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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



ARTE - NÚCLEOS BÁSICOS EVOLUTIVOS -


Objets d'Art*

Carlos Rehermann
Los Núcleos Básicos Evolutivos no se limitan a ser objetos, sino que son penetrables, como los que hace algunos años pudieron verse en Bienales de todo el orbe, pero con una diferencia: sólo son penetrables por ciertas personas


Nadie habrá dejado de observar que Uruguay ha ingresado al mundo del Gran Arte con la creación de una nueva categoría, de cuyo nacimiento, empero, ningún artista ha querido hacerse responsable. Admirable muestra de recato, ejemplo digno de seguirse, en un mundo ahíto de manifiestos y actas de fundación. Se trata, ya lo habrá deducido el lector, de los Núcleos Básicos Evolutivos. Estos interesantes objetos tienen el tamaño aproximado de una habitación mediana, apariencia de casucha mal terminada, y suelen ser instalados en regiones alejadas de los circuitos habituales del arte: márgenes de arroyos, barrios despoblados, donde no molesta ni el zumbido de la electricidad en los cables ni el desagradable gorgoteo de las Obras Sanitarias.

Los Núcleos Básicos Evolutivos no se limitan a ser objetos, sino que son penetrables, como los que hace algunos años pudieron verse en Bienales de todo el orbe, pero con una diferencia: sólo son penetrables por ciertas personas. Esta gente afortunada, mediante el pago de una mensualidad, adquiere el derecho a adentrarse de por vida en las interioridades severas y rigurosas de la obra. Como se sabe, nuestro país se caracteriza por su elevado índice de alfabetización, hecho que no deja de manifestarse en este caso: en efecto, generalmente los estetas que se interesan por los NBE son personas de condición económica disminuída, hecho que no obsta para que su elevada sensibilidad se sienta compelida al disfrute de esta auténtica expresión de arte.

Los NBE son, ciertamente, caros: pese a sus cuidadosamente torpes terminaciones, a la austeridad de los materiales empleados, y a la brevedad de sus instalaciones, resulta más barato construír un apartamento de lujo. Pero, tratándose de arte, no deberíamos detenernos en nimiedades, y en cambio dedicarnos al análisis de estos magníficos ejemplares. Parte esencial de la obra radica en el hecho de ser interactiva: los visitantes
(quienes pagan su mensualidad) deben imperiosamente agregar volúmenes y espacios a la obra, so pena de caer en el vicio de la pasividad. Se sabe sobradamente que ni siquiera mirando televisión el espectador es un sujeto pasivo; con más razón, ante estos ejemplos maravillosos de posmodernidad autoprogresiva , no podríamos aceptar la no participación del fruidor.

Es este, pues, un arte participativo, democratizador, en el cual deliberadamente el creador inicial
(generalmente un arquitecto pletórico de entusiasmo) deja de lado su saber, sus gustos y hasta su arte, para dar a luz la plasmación misma del despojamiento, la desnudez, hasta la crudeza de los materiales. Esta entereza creativa es como una bofetada para los defensores de conceptos decadentes como la adecuación, la accesibilidad y el confort. Estos infatigables creativos llegan a las más altas cumbres de la pobreza, a pesar de trabajar en deplorables condiciones de asepsia y aire acondicionado. Toda una denuncia.

* Publicado originalmente en Insomnia

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