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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 



PARALELISMOS ENTRE CINE Y OTRAS DISCIPLINAS  - CINE - QUIROGA, HORACIO - ALLEN, WOODY - LUMIÉRE, AUGUSTE - LUMIÉRE, LOUIS - VELÁZQUEZ, DIEGO - AUTORETRATOS -

Los imprecisos límites de la pantalla*

Álvaro Sanjurjo Toucon

Pues qué es un autorretrato sino la introducción del pintor, personaje "externo" a la obra, dentro de la misma. El autorretrato es la interrelación más íntima entre la mano del pintor (ejecutora de la "fantasía") y su "Yo" más secreto


Apuntes y reflexiones sobre una idea cinematográfica quizás desarrollada originalmente por Edwin S. Porter  (acaso imitando a Georges Méliès y/o Ferdinand Zecca), luego plasmada literariamente por Horacio Quiroga, más adelante retomada para el cine por Buster Keaton, convertida en show fílmico-teatral por el ingenio checoslovaco, y finalmente ampliada por Woody Allen. Todo ello sin soslayar algunos antecedentes y paralelismos
diversos acontecidos en el cine y otras disciplinas.

        

Es frecuente que los mecanismos narrativos y/o dramáticos con que suele sorprender el cine contemporáneo posean ígnotos antecedentes, generalmente perdidos en películas ya olvidadas. El hecho, no por reiterado, mantiene intacta su capacidad de asombrarnos. En ocasiones,  la búsqueda de la fuente inspiradora no se realiza a través de un camino directo,  que une un extremo cronológico con otro, sino transitando una ruta sinuosa. Tampoco puede afirmarse que toda propuesta contemporánea y aparentemente innovadora haya sido influenciada por el antecedente remoto o inmediato. Eventualmente se constata la reiteración de ciertos procedimientos que distintos individuos imaginan en diversas épocas.

Cuando Woody Allen da a conocer en l985 su filme La rosa púrpura de El Cairo (The Purple Rose of Cairo), admiradores y detractores de esta discutible realización no pueden desconocer lo ingenioso y efectivo del artilugio de permitir la interacción entre la "realidad" (la película que nosotros espectadores estamos contemplando) con la "fantasía cinematográfica" (el filme que contempla el personaje interpretado por Mia Farrow).

La estratagema de Allen posibilitó que el filme fuese objeto de múltiples análisis de raíz sicológica y sociológica en torno a las relaciones generadas entre el mundo de la pantalla y el público. En ese caso concreto permitió ilustrar acerca de la influencia que el cine ejerció sobre el público estadounidense de los años de la depresión y otras consideraciones que escapan a los propósitos de este trabajo. El recurso dramático, la idea de Allen, fue efectiva, quizás como nunca lo había sido anteriormente; pero no era original. En el cine había sido utilizada a comienzos de siglo, y su gestación seguramente se había iniciado muchísimo antes de la invención del cine cuya paternidad también es múltiple (Reynaud, Edison y los Lumiére, principalmente).
 

Llega un tren
 

Se cuenta que cuando en l895 los hermanos Lumiére exhibieron La llegada de un tren, breve filme en el que se veía a un ferrocarril avanzar hacia la platea, algunos espectadores huyeron despavoridos pues suponían que la máquina habría de arrollarlos. Ese público, sin proponérselo, había sentado las bases concretas de una fantasía: la de la interrelación física entre la "realidad" expuesta por un filme y la "realidad real" desarrollada fuera de la pantalla.

El concepto de "fusión" entre el "mundo real" y  la "realidad"  concebida por el autor de la obra cinematográfica, probablemente proviene del universo de la pintura. El concepto, en su espíritu, está presente en toda obra donde la tela reproduce mucho más que cuanto el pintor tiene ante sus ojos, dando cabida en su bidimensionalidad a un espacio anecdótico que sin ser ajeno al "tema pintado" rebasa lo que el pintor ve. Incluyéndose así en la reproducción realista, elementos espacialmente ajenos a lo contemplado según criterios tradicionales.

Alrededor de 1656, cuando Diego Velázquez pinta Las meninas, su juego de espejos introduciendo en la tela al propio artista dentro de lo que aparentemente debía ser un retrato convencional, prefigura igualmente las superposiciones de Allen en La rosa púrpura de El Cairo y de sus predecesores en filmes y textos a los que nos referiremos más adelante.

