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            Habría que fijarse -ni Ulises tan amarrados, ni ahogados
            tan sueltos, con pizca desistente- en este crescendo de infinitivos
            :  
 
            "Comunicarse con Marte, conversar con espíritus, 
            Cuadrar en reportaje la conducta del monstruo marino, 
            Describir el horóscopo, aruspicar o atornillar alaridos, 
            Observar enfermedades en firmas, evocar 
                Biografía de los 
                surcos de la palma 
            Y tragedia de dedos; despachar presagios 
            Por sortilegio, u hojas de té, adivinar lo inevitable 
            Con la baraja, violinear con pentagramas 
            O ácidos barbitúricos, o anatomizar 
                La imagen recurrente en 
                terrores pre-conscientes - 
            Explorar la matriz, o sepulcriz, o sueños; todos estos
            son usuales 
                Pasatiempos y drogas, y efectos 
                de la prensa: 
            Y siempre serán, algunos especialmente 
            Cuando hay zozobra de naciones y perplejidad 
            Sea por las costas de Asia, o en la Edgware Road."(1) 
            directamente de Roma  
            Pasto, 28.03.00 
 
 
            Charlo del incipiente culto al Angel del Basuco con el chofer
            del taxi que me lleva a la bodega de Trasportes Transipiales
            para recoger el videocasete con las tomas que Pablo Caicedo me
            envió de Mocoa. Lo que hay de nuevo es la estatua con
            la caja para las limosnas y los cirios, según dicen recién
            llegada directamente de Roma. 
             
                A sembrar coca y 
                marihuana para que 
                se jodan esos gringos hijueputas. 
 
 
            Grupo Aucug (Guaitarilla), Mi campo es mi Campo,
 
            obra ganadora del Encuentro de Teatro Aurelio Arturo patrocinado
            por el Ministerio de Cultura, Teatro Juanambú,  
            La Unión, Nariño,
            22.11.97. 
             
              A tres horas de viaje 
                en bus desde Pasto, baja el telón 
                sobre la historia del campesino resignado a que la novia busque 
                empleo en la ciudad 
                y junté plata para el ajuar. Sin más noticias, él 
                también se había decidido a enfrentar cemento y 
                tráfico. Le había tocado toparse con una ramerita 
                hecha y derecha de brazo a un policía, y verse ninguneado 
                por ella. Sus tragos se había tomado en una discoteca, 
                de la que lo habían sacado molido a manopla y sin un centavo, 
                no sin haber asistido al número de strip-tease (sobre 
                fondo roquero, una de las alumnas del Colegio de Nuestra Señora 
                de las Nieves de la población de Guaitarilla protagoniza 
                un espectáculo en el espectáculo, escena madre y 
                padre, la más prolija, la única que logra callar 
                a los bromistas y frenar las carreras de los niños entre 
                las butacas). 
 
            De retorno al aire libre del inicio del primer acto, el campesino
            ya no es el candoroso sobreviviente del un pueblo muerto de necesidad:
            -"Algún día tomaremos whisky nosotros también.
            ¡A sembrar coca y marihuana para que se jodan esos gringos
            hijueputas !"- Calurosos aplausos del Sr. Representante
            del Gobernador de Nariño y del público conformado
            en su mayoría por padres de familia y alumnos del Colegio
            Nacional Juanambú. 
 
 
            El justiciero es la verga del ajusticiado. 
 
 
                Más reluciente que las llamas halagando la noche del murcielagón, 
                menos que oprimir el bajo vientre el cuero escarlata de la bota 
                le presta una erección divina, tal como el pie del San 
                Miguel de Sopó negando el sexo 
                demoníaco para reemplazarlo poderosamente, aunque sin el 
                descaro del óleo conservado en el Museo Jijón y 
                Caamaño de la Universidad Católica de Quito, cuyo 
                autor, anónimo del S. XVII, quiso que el pseudoenemigo 
                abriera las piernas 
                con el abandono de una vasija de carne 
                rendida a la verticalidad de su flor, mientras el brazo izquierdo 
                del pujante injerto sostiene un escudo y la mano derecha levanta 
                la espada.  
            Azote de Dios, la entrega amenazante -gift-Gift
            a más no poder- es un guión perpendicular al que
            la pupila se engancha proterva. Una mano se estira para agarrar,
            la otra protege la frente.  
 
            Teme lo que exige el consumidor infernal. El narco-ángel
            desafía a su cliente.  
 
            Ni guerra ni conflicto: si en la jerga pedir un "susto"
            es solicitar una dosis de basuco, la mercancía aquí
            condena y complace.  
 
                Misericordia de Damocles, el alma de la erección es almarada. 
                Igual que Minerva de la cabezota de Jupiter saturado de Metis, 
                la Señora de los Fármacos, el rayo del pupulus angelical 
                brota del cuerpo "sujeto" 
                ("adj. expuesto a algún 
                peligro o que tiene propensión a una cosa"), 
                y se descarga para que la fuente oscura meta falo de sujeto barreado, 
                sintético, sin cota ni botas, contraído en slash 
                combustible, hostia tubular, pequeña diferencia prometida 
                al humo. 
 
            El justiciero perverso da qué fumar para que el maldito
            humanitario fumigue y viceversa. 
            Desborda el encendido camarín subterráneo, se expande
            el asperges nebuloso por el paisaje, rocía el mundo el
            negocio del cielo y del infierno.  
 
            Fumiste no es propiamente el que hace, vende o arregla
            cocinas, chimeneas o estufas: lo que fabrica y despacha es humo
            puro.  
 
