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Amir Hamed
ISSN 1688-1672

 




GLOBALIZACIÓN - GLOBALIZACIÓN ECONÓMICA -

Entender la
globalización (económica)*

Guía del Mundo
En sucesivos informes de desarrollo humano realizados por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), se puede ver cómo la relación económica entre los países ricos y pobres se acrecienta cada día más. En las últimas dos décadas, la inequidad en el ingreso ha empeorado en 33 de los 66 países en vías de desarrollo

Una serie sin precedentes de metamorfosis económicas, sociales y culturales se sucedieron en las últimas décadas del siglo XX. Los muros y barreras entre naciones se desplomaron, mientras que la tecnología y el acceso a la información aceleraron los procesos de liberalización. Al mismo tiempo, la brecha económica entre el Norte y el Sur, ricos y pobres, continúa creciendo.



Globalización es un término que va de la mano de la palabra integración, de países, regiones, mercados, economías, costumbres, culturas, etc. Se trata de un proceso que se observa a nivel mundial. Pero existe un problema: nadie puede explicar lo que realmente quiere decir el término “globalización”.

La expansión del capitalismo nacida en las prácticas imperiales que comenzaran con las conquistas europeas de ultramar en siglo XV, relanzadas con la Revolución Industrial del siglo XIX, crearon un modelo en el que hoy día se hace especial énfasis, y que denominamos globalización. Dinámica que, desde el orden económico, estimula preferentemente una demanda más homogeneizada de los consumidores a nivel internacional y variados tipos de asociaciones, alianzas y conexiones.

Hoy en día, este proceso está acompañado también de disposiciones de orden político y cultural que conforman en el escenario mundial, una nueva definición de los papeles que cumplen los gobiernos, Estados, empresas, organizaciones no gubernamentales (ONGs), etc. en los lineamientos estratégicos de poder y en la concentración de esfuerzos por no claudicar ante la meta última y salvadora de conquistar mercados mundiales que trasciendan las economías nacionales. Esto lleva a una competencia donde lo único que importa es lograr mejor calidad de producción para alcanzar más mercados, aunque esto vaya en detrimento de los seres humanos.

La mayor articulación de las economías de mercado se cumple por varios factores: a través del crecimiento de la inversión extranjera directa, el aumento de las empresas de responsabilidad compartida (joint venture), y la integración de los mercados financieros internacionales. Gracias al mayor flujo de información (comercio electrónico), este mercado de capitales goza de una apertura que le permite operar más allá de las regulaciones nacionales. El aumento del capital de corto plazo dentro del flujo global de capital internacional genera mayores posibilidades de inestabilidad económica y social.

La decisión de abrir el mercado nacional y local, por parte de quienes definen las políticas gubernamentales, se implementa a través de políticas fiscales, presupuesto, tasa de cambio e impuestos. Históricamente, los gobiernos que sufren una escasez crítica de capital financiero se han visto en la necesidad de tomar tales medidas, debido a los condicionamientos que las instituciones financieras bilaterales y multilaterales ponen a sus préstamos.

Éstas exigen que los gobiernos tomen políticas fiscales acordes a la globalización. Pero, es obvio que si esas políticas de ajuste estructural no van acompañadas de políticas sociales apropiadas (alivio a la pobreza, cuidado de la salud, educación, etc.) excluirán a los pobres de los beneficios del crecimiento económico e incluso determinarán su mayor empobrecimiento.

El condicionamiento en el otorgamiento de créditos a la adopción de dichas políticas ha sido el principal instrumento para obligar a los países pobres a la liberalización, privatización, desregulación y retirada del Estado en las actividades socio-económicas. El condicionamiento de los créditos se ha convertido así en el principal mecanismo para la difusión mundial de paquetes de medidas macroeconómicas que cuentan con el beneplácito de los gobiernos de los países desarrollados.

Junto con la mayor apertura en el flujo de bienes y capital, se pueden ver contradicciones en las políticas nacionales de los países industrializados que promueven la globalización. Por ejemplo, las políticas de migración de muchos países, que restringen el movimiento poblacional a través de la frontera, son contrarias a la creciente liberalización del mercado de capital financiero, bienes y servicios.

