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Amir Hamed
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METÁFORA - FILOSOFÍA - SENTIDO - HERMENEÚTICA - PHILOSOPHY IN THE FLESH - LAKOFF, GEORGE - JOHNSON, MARK - CIENCIA COGNITIVA - TEORÍA COGNITIVA DE LA MENTE METAFÓRICA - LECTURA - METAFÍSICA - ARISTÓTELES - A-HISTORICIDAD - NIVEL SEMÁNTICO COGNITIVO - NIVEL CULTURAL INTERPRETATIVO - VARELA, FRANCISCO - TERMINOLOGÍA FILOSÓFICA - METÁFORA DEL CONTENEDOR -

Metáfora Reencarnada y Filosofía(1) (III)

Aldo Mazzucchelli

Dado que todos participamos de la metáfora del contenedor, entonces todos podemos entender lo que dice 'en realidad' la Metafísica de Aristóteles.
Esta estrategia de lectura no es descabellada ni insignificante, pero tiene un tiempo de vuelo limitado. Como la historia de la filosofía y de la hermenéutica enseña, esta estrategia no podrá apelar a sus virtudes metodológicas apenas se haga patente una disyunción en la lectura


6.2. Unilateralización explicativa

Nuestra segunda objeción puede ser expuesta ahora. Admitamos que esté demostrado en la teoría cognitiva en consideración que las metáforas tienen una dimensión conceptual, y un arraigo y desarrollo genético en la experiencia del cuerpo. Reconozcamos que esos factores hacen de los razonamientos algo constitutivamente metafórico -es decir, trasladado de un dominio de experiencia a otro-, y de las expresiones de esos razonamientos en lenguaje un complejo en que se unen sintéticamente conocimientos de dominios conceptuales diferentes. Admitamos incluso que ese proceso no es controlado conscientemente.

¿Dónde está demostrado, a partir de allí, que el sentido de los discursos de cualquier clase obtiene su sentido o su legitimidad por el hecho de que esté construido con esos componentes, y que estos se puedan analizar en sentido genético? Todo esto involucra un choque epistemológico-hermenéutico: mientras los autores se encargan de marcar en todo momento una consciente adhesión a los principios de una epistemología que supera la distinción sujeto-objeto y el realismo metafísico característico de ella, cuando llega el momento de someter un texto a lectura, en lugar de admitir que están entrando en el juego de esas lecturas como uno más, abriendo el sentido a partir de un conjunto de supuestos que configuran su horizonte y su propósito frente al texto, operan como si la lectura de la ciencia cognitiva fuese un punto de vista privilegiado para leer, por ejemplo, la moral de Kant, que logra sobreponerse, por su carácter 'empíricamente responsable', a la lectura que de ella puede hacer un neokantiano convencido, una feminista, un religioso protestante, etc.

Es conocido cómo la hermenéutica moderna encuentra la dialéctica entre interpretación y comprensión como su motivo original. No entraremos aquí a discutir las diferentes propuestas y desarrollos que, de Schleiermacher en adelante, ha tenido la idea de interpretación en la historia de la hermenéutica moderna. Es preciso si, en cambio, esbozar al menos cómo puede inscribirse la estrategia y la metodología que proponen Lakoff y Johnson en este esquema. Diría que podemos comprender su empresa como el intento de cumplimiento, para todo texto filosófico, de una parte del momento de la comprensión, esto es, la explicación, el 'rehacer el camino hacia la cosa' de que habla Gadamer(39). ¿Cuál es el fundamento para que la teoría de la mente metafórica se de a sí misma esa facultad, esa cualidad de permitirnos rehacer el camino hacia 'la cosa' cuando no entendemos?

Ese fundamento está en la pretensión de universalidad de las categorías metafórico-cognitivas. Esta teoría de la metáfora cognitiva plantea que, dado que las metáforas surgen de, y son, la corporalidad inferenciante de la mente, determinada universalidad de la referencia está asegurada para cualquier lenguaje, y puede rastrearse en él, debido a que todos los hombres compartiríamos ese verdadero 'código incorporado'; universalidad del sentido que es rastreable así en el lenguaje, por ejemplo, de Aristóteles, pues es lenguaje humano. Encontrar 'el camino hacia la cosa' significa aquí darse cuenta del uso, por parte del Estagirita, del recurso universalmente humano, por ejemplo, en su metafísica, al empleo de la metáfora del contenedor. La inferencia es: Dado que todos participamos de la metáfora del contenedor, entonces todos podemos entender lo que dice 'en realidad' la Metafísica de Aristóteles.

