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BORGES, JOSÉ LUIS, - HAWTHORNE, NATHANIEL, - FOUCAULT, MICHEL - HABERMAS, JURGEN - DERRIDA, JACQUES - DISCURSO - TRANSDISCURSIVIDAD - LITERATURA - ESCRITURA - LECTURA - DIFFERANCE -


La compleja relación entre identidad y la alteridad en Borges y en Hawthorne (II)

Víctor M. Silva Echeto y José Gutierrez

Para llegar a la noción de transdiscursividad es conveniente recordar la importancia que le otorga Michel Foucault al discurso en su planteamiento arqueológico. En la noción de discurso de Foucault se habilita la noción de formación discursiva como principio de partición y de repartición de los enunciados. Un discurso es un conjunto de enunciados y depende de la misma formación discursiva


3. Metodología y marco teórico: fundamentación teórica del análisis transdiscursivo

Es pertinente estudiar a estos autores desde una perspectiva transdiscursiva, ampliando la noción de transtextualidad de Gerard Genette. La transtextualidad o transcendencia textual del texto es, según Genette, "todo lo que pone al texto en relación manifiesta o secreta con otros textos". Esta definición se encorseta en lo textual, sin embargo el "discurso" libera al lenguaje y lo des-estructura. En este marco es conveniente destacar que discurso viene de 'discursus', que en latín proviene del verbo 'discurrere', que significa correr de aquí y allá. Ese 'correr' y discurrir rompe las cadenas que 'encarcelan' al texto en unidades homogéneas e inmediatas (como por ejemplo el libro); lo intenta liberar, 'desamordazarlo' y permitirle salir al discurso que se encontraba mudo. Lo manifiesto se mezcla con lo que estaba oculto.

Foucault recuerda: "desde que fueron excluidos los juegos y el comercio de los sofistas, desde que se ha amordazado, con mayor o menor seguridad, sus paradojas, parece que el pensamiento occidental haya velado por qué en el discurso haya el menor espacio posible entre el pensamiento y el habla; parece que haya velado por qué el discurrir aparezca únicamente como un aporte entre el pensamiento y el habla". (Michel Foucault; 1999: 47).

El 'discurso' y sus paralelismos conceptuales como las visiones extendidas del texto en el sentido de Vázquez Medel o escritura en el caso de Jacques Derrida, liberalizan y permiten pensar la discontinuidad junto con sus diferentes conceptos (umbral, ruptura, mutación, corte, transformación). Siguiendo a Foucault: "Los discursos deben ser tratados como prácticas discontinuas que se cruzan a veces, se yuxtaponen, pero que también se ignoran o se excluyen". Como señala Manuel Ángel Vázquez Medel: "más que los textos, por más dinámicamente que los consideremos, es la actividad discursiva la que produce semiosis".

Para llegar a la noción de transdiscursividad es conveniente recordar la importancia que le otorga Michel Foucault al discurso en su planteamiento arqueológico
(12). En la noción de discurso de Foucault se habilita la noción de formación discursiva como principio de partición y de repartición de los enunciados. Un discurso es un conjunto de enunciados y depende de la misma formación discursiva; lo constituyen un número limitado de enunciados, los cuales necesitan un conjunto de "condiciones de existencia" o de posibilidades. La apertura que le da el autor francés implica que al discurso se le añadan las rarezas, la exterioridad y la acumulación, porque no son totalidades cerradas sino que están llenas de lagunas y recortes y se dispersan en una exterioridad.
El discurso en Foucault
(13) habilita la discontinuidad y sus diferentes conceptos. Como diría Lévi-Strauss: "nunca aprehender más que el discontinuo" o junto con Foucault pensar en la inversión de la discontinuidad y sus cambios de signo negativo a positivo. De esta forma, Foucault trabajó, entre otros, el discurso clínico, el discurso de la historia de las ideas en Occidente y el discurso psiquiátrico.