La globalización y el incremento de la desigualdad

Según Martin Khor, director de la Red del Tercer Mundo, el proceso de globalización es posible gracias a opciones políticas nacionales e internacionales que han permitido una rápida liberalización financiera, comercial y de las inversiones. Si bien es cierto que los países del tercer mundo participaron de este proceso de integración, fueron los gobiernos de los países industrializados y las instituciones internacionales los que tomaron las decisiones políticas.

A su vez, Khor, en su libro La globalización desde el sur, hace hincapié en que éste es un proceso muy desigual, en el que no hay una distribución equitativa de las pérdidas y beneficios. Este desequilibrio hace que se agrande la brecha entre los pocos países y corporaciones que obtienen las ganancias del proceso y las muchas naciones y sectores sociales que resultan perdedores o quedan al margen. Esto incluye a la mayoría de los países en vías de desarrollo.

Por lo tanto, la globalización afecta de manera diferente a los países, en la medida en que sean tecnológicamente desarrollados o no. Este fenómeno se puede explicar de la siguiente manera:

* crecimiento y expansión en las naciones que lideran el proceso o que participan completamente en él.

* crecimiento moderado o fluctuante en ciertas economías que intentan incorporarse al marco de liberalización y globalización.

* marginación o deterioro en los numerosos países que no logran superar problemas acuciantes como el bajo precio de los productos básicos o el de la deuda, que no pueden resolver los conflictos acarreados por la liberalización y que no se benefician de las oportunidades de exportación.

En sucesivos informes de desarrollo humano realizados por el Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), se puede ver cómo la relación económica entre los países ricos y pobres se acrecienta cada día más. En las últimas dos décadas, la inequidad en el ingreso ha empeorado en 33 de los 66 países en vías de desarrollo tecnológico sobre los que existen datos. El ingreso promedio del 20% de las personas más ricas ha aumentado prácticamente en todas partes desde los inicios de la década de 1980, en tanto que los más pobres no han mejorado su situación de ningún modo. Los ingresos de la clase media de los países en desarrollo también se derrumbaron. Cada vez más, y en todas las regiones, más países en desarrollo se ven afectados.

Algunos aspectos de la desigualdad creciente son particularmente preocupantes. Primero, la progresiva concentración del ingreso nacional en manos de unos pocos no se ha traducido en un aumento de las inversiones ni en un crecimiento más veloz. En segundo término, los factores que provocan las disparidades en el mundo globalizado son también los que desestimulan la inversión y dificultan el crecimiento a nivel mundial.

Kofi Annan, secretario general de Naciones Unidas, señaló que la transferencia negativa de recursos a los países en vías de desarrollo (un eufemismo de la contabilidad para describir el éxodo del dinero de los países pobres hacia los desarrollados) es una constante desde 1997. Las causas incluyen la caída en los precios de materias primas, la no-reinversión de las ganancias, el éxodo de capitales, la corrupción y la deuda externa. Las condiciones políticas atadas a los préstamos y paquetes de renegociación son un obstáculo para la recuperación de varios países y, a su vez, conducen a un deterioro de los servicios sociales. El desarrollo tecnológico, particularmente los servicios de información y las comunicaciones, solamente ensancha la brecha existente entre las economías desarrolladas y las subdesarrolladas. Por ende, la velocidad de la liberalización causa más daños que beneficios, en parte, debido a la carencia de capacidad y preparación de los países en desarrollo.

Las debilidades de los países en desarrollo se deben, en parte, a que carecen de fuerza en las negociaciones internacionales. El endeudamiento y su dependencia de los donantes y de los créditos otorgados por organismos multilaterales llegaron a una pérdida de la capacidad de negociación, incluso en cuanto a las condiciones de los créditos.

Los países industrializados están bien emplazados para decidir la agenda de la globalización; tienen buena organización interna, departamentos con personal capacitado para ocuparse del comercio y de las finanzas internacionales, académicos que participan y debaten sobre el tema, y grupos de expertos que ayudan a la hora de obtener información e implementar políticas y estrategias. En cambio, los países poco industrializados carecen de una buena organización interna; también de personal especializado, sobre todo debido a la rapidez con que se desarrollan la globalización y las negociaciones respectivas.

 

*Publicado en la Guía del Mundo

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