            Helicóptero es cigarrillo: el show aéreo devuelve
            a la aspersión nebulosa la dimensión del ángel
            triunfante imponiendo el castigo del goce.  
            Enlace caótico de nebula y fabula, niebla y artificiosidad
            de relato practicada como arte de esgrima (cfr.
            ant. alto al. schirmen, "parar golpes con el escudo"
            ; lat. med. scernum, "parapeto de la embarcación"
            ; dan. skaerm, "pantalla" y "proteger" ;
            al. Schirm, it. schermo, fr. écran,
            ingl. screen, "pantalla").  
 
                Para traducir una despampanada rosa mística de cigarrillos 
                humeantes en bandada de avionetas hitchcockianas, a espaldas de 
                Zizek, ornitólogo de la pantalla de los sesenta,(2) 
                debería considerar 
                el superego del Plan Colombia como fantasma 
                del Pájaro Caníbal sin dejar de poner mientes en 
                uno de los retornelos que mi mamá prefería 
                :  
             
            "Amapola,
            dolcissima Amapola, 
            la sfinge del mio cuore sei tu sola..." 
             
            San Miguel ofrece basuco al Diablo 
 
            Iglesia de San Miguel,
            Mocoa, Putumayo, 
            Día de Difuntos de 1986. 
             
 
                Asisto a la misa en compañía de doña Ambrosia, 
                esposa de Santiago Mutumbajoy, médico yajecero ingano, 
                y un joven baterista llamado Mateo. Observo que de este lado sólo 
                hay mujeres y que don Santiago está a la izquierda, con 
                los hombres. Damos la vuelta. Durante el sermón, áspero 
                y castigador, Mateo me hace notar que el ángel pintado 
                sobre la pared de la nave izquierda tiene su buena espada pero 
                no la balanza. Hijo de un antropólogo que responde al nombre 
                de Miguel, tiene ideas claras respecto de los elementos iconográfícos 
                del caso, los de la imagen popular difusa por Gráficas 
                Molinari de Cali que el pintor ha seguido al pie de la letra, 
                salvo el residuo de una omisión, una nulidad de mera apariencia 
                que el psicoanalista llamaría "significante fálico", 
                por no hablar de una sombra 
                de obtusa melancolía sobrepuesta al impasible balance del 
                guerrero.  
 
                El oficiante es distraído: mete hostia y vino, frota brevemente 
                el cáliz y guarda el resto como si estuviera completamente 
                solo, sin una mirada para quienes 
                se han quedado de pie y parecen renunciar a acercársele. 
                Al ite me aproximo para subrayar el equívoco y exigir 
                el cuerpo eucarístico que nos compete, a mí y a 
                unos cuantos indígenas silenciosos.  
 
            El cura se justifica juntando pedazos de palabras relativas a
            la escasez en general, aunque no necesite revolver la sacristía
            para decidirse a entregar las sobras. Al regresar me detengo
            al pie de la pared: entre el índice y el pulgar de la
            izquierda el ángel sostiene lo que podría coincidir
            con el extremo superior del sostén de la balanza del Juicio,
            si el ángulo de inclinación, el tamaño y
            el color, no sugiriesen más bien un cigarrillo poco convencional.
            Pintura no faltó para colocar la firma : Franco Chaves,
            Santiago, Sibundoy. 
 
            Por la noche, antes de la toma en la que se me cruzarán
            fastuosos relámpagos de espadas, al comentar las peculiaridades
            de la ceremonia y la bizarría del mural, la sentencia
            del Taita es contundente: - "San Miguel ofrece basuco al
            Diablo." 
             
            Notas: 
            (1) "To communicate with
            Mars, converse with spirits, / To report the behaviour of the
            sea monster, / Describe the horoscope, haruspicate or scry, /
            Observe disease in signatures, evoke / Biography from the wrinkles
            of the palm / And tragedy from fingers; release omens / By sortilege,
            or tea leaves, riddle the inevitable / With playing cards, fiddle
            with pentagrams / Or barbituric acids, or dissect / The recurrent
            image into pre-conscious terrors- / To explore the womb, or tomb,
            or dreams; all these are usual / Pastimes and drugs, and features
            of the press: / And always will be, some of them especially /
            When there is distress of nations and perplexity / Whether on
            the shores of Asia, or in the Edgware Road." T. S. Eliot,
            "The Dry Salvages", en T. S. E., Collected Poems (1909-1962),
            Harcourt Brace & Company, New York, 1991, pp. 191-199, p.
            198.  
            Cada vez que no se mencione a su autor ha de entenderse que la
            traducción sea de B. M. 
            (2) "Evidentemente el impasse
            de 'Los pájaros' atañe a la familia moderna norteamericana:
            la carencia del ego-ideal paterno hace retroceder la ley hacia
            un feroz superego materno que afecta el goce sexual - el rasgo
            determinante de la estructura libidinal del 'narcisismo patológico':
            'Estas impresiones inconscientes de la madre son tan excesivas
            y tan pesadamente influenciadas por impulsos agresivos, la calidad
            de su afecto tan poco sintonizada con la necesidad del niño,
            que en las fantasías del pequeño la madre aparece
            como un pájaro que le devora'. (Ch. Lasch, La cultura
            del narcisismo)" - Slavoj Zizek, "La macchia di Hitchcock",
            trad. del ingl. al it. de D. Cantone y R. Scheu, en Aut Aut,
            293-294, sept.-dic. 1999, pp. 133-166, p. 145.
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