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LITERATURA - FRONTERA - PALABRA - BORGES, JORGE LUIS - STEINER, GEORGE - MALOUF, AMIN -


La frontera sin palabras: reflexiones desde la literatura en torno a la política y la sociedad (I)

Braulio González Vidaña
Los esfuerzos fueron vanos porque el estigma de Babel se abatió sobre el género humano, desatando la confusión, la dispersión, las diferentes lenguas y la fatalidad de las fronteras que impiden el paso a los que no tienen las "mismas palabras" y a los otros que no poseen rostro, por no hablar el mismo idioma


"Unas palabras nos hundieron en el negro pozo del espanto.
Otras palabras nos alzarán hasta una nueva claridad."
Salvador Spriu. La pell de brau

El Génesis nos enseña que la tierra después del diluvio era de "una lengua y unas mismas palabras", sin embargo, el temor de los hombres a una nueva catástrofe por agua, los llevó a intentar construir una torre que llegara al cielo, y con ello, se hizo a un lado la palabra y promesa divinas para privilegiar la acción representada por la construcción de dicha torre.(*)

Los esfuerzos fueron vanos porque el estigma de Babel se abatió sobre el género humano, desatando la confusión, la dispersión, las diferentes lenguas y la fatalidad de las fronteras que impiden el paso a los que no tienen las "mismas palabras" y a los otros que no poseen rostro, por no hablar el mismo idioma. Así, primero los hombres abandonaron la palabra para poner "manos a la obra", después, la "palabra" abandonó a los hombres a "la obra de sus manos". Tejidas al viento por los poetas, las pitias, los oráculos y los soñadores, las palabras en la literatura pueden abrir los canales de la comprensión entre los humanos. No cabe duda que las fronteras se hacen con los silencios.

Ahora, como bien lo presintió Borges, Babel es una biblioteca de lenguajes que enriquecen al hombre en el sutil mosaico de la diferencia y en la orgiástica contemplación de la otredad. Y es que pareciera que, en este mundo globalizado por las tendencias del libre mercado y los vectores invisibles de las nuevas tecnologías, se hace más urgente la necesidad de encontrar el rostro del hombre que nos encare con la alteridad. En los procesos de unificación de mercados, de construcción de bloques económicos y de alianzas estratégicas para comerciar sin límites, queda una cuenta pendiente, y es la que se refiere al ser humano, su valor e identidad.

Cada vez es más evidente que en el acelerado proceso de unificación económica y rompimiento de fronteras por el imperio de la cantidad, el hombre y sus lenguajes, pierden fisonomía y validez existencial. En su novela La vida está en otra parte, Kundera apunta lo siguiente: "¿No le parece a usted elocuente esa negativa constante a reconocerle
al hombre su rostro humano, a penetrar en lo humano del hombre?
"
(1). Una posible manera de eludir esa "elocuente negativa" a reconocer el perfil humano en los hombres, es por medio de las palabras; ellas, al ser expresadas, obligan a preguntarnos por el ser que las emite y hasta conducen a mirar la cara de los que hablan, logrando así, abrir los senderos del reconocimiento y la tolerancia.

La literatura nos brinda el espacio inacabable y enigmático del logos. En el oráculo de Delfos, cada comunicación divina es una oportunidad para la dialéctica y la razón.(2) Así, la prosa de los grandes narradores y ensayistas o el verso infinito de los poetas, embarcan al lector en un navío lleno de aventuras e imágenes que emparentan a los hombres superando las líneas marcadas por los alambres de púas, los muros de la intolerancia y las modernas murallas chinas. Sin el logos, el hombre se transforma en una infranqueable frontera para sí mismo y para los demás, ya que, aún el camino de la propia conciencia se franquea con las palabras. Sin el lenguaje y sus posibilidades vitales, lo único que resta es la barabarie de las fronteras militarizadas o la bunkerización de las grandes ciudades. En este sentido, conviene recordar las palabras que George Steiner escribiera en su libro Lenguaje y silencio:

"... el lenguaje es el misterio que define al hombre, (...) en éste su identidad y su presencia histórica se hacen explícitas de manera única. Es el lenguaje el que arranca
al hombre de los códigos de señales deterministas, de lo inarticulado, de los silencios que habitan la mayor parte del ser. Si el silencio hubiera de retornar a una civilización destruida, sería un silencio doble, clamoroso y desesperado por el recuerdo de la palabra.
"(3)

De este modo, la comunidad se puede ver dotada de sentido gracias al uso de la palabra, en este ámbito, se evidencia la necesidad del pensamiento como una manera de recrear el mundo y de construir la realidad. Debido al poder del pensamiento y del lenguaje, las masas ignorantes arrastradas por fanatismos vociferantes, son capaces de incendiar las palabras escritas en los libros por temor del señorío que sobre nuestros deseos o imaginación pudieran ejercer esas letras impresas carcomidas por la humedad o el olvido. Steiner apunta que: "Un gran poema, una novela clásica nos acometen; asaltan y ocupan las fortalezas de nuestra conciencia."(4)

Lo anterior conduce a convocar a la coherencia, que siempre será el mejor modo de reconciliar a la política con el hombre. Recordemos que el espacio de la política es el del encuentro de los lenguajes, la política es el diálogo de Sócrates y no el monólogo de Protágoras.

Desafortunadamente todavía hay algunos para los que:
"Sólo la mentira es gloria, mas no el conocimiento!"(5) Aquí lo que resta es tomar distancia de aquellos que estrechan su mente rechazando a los diferentes, ese es el consejo del personaje de Amin Maalouf, "León el Africano": "Cuando la mente de los hombres te parezca estrecha, piensa que la tierra de Dios es ancha y anchos sus manos y su corazón. No vaciles nunca en alejarte allende todos los mares, allende todas las fronteras, todas las patrias, todas las creencias."(6)

(*) Estas reflexiones son deudoras de las intuiciones de Jorge Luis Borges y George Steiner acerca del lenguaje y la mitológica "Torre de Babel".

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Notas:

(1) Kundera, Milán, La vida está en otra parte, Bracelona, Seix-Barral, 1982, p. 45
(2) Para este tema del enigma, el logos mitológico y el oráculo délfico remitimos al lector a dos textos del filósofo italiano Giorgio Colli: El nacimiento de la filosofía y Después de Nietzsche.
(3) Steiner, George, Lenguaje y silencio, Barcelona, Gedisa, 1990, p. 18
(4) Ibid. p. 32
(5) Broch, Hermann, La muerte de Virgilio, Madrid, Alianza, 1995, p. 13.
(6) Maalouf, Amin, León el Africano, Madrid, Alianza, 1994, p. 420.

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