Habermas llamaba discurso a aquellas "razones que fundamos con pretensiones de validez". Como interpreta Manfred Frank, la definición de Habermas nos aproxima al empleo que hace Foucault del término, ante todo en el sentido de que el discurso es reacio a reglamentaciones rígidas, aunque se sitúa a mitad de camino entre un sistema lingüístico con normas y una utilización puramente individual del lenguaje
(Manfred Frank,1990: 112). Ya Lévi-Strauss se había referido al discurso como portador de un programa teórico concreto, lo abría al considerar que el mito procede del discurso. Consideraba que eran susceptibles de estar comprendidos dentro del concepto de lengua aunque se conformaban como hechos de la palabra.

En este recorrido 'no lineal' y '
rizomático' poblado de senderos, se puede realizar otro ingreso, considerando la noción extendida de escritura de Jacques Derrida, porque se vincula por vecindad con las conceptualizaciones 'transdiscursivas' que se vienen planteando. La escritura, siguiendo a Geoffrey Bennignton, designa con propiedad el funcionamiento de la lengua en general. Así como se vincula con la repetición, la ausencia, el riesgo de pérdida y obviamente con la muerte, ha querido decir siempre significante, que remite a otro significante y, para Derrida, todo significante remite sólo a otros significantes.
La noción de discurso es importante en el marco del análisis comparatista porque consigue acotar su libertad de interpretación característica.

Como afirma Vázquez Medel, en el marco de su teoría extendida del texto, "éste se constituye en una retícula de encrucijadas, y es captado y significa, no por su inminencia, sino precisamente por todo aquello que le transciende: desde el código verbal, audiovisual, en que queda cristalizado hasta las determinaciones genéricas que nos permiten adoptar, en relación con él, unas determinadas actitudes y unas concretas expectativas" (Vázquez Medel; 1998: 3). Pero todavía realizamos otra extensión de la noción de 'discursividad' ampliándola a la de "transdiscursividad" que, como señala Vázquez Medel, "no remite a un hecho aislado o que afecte en exclusiva a la relación entre algunos textos y discursos". Es decir "no se trata de que, por ejemplo, descubrimos en unos textos sí y en otros no la huella de otros textos que los hacen posibles o inteligibles. Por el contrario, todo texto, por su propia naturaleza está abierto y remite a otros textos: unos previstos desde la productividad emisora, y otros postulados por esa reproductividad receptora sin la cual el texto no existe como contenido de conciencia (...). Una lectura será tanto más co-rrecta (...) cuando los discursos a que apela un discurso concreto en dicho lector más se aproximan a la interacción o transcendencia discursiva del discurso que produjo el autor. Por ello, es tan cierto que las palabras significan lo que les hacemos significar, cuando que este hacer-significar no es totalmente arbitrario, sino que está co-rregido por el texto, que de ser muy desplazado de su intentio, daría lugar a una lectura in-correcta, por más enriquecedora que sea" (Ibídem).

En este marco adquiere validez comparar a Borges y Hawthorne no sólo a partir de sus textos sino también a partir de la búsqueda de 'huellas', que nos lleva a realizar un análisis socio-histórico. De esta forma encontramos a Hawthorne escribiendo una ficción pero integrando, como antes señalábamos, aspectos de su vida disfrazados. Asimismo, el interés de Borges por Hawthorne, en otro punto de partida se puede rastrear en su primera juventud, cuando se convierte en el primer intelectual rioplatense que no sólo mira a Francia y España (actitud que tenían la mayoría de los escritores latinoamericanos), sino también al Reino Unido, Estados Unidos y Alemania. Como el propio Borges lo recuerda: "he traducido a Kafka, a Melville y a Bloy", a los que podría agregarle William Faulkner.

Por sólo mencionar algunos datos sobre la vinculación de
Borges con la cultura anglonorteamericana: lee en inglés antes que en español por influencia de su abuela materna Fanny Haslam; a los siete años escribe en inglés un resumen de la mitología griega y un año después el cuento "La víscera fatal", inspirado en un capítulo de El Quijote; a los nueve traduce al español El príncipe feliz de Oscar Wilde. Esta búsqueda de huellas adquiere importancia, y siguiendo a Derrida, es uno de los ejes centrales de la escritura en el sentido que le otorga el filósofo francés. Escritura como 'diffèrance' pero también como diferencia y como postergación (relacionada con el verbo diffèrer).