Esta estrategia de lectura no es descabellada ni insignificante, pero tiene un tiempo de vuelo limitado. Como la historia de la filosofía y de la hermenéutica enseña, esta estrategia no podrá apelar a sus virtudes metodológicas apenas se haga patente una disyunción en la lectura que no provenga de la malcomprensión de los términos, sino del valor específico, filosófico, que estos logren configurar en la visión -intencional, teleológica y situada, esto es, también política- de dos diferentes lecturas, siempre que estén indistintamente validadas frente al significado textual.

La 'ciencia cognitiva de la filosofía' puede ser -y esto no implica decir que no es nada- una nueva metodología para ocupar el campo explicativo, en la dialéctica interpretación/explicación propia de toda circularidad hermenéutica(40).

6.3 La interrupción de la recursividad, o una nueva a-historicidad del conocimiento filosófico

La 'a-historicidad' que hemos señalado en nuestros tercer y cuarto puntos de crítica, puede ser, creo, traducida y expresada como una manifestación de un aspecto más importante en esta teoría, una vez que se la lleva -como se hace en Philosophy in the Flesh- a metodología de lectura y crítica. Esa a-historicidad es la marca de una contradicción entre el nivel puramente cognitivo de la teoría, y el nivel interpretativo. Creo que al no acceder a ese segundo nivel interpretativo, la teoría considerada pierde de vista el paradigma autopoiético que reclama en primera instancia para si.

Esta teoría de la metáfora se inscribe dentro del llamado 'tercer paradigma' de la ciencia cognitiva. Tanto para la filosofía subyacente a la cibernética -recordemos la centralidad de la idea del control de procesos en esta ciencia- como para las ideas de autopoiesis que sustentan la concepción de Francisco Varela, es preciso que un feedback adecuado controle la operación de un sistema. Ya sea que la operatividad de este feedback esté planificada de antemano desde fuera -como en una máquina- o sea el resultado de una interacción configurante y adaptativa con otros sistemas -como en un ser vivo que interpreta-, la modelización cognitiva del proceso de hacer sentido no puede establecer una brecha entre niveles de un sistema y detener esa continua redefinición y reinterpretación.

Pero, ¿no es, sin embargo, precisamente eso lo que hace esta teoría cuando piensa en una metáfora de la mente incorporada -para lo cual la mente debe ser un sistema autopoiético en el cual se definen los mapeos y los significados a partir de la plasticidad interactiva del cerebro-, pero no extiende luego esa plasticidad interactiva al mundo de la interacción de esa mente con el sistema de los textos y la historia de las interpretaciones?

Pues, como ha enfatizado el propio Francisco Varela: "quiero dejar claro que la idea de autonomía [autopoiética] y sus consecuencias no se restringen a los sistemas naturales, biológicos, sino que pueden acompasar los sistemas humanos y sociales también".
(41)

Al evitar este paso, y romper esa dialéctica necesaria entre el nivel semántico-cognitivo y el nivel cultural-interpretativo, se empobrece el rendimiento de la teoría entera.
De acuerdo con esto, la teoría de Lakoff y Johnson se debilita al focalizarse en una definición genética considerada eternamente válida -por fundada en la corporalidad- de las metáforas de los textos de la tradición filosófica. Pues al interrumpir la interacción por la vía de estabilizar el significado del primer sistema, abandona sus propios principios epistémicos declarados y fundacionales. El léxico y los mapeos entre dominios metafóricos a nivel del cerebro, entran en interacción -coupling estructural- con los valores metafóricos tal como se dan y operan en la interpretación y la historia hermenéutica de los textos. El mismo Varela ha establecido la mecánica de esta interacción recursiva de modo explícito.
(42)

Las metáforas de la teoría de Lakoff y Johnson tienen su valor diferencial fundado de una vez para siempre en su génesis incorporada, y es en virtud de ese valor que se las quiere hacer valer al leer el texto de Aristóteles o de Quine. Pero eso elimina la revalorización recursiva que interviene en toda interpretación. No entran en acoplamiento alguno con la lectura histórica de la filosofía occidental, salvo en el sentido de tratar de derogarla.

