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ISSN 1688-1672

 



FUERA DE GÉNERO. CRIATURAS DE LA INVENCIÓN ERÓTICA  - DELEUZE, GILLES - FOUCAULT, MICHEL AMOR - DESEO - DEVENIRES - SIMULACRO - IDENTIDAD -

Fuera de género. Criaturas de la invención erótica (IV)*

Roberto Echavarren

Ese compuesto, individual o grupal, es un cuerpo educado, disciplinado, según grandes segmentos del comportamiento; relativos a la familia y a la profesión, al ritmo alterno de vacaciones y trabajo, al orden sucesivo de ciertas etapas de la vida: primero hogar, luego escuela, luego ejército, fábrica, jubilación. El paso de uno a otro de estos segmentos implica cortes más o menos drásticos, responsabilidades diversas

Las líneas del deseo


El poder y la verdad son los problemas que Foucault investiga. En vez de concentrarse exclusivamente en el aparato de estado, atiende al funcionamiento micropolítico de las relaciones entre grupos y entre individuos.

Recupera el cuidado de sí en virtud de un acrecimiento del poder de vida, del que se desprende, a modo de consecuencia, la manera del trato hacia los otros. Es una ética de! arbitrio, ejercitada de hecho, a través de ciertas técnicas, que son los medios de mantenerse en control de la propia vida, o de transformarla en obra de arte.

Foucault no habla de sujeto humano, sino de relaciones de fuerzas. No de identidades, sino de técnicas de transformación de sí y de la higiene del cuerpo y la mente.

La estrategia de Deleuze equivale, en tanto evita referirse a un sujeto humano, evita presuponer originario lo que no es sino efecto de subjetivación. Plantea la vida de grupos o individuos o singularidades entre alternativas de sujeción y de flujo, según una dinámica cartográfica que incluye varios tipos de líneas que son gradientes de experiencias, actividades y comportamientos.
Describe líneas (o trayectos) que pueden tener una mayor o menor fijeza o movilidad.

Ese compuesto, individual o grupal, es un cuerpo educado, disciplinado, según grandes segmentos del comportamiento; relativos a la familia y a la profesión, al ritmo alterno de vacaciones y trabajo, al orden sucesivo de ciertas etapas de la vida: primero hogar, luego escuela, luego ejército, fábrica, jubilación. El paso de uno a otro de estos segmentos implica cortes más o menos drásticos, responsabilidades diversas: "ya no eres un niño, ya no eres un estudiante", etc.

No es posible, así como así, librarse de estas líneas segmentadas. No es posible retirarse; hay que negociar con ellas. No siempre es sano o bueno para alguien romper con estas maneras de proceder y de integrarse. Al mismo tiempo hay líneas más elásticas. Son todas aquellas que no coinciden con la temporalidad de los segmentos mayores: flujos microscópicos, microdevenires, pequeñas grietas de los segmentos más densos o menos móviles: "problemas familiares, reajustes, recuerdos dolorosos; nuestros cambios están sucediendo en otra parte, en otra individuación" que la de los grandes segmentos. Son instancias de crisis (en la infancia, en la adolescencia, en la madurez), "repulsiones que no coinciden con los segmentos".
(19) O bien resulta imposible, en un momento dado, seguir aguantando un determinado estado de cosas, porque "la distribución del deseo en nosotros ha cambiado", deja de coincidir con el término previsto de la línea segmentada. Ese desajuste quizá implique "una adecuada evaluación emocional o política", y será un alivio descartar, en alguna instancia, una situación o relación que frenaba el crecimiento de nuestras vidas. Pero la grieta puede implicar, por otro lado, una claudicación, un fallo (alguien se enferma o imposibilita).

Existe, o puede existir, un tercer tipo de línea, desprendida de las otras dos, si es que alguna vez lo hace: "tal vez hay gente que no tenga esta línea". Puede no desprenderse de las otras, aunque puede también, según los casos, transformarse en línea primaria, y las otras se desprenden de ella: si una vida está dedicada a esta tercera línea, a una dinámica creadora, o bien destructora; es la línea que viene a ponerse en juego en la improvisación, en la danza, el arte o la escritura.