Acaso cualquier autorretrato, por antiguo que sea, contiene en germen el ingenioso mecanismo. Pues qué es un autorretrato sino la introducción del pintor, personaje "externo" a la obra, dentro de la misma. El autorretrato es la interrelación más íntima entre la mano del pintor (ejecutora de la "fantasía") y su "Yo" más secreto (imagen real y/o psicológica de sí mismo). El autorretrato sería la fusión máxima posible entre el mundo intangible reconstruido en la tela (pantalla) y la realidad tangible, existente fuera de la misma (en la platea). Con variantes, este es el concepto retomado por Allen en La rosa púrpura... o, heredero a la vez de ideas previas, derivadas mayoritariamente, de propuestas acaso pergeñadas desde el mundo plástico.  
 

Madame Bovary en New York
 

Con anterioridad a La Rosa púrpura.., Allen escribió un cuento titulado The Kugelmass episode. El mismo giraba en torno a un profesor de humanidades que "entra" físicamente en el universo de Madame Bovary y luego logra "sacar" a la dama de la historia imaginada por Flaubert para pasearse con ella por Nueva York. Indudablemente, aquí están los ingredientes luego desarrollados en el filme.

Cuando se estrena la realización, varios críticos estadounidenses -los primeros que vieron ese título- anotaron algunos antecedentes de la idea de Allen y allí aparecieron: Seis personajes en busca de un autor (1921) pieza teatral de Luigi Pirandello; El Sheik Blanco (Lo sceicco bianco, 1951), filme de Federico Fellini; y Sherlock Jr. (1924) una realización muda de Buster Keaton.

En la obra pirandelliana los personajes de la misma dialogan con el autor, produciéndose en el ámbito teatral una situación semejante a la desarrollada en la pantalla en 1985. En el título  de Fellini, sin embargo, la fusión entre el mundo fantástico de las fotonovelas y el mundo real expuesto por el filme no se da en el plano "real", sino fundamentalmente a nivel psicológico, en la mente de la joven protagonista deslumbrada por el héroe de sus lecturas. Mientras que en el filme de Keaton sí ocurre una situación mucho más próxima a la planteada por Allen.

En Sherlock Jr. un operador cinematográfico (Keaton), durante un sueño, penetra en el filme que está proyectando. El carácter onírico de la escena no elimina la semejanza y podría afirmarse que el genio neoyorkino, aunque se mueve en otra cuerda, no era desconocedor de la película de su no menos genial antecesor.
 

El componente praguense
 

En el cine, y aún en otras disciplinas, se hallan ejemplos de desarrollos medianamente similares.

En el filme La amante del teniente francés (The French Lieutenant Woman, l981) de Karel Reisz, se presenta una historia en torno a actores que están interpretando un filme a cuyo rodaje "asistimos" mediante la obra de Reisz (que es esa película: La amante del teniente francés). Y los elementos dramáticos y anecdóticos de la película que "vemos" filmar, se superponen con las situaciones de la película que estamos viendo.

En algunas historietas de terror de la década del 50, se plantea la existencia de seres que salen de la pantalla para cometer sus tropelías entre el público que se halla en el cine o en sus proximidades. Pero el antecedente más rotundo de La rosa púrpura... es Sherlock Jr. e incluso un ingenioso espectáculo teatral-cinematográfico cronológicamente ubicado entre ambos filmes: La linterna mágica, atractiva experiencia concebida en Praga (Checoslovaquia).  

La linterna mágica (que se presentó en la ciudad de Buenos Aires en por lo menos una ocasión: Teatro Coliseo, agosto de l969), es un espectáculo donde una proyección cinematográfica con figuras humanas a escala generalmente real, se combina con ballet y pantomima a cargo de actores y bailarines que aparecen en vivo sobre el escenario. Personajes en vivo y personajes filmados, vestidos de idéntica manera y a cargo de un mismo  intérprete, sincronizan sus movimientos de tal manera que "salen" de la pantalla o "entran" a la misma por sus costados. El efecto era perfecto y reproducía, "en vivo", el recurso que puso en práctica Keaton y luego desarrolla Allen; ambos en cine.
 

Los fantasmas quiroguianos
 

El escritor uruguayo Horacio Quiroga fue amante del cine y también crítico y ensayista cinematográfico con apreciaciones que hoy resultan muy discutibles. Esa pasión por la joven forma expresiva es seguramente la motivadora de la inclusión del tema cinematográfico en varios de sus relatos. Y en por lo menos dos de estos cuentos Quiroga hace funcionar el mecanismo que venimos rastreando: el de la interrelación física entre el universo de la pantalla y el existente fuera de la misma. En el cuento "El espectro" -publicado originalmente en la revista argentina El Hogar, en julio de 192l, y luego recogido en el volumen El desierto (1924)- su anécdota gira en torno a una pareja que asiste diariamente al cine a ver el mismo filme. El protagonista de esa película es el fallecido ex-esposo de la mujer, quien noche a noche modifica su actuación en la pantalla y finalmente se acerca enfurecido hasta los aterrados amantes.