7. Excurso (¿Hay que seguir saliendo de excursión al campo de la metáfora?)

La teoría de la metáfora del cognitivismo que hemos examinado reclama el derecho a una aproximación propia a la Filosofía. Esa teoría tiene a la vez un costado atractivo y otro desafiante, seduce con la solidez y respaldo empírico y científico de sus reclamos, y a la vez desilusiona con la distancia notoria entre sus pretensiones explicativas y su -a nuestro entender- discreto rendimiento intepretativo.

La pretensión de operar sobre la interpretación del discurso filosófico tradicional desde un campo fuertemente imbuido del estilo de la ciencia empírica resulta desafiante. Pero esta vez, el desafío a la filosofía viene desde un campo muy peculiar, por cuanto la ciencia cognitiva pretende ubicarse en el exacto lugar en el que puede cuestionar el principio central de toda la estrategia de 'espiritualización hermenéutica': el de que el lenguaje, las categorías conceptuales, y el sentido, no tienen una motivación sustancial, in-corporada, e independiente -previa- a la espiral de las interpretaciones.

La primer tentación a evitar es la de escapar del problema. No existe una salida simple. Si la hubiese, consistiría simplemente en evitar todo compromiso entre dos campos de acción -las 'humanidades' y las 'ciencias'-, o bien en tratar de resolver el problema haciendo que un campo de acción se imponga al otro.

Este conflicto está sembrado desde antiguo, en el origen de las originarias distinciones entre hacer y observar, entre conocer y actuar como sabio, entre poiesis y theoría, entre episteme y phrónesis. En la diferencia entre los tratados de Aristóteles que hablan de la verdad teórica y conducida por la lógica, y los que hablan de la praxis: Ética Nicomáquea, Política, Retórica (Poética?...).

Cuando la metáfora se unilateraliza fuera de la interpretación, por ejemplo, en la teoría cognitiva de la metáfora, surge una cuestión, y esta cuestión no es un defecto de la teoría cognitiva: resurgirá cada vez que nos encontremos con un intento de pinchar la mariposa de lo metafórico. Esa cuestión es: si la metáfora no es -incluso etimológicamente- más que un 'traslado', ¿cuáles son entonces los campos humanos entre los cuales, legítimamente, podemos decir que hay un 'trasladar'? -peor aún: 'campo' es, ya, una metáfora...-.

Para empezar, tendrán que ser 'campos de la existencia' que cumplan con una condición: ser perceptibles, evaluables o determinables 'desde fuera' de toda interpretación ya crecida en metáfora. Podemos quizá imaginar que, sólo si tuviésemos un punto de vista absoluto y no metafórico, podríamos comprender al traslado entre 'lo empírico en sí' y los contenidos lexicalizados de una cultura como el primero de los traslados metafóricos, como ha dicho Nietzsche -y como, insospechadamente, parecen decir Lakoff y Johnson al proponernos una lógica in-corporada como rasero definitorio de lo que opera bajo la superficie del mundo en el que pensamos. Pero eso presenta el viejo y conocido problema de que si metáfora es todo acontecimiento cognitivo, el poder distintivo -en el sentido estético y gnoseológico de distinguir- queda trasladado hacia la niebla.

Pues entonces 'metáfora' será -como es de hecho en Lakoff y Johnson-"el mecanismo básico de nuestro razonamiento"; 'metáfora' será prácticamente todo contenido antes considerado 'conceptual'; 'metáfora' será tanto 'pata de la mesa' como 'The Wasted Land', etc. Este parece ser, una vez más -ya lo fue en Nietzsche, en Derrida, en Davidson, y ahora en nuestros autores- el evanescente resultado de empujar la metáfora hacia los 'decisivos' dominios de la terminología filosófica y el pensar especulativo.

No cabe duda que la estrategia argumental de Lakoff y Johnson en Philosophy in the Flesh es una estrategia dedicada a demoler una cosa en particular, a saber, la noción de que el mundo exterior tiene alguna categoría de por sí, con independencia de cómo los sistemas conceptuales y los lenguajes de un sistema cultural las configuran.
Ese objetivo se ataca con tanta fuerza, que en la inercia por destruirlo se entra en un vórtice en donde toda distinción queda destruida en absoluto: ahora no hay 'diferencia' estable ni poder decisorio alguno, salvo la vieja y conocida estrategia de la sospecha
(o de la confianza ciega) acerca de cualquier decir. Pues siempre parece haber un ansia metafísica oculta en el deseo de decidir los discursos de una vez en su valor, a través del establecimiento de un método.