Aunque la 'diffèrance' no tenga una traducción lineal al español y sólo se distinga en la
escritura, porque paradójicamente en el habla no se observan sus diferencias. La postergación ('diffèrer') es también la de la escritura, la que se 'consuma' en un acto posterior al habla. Pero 'el otro' también se diferencia ('diffèrance') de 'el mismo', otra vinculación de vecindad con la 'diffèrance' derridiana. Las 'huellas' también implican una ausencia, un 'otro' que no se encuentra presente, pero que fue 'presencia' en alguna parte y en algún tiempo, que estuvo 'emplazado'. Una alteridad que en su momento, en su 'aquí' y 'ahora', es decir en su tiempo y espacio, puede haber mantenido sus 'identidades'.
La 'huella' tampoco podría concebirse como 'ser', si 'ser' implica una presencia en alguna parte, solamente que esa 'presencia' se encuentre en algún no-lugar
(como, por ejemplo, un cuento fantástico). La noción de huella también se encuentra integrada en la de palimpsesto o transtextualidad de Gerard Genette.

Hay diversos argumentos para realizar un análisis comparativo entre Borges y Hawthorne en el marco de la transdiscursividad. El primero ya lo hemos mencionado, es el interés mostrado por Borges en la obra de Hawthorne y concretamente en el relato "Wakefield". Asimismo, Borges fue uno de los primeros escritores de América Latina que aprovechará la falta de una escritura nacional para referirse a la escritura de habla inglesa. Hawthorne, por su parte, se puede considerar uno de los iniciadores de la Literatura Norteamericana, como lo establece el propio Borges y Henry James
(escritor que admiraba a Hawthorne). Por otro lado, es pertinente acotar que así como Borges en sus inicios se dedicó a una literatura que podría definirse como gauchesca, la universalidad está presente en la mayoría de sus escritos.

Siguiendo a Claudio Guillén, podría señalarse que tanto Borges como Hawthorne, supieron captar la tensión entre lo local y lo universal, es decir, 'glocalizaron' sus discursos. Borges, a diferencia de algunos coterráneos no cayó en localismos, como plantea Guillén. Esta universalidad Adolfo
Bioy Casares la intenta explicar haciendo un análisis diacrónico.

Bioy: "(...) estamos en la periferia de los grandes bosques y de la arqueología de América. Creo, sin vanagloria, que podemos decepcionarnos de nuestro folklore (...) Nuestra mejor tradición es un país futuro (...) Podemos ser ecuánimes y lógicos: un pasado breve no permite una gran acumulación de errores que después haya que defender. Podemos prescindir de cierto provincialismo de que adolecen algunos europeos. Es natural que para una francés la Literatura sea la Literatura francesa. Para un argentino que su Literatura sea la buena Literatura del mundo".

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Notas:

(12) Para ampliar el estudio foucaultiano ver, entre otras obras, La arqueología del saber (siglo XXI: 1996), donde examina los problemas de método que plantea tal arqueología, que había iniciado en las obras precedentes: La historia de la locura, El nacimiento de la clínica y Las palabras y las cosas y la posterior Historia de la sexualidad (en tres partes: La voluntad de saber, el uso de los placeres y la inquietud de si). Asimismo ver El orden del discurso (lección inaugural del Collège de France, cuando se hizo cargo de la cátedra de historia de los sistemas de pensamiento al suceder a Jean Hyppolite).

(13) Discrepamos con Bourdieu cuando afirma que Michel Foucault "se niega a buscar fuera del orden del discurso el principio de la elucidación de cada uno de los discursos que se insertan en él", porque precisamente Michel Foucault extiende la noción de 'discurso' más allá de los límites del texto, del libro y de la obra, sin embargo Bourdieu lo quiere llevar al terreno de las "unidades" que se "imponen de manera más inmediata". Bourdieu confunde en Foucault la noción de discurso con la de texto. Es cierto que Foucault en sus primeros planteos arqueológicos limita la noción de discurso, pero posteriormente (en El orden del discurso se puede observar con claridad) la extiende, considerando además, las relaciones entre el saber y el origen del poder, incluyendo, por ejemplo, los procedimientos de exclusión ("lo prohibido (...) la separación y el rechazo (...) y la voluntad de verdad") y las vinculaciones entre los discursos manifiestos y los ocultos.

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