En "El Puritano" -cuento publicado originalmente en el diario argentino La Nación, en julio de l926, posteriormente integrante del volumen Más allá (1935)- el recurso utilizado por Quiroga no es el mismo pero guarda su semejanza con el tema que nos ocupa: un grupo de actores muertos asiste a las proyecciones de sus filmes, y tras cada una de estas funciones, el trabajo desarrollado en la pantalla desgasta los maltrechos cuerpos de aquellos fantasmales espectadores.

Todo hace suponer que cuando Allen escribe el guión de La rosa púrpura... se apoya en su anterior relato The Kugelmass episode y no sería demasiado arriesgado pensar que a su vez halló la fuente inspiradora en el lejano filme de Keaton, donde acaso también se nutrieran los brillantes e imaginativos creadores praguenses. Sería quizás un acto de desmesurado chovinismo adjudicar a Keaton el conocimiento de la obra quiroguiana, por ese entonces (l924) circunscrita al ámbito rioplatense
 

Porter en la factoría de Edison


El juego desplegado por Allen, por La linterna mágica de Praga, por Keaton, e incluso por Quiroga, pudo responder a propuestas teóricas independientes.

En su formulación material, sin embargo, tiene un muy concreto antecedente cinematográfico. Nos referimos al filme Uncle Josh at the Moving Picture Show (*), un cortometraje registrado en la Biblioteca del Congreso de los EE.UU. el 27 de enero de 1902 y fotografiado por Edwin S. Porter para la empresa cinematográfica de Thomas A. Edison.  

El filme, rodado con cámara fija, muestra una sala de cine, observándose a su vez a un espectador ubicado en un palco lateral. Al comenzar la proyección en dicho cine, puede verse en la pantalla un cartel donde se lee The Edison Projecting Kinetoscope, comenzando luego los diversos cortometrajes que integran el programa al cual asiste el solitario protagonista del filme. El primero de esos cortos que se ven en la sala cinematográfica del filme Uncle Josh at the Moving Picture se titula Parisien Danger, apreciándose en el mismo la actuación de una bailarina. El solitario espectador que contempla dicha proyección sale de su palco y se ubica ante la pantalla, acompañando el baile que se desarrolla en la misma.

El segundo filme que verá este espectador es The Black Diamond, ni más ni menos que otra "llegada del tren" al estilo del filme Lumiére, donde este hombre, ubicado siempre ante la pantalla, huye para evitar que el tren lo embista. Aquí Porter-Edison reproducen en una película lo que hasta entonces había sido una anécdota sobre reacciones de ingenuos espectadores. Frente al tercer cortometraje del programa, titulado The Country Couple, en el que se ve a una joven y al malvado que la agrede, nuestro solitario espectador quiere pelear con el villano y arremete contra la pantalla. Al derribarla comprobará que tras la misma se encuentra el odiado agresor, tomándose ambos hombres a  golpes de puño. Personaje de la pantalla y personaje de la platea, al igual que Mia Farrow y el galán de sus sueños en La rosa púrupura...  coexisten en un mismo espacio físico. Allí, en ese lejano título de 1902, se concreta (¿por vez primera en el cine?) la idea que nos ocupa.

Investigar el pasado del cine puede ser una tarea infinita signada por permanentes dudas. Por eso no pueden desconocerse algunos datos aportados por el historiador y ensayista Manuel Villegas López en su libro El cine francés (Ed. Nova, Bs.As. l947). Allí se lee: "Para anunciar una marca de whisky, (Georges Méliès) reprodujo el cartel anunciador, muy conocido en París, de un escocés bebiendo una botella, ante los retratos de tres antepasados, que tendían la mano hacia el vaso. De pronto, las figuras se animan, los antepasados salían de sus cuadros, disputaban el whisky al escocés, peleaban...; hasta que rompían la botella y todos volvían a sus cuadros". Y al referirse a Ferdinand Zecca, Villegas López señala: (en) "El espejo mágico, de Zecca, (producido)  para (Charles) Pathé: un sabio hace salir del espejo su propia imagen, que le sigue a todas partes, imitando sus gestos."

Cuadros en Méliès, espejo en Zecca, la idea básicamente es la misma: interrelación del mundo ´"real" con el mundo reproducido (en un cuadro, en un espejo, en una pantalla de cine).

