un deseo en los productores que, desde cierta perspectiva, es el deseo de los televidentes: el costado desplazado del porno, uno donde se exponen los sentimientos, una especie de desnudez que no corresponde al despojo de prendas, otra pornografía, una que es parapornográfica.

Making off

Gubern caracteriza a la pornografía como documental fisiológico. Algo tan cierto como también falso, pues se trata de un documental creado y establecido, generado por convenciones. No es otra cosa que un discurso que por fuerza de repetición a quedado puesto como pantalla de una verdad, acotando que cuando habla de esta documentación se refiere al porno hard core, mismo que considera una especie de pedagogía.

La problemática es simple: sí se tratara de un documental no se suprimirían escenas. Ya que al ser documental debiéramos de esperar que dicho archivo de imagen-movimiento funcione como testimonio forense y jurídico al presentarse la necesidad. Pero no es el caso con la interpretación de Gubern para hablar en términos de documental, interpretación que se queda corta. De lo que podemos afirmar es que se trata de una especie de documental-ficción, algo así como las mentiras verdaderas, si es que esa figura es posible ya sea como neutral o como resolución dialéctica.  

La parapornografía está en el making off pero no lo agota ni se reduce a él, es lo que ha quedado fuera del producto final en tanto filme, pero que está presente en los contenidos adicionales para el formato DVD. De hecho no es reducible al cine porno, sino que está presente en la gran mayoría de los registros en imagen-movimiento, dictando que siempre debiera haber algo para suprimir, escenas que queden ob-scene, desde conciertos, biografías, documentales de animales en supuesto estado silvestre, filmes multimillonarios. Una práctica no exclusiva del cine, pues también en la escritura se llega a dar el caso, en el teatro, la pintura, etc. Siendo estos objetos analizables desde una perspectiva donde los elementos que aparecen como sobrantes de la totalidad no se niegan sino que se reconocen como relevantes. Ya no sólo el mueble de madera sino también las virutas que se desprendieron en su elaboración. Linda Kauffman dice que hay partes que no debemos presentar cuando se está haciendo cine porno, una de ellas es lo correspondiente a cómo se elaboró el filme, perfecto como estrategia delimitante pero un problema para aquellos que buscamos la parapornografía y que no la encontraremos pues no hay registro de ella cuando no son regalados aunque sea un poco de esos contenidos adicionales, pues además del making off habrá otras escenas que no son presentadas.

Por su obscenidad lo parapornográfico debe quedar oculto, no es parte de la escena, la escena es el producto final y no los componentes que han sido suprimidos o puestos como extra de la escena. Esta es una pornografía ob-scena; una pornografía que queda fuera de escena, porque la escena es – la mayoría de los casos – dos o tres cuerpos en acto sexual desde la felación hasta el money shot. Hablamos de una obscenidad no más espacial de lo que es temporal, que nos da “lo más verdadero que lo verdadero, la plenitud del sexo, el éxtasis del sexo…” y más allá de estos términos baudrillarianos de verdad descarnada, llegando a la presencia de la ausencia, la presencia de delimitantes: esto es parte del filme porno, esto no. No ya el documental-ficción de una teatralidad registrada sobre cómo debe ser el acto sexual – lo que nos da el carácter pedagógico citado de Gubern – sino también los momentos incómodos, lo que para la pornografía no es importante y por eso debe suprimirse pero que para los parapornólogos es materia prima de trabajo: la cuestión afectiva, por ejemplo.

Tanto en el making off como en el behind the scenes se les pregunta a las actrices cosas como ¿cuál ha sido tu mejor cogida?, ¿cuántas veces te lo han metido por el ano? Y ellas responden. Llegando por momentos la parapornografía a tomar tintes directamente de lo informativo en torno a la intimidad de los actores, actrices y directores del cine porno.

Siendo ese espacio donde afloran los sentimientos. Como por ejemplo en el behind the scenes of New chicks cum first #3 de John Strong donde aparece una Alexa Sparxx tímida, nerviosa ante las preguntas del director. Caso contrario al de Naomi Cruise en la misma cinta quien dice “hi dad, fuck you”, pero que nos revela una personalidad de cuerpo menos focalizada en la genitalidad, cuando ya no se está actuando.

Por último, seguramente hay algunas especificidades en la parapornografía previa al acto coital, otras características distintivas en la pornografía pos-escena y una que forma parte de la escena misma pero que desaparece en la edición. Lo que las conjunta es que en esos espacios-momentos encontramos elementos suprimidos: el accidente, la intimidad, el enojo, la tristeza, la melancolía, la molestia…
 

Bibliografía:

Sontag, Susang. Styles of Radical.

Gubern, Roman. Eros electrónico.

Baudrillard, Jean. Seduction.

              Fatal Strategies.

              “¿Por qué la ilusión no se opone a la realidad?”

Kawabata, Yasunari. House of sleeping beauties.

Williams, Linda. Hard Core. Power, Pleasure and the Frenzy of the Visible.

 

Nota:

[i] No gusto de entrar en debates diferenciales sino que me conformo con una especie de complicidad sinonímica en las formas, donde por ejemplo es lo mismo querer más que nada en el mundo, que decir amor, pues al hablar de sentimientos uno trata de poner en palabras lo que no tiene un origen neto en lenguaje pero que se busca exponer por ese medio, aunque la publicidad en algunos casos nos invite a decirlo con flores, con abrazos, con motocicletas, con besos, con chocolates, etcétera.


* Publicado originalmente en revista Amadeus y Nod. # 11. Febrero de 2009. Traducción del inglés al español por Adela Cervantes Zauman * algunas referencias han sido traducidas a sus versiones correspondientes en el castellano.

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