Todo el problema de la metáfora, desde su atinadísima ubicación, por Aristóteles, en el terreno del pensamiento de la praxis -retórica, poética, ética, política...- remite a un trasfondo ético y estético, y a cuestiones que van más allá de los problemas de una lógica o una metafísica universales y abstractas. Si la metáfora es simplemente lenguaje definido por su extrañeza en relación con un lenguaje usual -metaforà dé éstin `onómatos `allotríou `epiforà...-, y si esta recolocación -cambio de lugar y tiempo, cambio de ocasión- del lenguaje sólo puede hacerse a partir de unos valores lingüísticos y de mundo concretos de una comunidad concreta y de un lugar y época determinados, se revela desatinada la pretensión de inquietarse teorética y universalmente -es decir, según los principios discursivos de una 'filosofía primera', tanto extra como intralingüística- por el dilema de cuál será la legitimidad de ese lenguaje ante el también metafórico tribunal de la verdad.

De allí, la estrategia de ubicar lecturas en la validación o crítica de su arquitectura y terminología en tanto 'metafórica' quedará siempre esencialmente más acá del ámbito integral -contingente- en el cual un texto puede significar realmente algo. Es que la cuestión de las 'especies de lenguaje' -metafórico, literal...- simplemente carece de relación con la cuestión de la Legitimidad Con Mayúsculas. El antiguo dilema del lugar de lo metafórico, totalmente exhausto ya en esta época filosófica, expresa otro de un alcance mucho mayor, hasta hacerse inabarcable: el de la legitimación y administración pública de los conocimientos. ¿Tenemos, pues, que seguir saliendo a excursionar por el campo teórico de lo metafórico?

Sin embargo... Siempre se ha podido, y siempre se puede, emplear el poder explosivo comprobado de la metáfora para mostrar las aporias de todo pensamiento que no admite su situacionalidad, y su carácter de emergencia de alguna sabiduría concreta, y pretende ostentarse a sí mismo como juez apodíctico del mundo.

Notas:

(1) El presente artículo es, con algunas modificaciones, el quinto capítulo de un libro en preparación acerca de algunos avatares de la teoría de la metáfora en el pensamiento occidental. Ese libro es fruto de una investigación en curso, cuya primera etapa se cumplió entre los meses de Marzo y Junio de 2002 gracias a una invitación del French and Italian Department de la Universidad de Stanford, California, y que contó con el apoyo financiero del Centro Regional de Profesores del Sur. El autor agradece a Lisa Block de Behar en Montevideo, y a Hans Ulrich Gumbrecht, en Stanford, por su consejo y orientación en relación con ese trabajo -librándolos, por cierto, de cualquier responsabilidad respecto a los errores e insuficiencias que lo que aquí se publica con seguridad presenta-.


(39) Gadamer, 1995: 233

(40) Para un desarrollo de esta dialéctica y su alcance en la lectura de textos escritos, ver Ricoeur (1999).

(41) Varela, 1979: 59.

(42) Dice Varela: "Los sistemas autopoiéticos pueden interactuar unos con otros bajo condiciones que resulten en un acoplamiento coupling estructural (comportamental). En este acoplamiento, la conducta autopoiética de un organismo A se convierte en una fuente de deformación de un organismo B, y el comportamiento copensatorio de un organismo B actúa, a su turno, como fuente de deformación del organismo A, cuyo comportamiento es compensatorio del organismo B, y así recursivamente hasta que el acoplamiento es interrumpido. De este modo, una cadena de interacciones interligadas se desarrolla. En cada interacción la conducta de cada organismo es constitutivamente independiente en su generación de la conducta del otro, debido a que está internamente determinada únicamente por la estructura de conducta del organismo; pero es para el otro organismo, donde la cadena termina, una fuente de deformaciones compensables que puede ser descripta como significativa en el contexto del comportamiento acoplado. Estas son interacciones comunicativas." (Varela, 1979: 48)

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* Publicado originalmente en Hermes Criollo

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