No pudimos precisar fecha exacta de la propaganda que Méliés realizara para el whisky, ni del filme de Zecca, por lo que es arriesgado aseverar si fueron anteriores o posteriores al filme de Porter. Pero no es aventurado suponer que Zecca y Méliès pueden haber realizado algo semejante refiriéndolo concretamente al cine. Y no debe olvidarse que Porter fue un atento analista de la obra de Méliés, así como de otros realizadores europeos a los que habría plagiado y en algún caso, quizás, perfeccionado. La incógnita puede despejarla una futura,  minuciosa  y nada fácil  revisión de la obra conservada de estos dos gigantes; aunque siempre subsistirá la duda respecto al cuantioso material irremediablemente perdido.
 

Una línea rectora
 

Una misma propuesta recorre el filme Uncle Josh at the Moving Picture Show (Porter-Edison, l902), el cuento "El Espectro" (Quiroga, 1921), el filme Sherlock Jr. (Keaton, 1924), el cuento "El puritano" (Quiroga, 1926), el espectáculo checoslovaco La linterna mágica (años 60, o quizás fines de los 50) y La rosa púrpura de El Cairo (Allen, l985).

Los ejemplos anotados fueron seleccionados por ser creaciones originales o bien por integrarse al filme, libro o espectáculo fílmico-teatral como recurso narrativo de fundamental gravitación. En películas medianamente recientes pueden hallarse algunas situaciones bastante similares, pero únicamente como elementos puntuales, desligados de una expresa intencionalidad en cuanto a la obra en su totalidad. De ellas hemos prescindido deliberadamente. No obstante cabe recordar que tales paralelismos se detectan en instantes de ciertas producciones estadounidenses de los años 70 a 90 (comedias y algún filme terrorífico).

Mayor importancia al respecto posee el filme mexicano A volar joven (l947), interpretado por el popular Mario Moreno "Cantinflas". Aquí, en la secuencia final, el personaje de Cantinflas y quien representa a su esposa se hallan en un cine y la película que ellos contemplan es la misma que estamos viendo como espectadores. A volar joven se desdobla entonces en dos filmes: el que continua la acción que veníamos presenciando y que sus protagonistas ven en el cine, y el conformado por esos protagonistas que ahora están ubicados en una sala cinematográfica y que nosotros, espectadores, también contemplamos. Y para acrecentar la similitud con los casos referidos, Cantinflas, en el rol de un miembro de la fuerza aérea, observa como desde la película que está viendo es increpado por un superior jerárquico. O sea que se establece una tangible relación entre lo ocurrido en la pantalla y lo acontecido fuera de ella. El hecho es poco más que un pequeño artilugio humorístico sin los alcances buscados en los casos mayores analizados. No obstante, por su ubicación cronológica, coloca  a esta  realización, en cuanto al motivo de este estudio, por encima de esas producciones hollywoodianas que dejamos al margen.   

Sería simplificar demasiado el referirse a un creador sucesivamente imitado. Quizás las semejanzas provengan de ideas desarrolladas en tiempos diferentes mediante similitud de procesos creativos. No interesa determinar un "inventor", sino simplemente señalar la existencia de una curiosa idea permanente que se bifurca en una existencia sinuosa y múltiple. Con trayectoria geográfica y cronológica diversa que a su vez se expande por diferentes formas expresivas.

Seguramente todo había comenzado un tiempo antes, cuando un ser primitivo vio su rostro reflejado en el agua y creyó que su cara y la de aquel extraño pertenecían a universos diferentes.

 

(*) Poseemos copia en video del mismo, reconstruida a través del registro ("copyright") de cada uno de sus fotogramas existente en la Biblioteca del Congreso de los EE.UU. Este sistema de protección de derechos de autor fue utilizado en su época ya que la legislación existente no preveía el "copyright" de filmes pero sí el de fotografías. Al registrar sus películas como largas tiras de fotografías impresas en papel, sus propietarios, sin saberlo, lograron que las mismas pudieran ser perfectamente reconstruidas luego que sus negativos originales y copias de nitrato fueran destruidas por la acción del tiempo. Esos registros no solamente "conservaron" a los filmes sino que reflejaron fielmente su montaje original, con lo cual pudieron detectarse algunas modificaciones que durante años se tomaron como parte del material primigenio. Así, The Life of American Fireman (1902), de Edwin S. Porter, fue a lo largo de varias décadas objeto de estudio por sus audaces incorporaciones a la técnica del montaje. Una apreciación de este título a partir de los fotogramas existentes en la Biblioteca del Congreso lleva a constatar que el aporte de Porter existió pero con una sencillez mayor que la atribuida tradicionalmente al realizador. Esta valoración mayor de Porter se estableció a través del análisis de la copia ampliamente difundida por el MOMA de Nueva York; en realidad un re-montaje realizado alrededor de 1910 o 1912.  


* Publicado originalmente en la Revista El amante (Argentina)

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