La mejor aclaración de ella la encuentra Deleuze en Heinrich von Kleist:

"La línea que debe describir el centro de gravedad es por cierto muy simple, y se cree que sea recta en la mayor parte de los casos... pero desde otro punto de vista esta línea posee algo extraordinariamente misterioso, porque no es otra cosa que el camino del bailarín."
(20)

Este centro de gravedad es una línea simple, como simple puede ser la decisión de cuidar de sí. Simple, en este sentido, es el juicio ético. Una decisión que se mantiene. Una voluntad o deseo libre alimenta este arbitrio. Pero la misma línea, considerada ya no desde la perspectiva de la perseverancia en la decisión, sino de la trayectoria efectiva que tal decisión hace posible, traza meandros, paso del bailarín, coreografía: puede resultar de complicación notable. Pasamos, del juicio ético, al juicio estético: dos maneras de considerar la misma línea del arbitrio, "aún más extraña, como si algo nos llevara a través de nuestros segmentos, pero también a través de umbrales, hacia un destino desconocido, ni previsible ni preexistente... Es la línea de la gravedad o la celeridad, la línea de la huida con un gradiente más alto."
(21)

Línea de improvisación, no evita peligros ni asegura una vida feliz. Si hay salud para algunos en el arranque, el acelere puede descomponer, desquiciar.

"Los tres tipos de línea son inmanentes, implicados uno en los otros."
(22)

Deleuze se dedica al estudio de estas líneas, tanto en los grupos como en los individuos. Y también en el cine, en la literatura, que "define la vida como un proceso de demolición; el texto es desértico, aunque no menos ejemplar por eso mismo, e inspira amor frase a frase."
(23)

El texto es desértico, porque desterritorializa, avanza en lo desconocido, privado de todo. Sin embargo a este proceso lo inviste el afecto. El afecto no preexiste a su medio, sino es segregado por el desierto, un amor no dicho pero implícito, impersonal, presente; un aura, un trasfondo. Hemos de vivir a contrapelo, resistiendo aquello que se compone mal, o no se compone, con nosotros. Pero lo positivo es el deseo: no se puede vivir sin un deseo investido en alguna parte, en las líneas segmentadas, en las rajaduras, o bien en la tercera línea, que orienta nuestros devenires (devenir mujer, devenir animal, devenir planta, devenir molecular, devenir imperceptible), cuya real intensidad no obtiene resultados reales. Si experimentamos un devenir pato, será un pato incompleto, sólo llegamos a abrirle el pico: porque este pato nada en tierra, vuela bajo agua; tiene color rojo. No se trata de identificaciones, sino de simbiosis o de ensamblaje. Algo del pato, una relación de intensidad, es experimentada, es vista, no por el pato, sino por quien deviene pato inacabado. El animal es una potencia de desterritorialización. no una forma de existencia dada.

Devenir negro. Devenir Prince, devenir su delicadeza para fluir mercurial; simbiosis, ensamblaje, instrumento para leer el lomo de la hora, habitar un espacio, compartir el terreno de un encuentro. La convivencia segrega no piedad ni parecido, sino empatía, flechazo intenso de sufrimiento o de prestancia. El afuera inmanente, un estremecimiento íntimo.

Libres de ilusiones con respecto a nosotros mismos, quedamos sobre la línea más libre, deviniendo, inacabados, una u otra cosa, según pautas exponenciales, capacidades rítmicas, melopeas percutidas, que nos otorgan algo "invulnerable": la certeza momentánea de realizar la libertad y lograr la alegría a través del uso de nuestros poderes.

Siguiendo un espectro de devenires, "nos hemos vuelto clandestinos, imperceptibles".

En el conjunto de los tres tipos de línea inhiere el deseo; se conjugan "arreglos de deseo". Puede tratarse de un deseo de oprimir o de ser oprimido. O de algo diferente: la evacuación de las pasiones tristes.

"Estas líneas constituyen el campo social, trazando sus formas y sus fronteras, su estado de devenir."
(24)

Al defender su terminología, Deleuze argumenta: ''Lo que es interesante acerca de conceptos como 'deseo', 'máquina', o 'arreglo' es que son valiosos sólo como variables, y en tanto permitan un número máximo de variables. Estamos en contra de conceptos groseros como La ley, El señor, El rebelde."
(25)


El simulacro


Según la episteme de Platón, los conceptos, en tanto modelos perfectos, son las ideas, mientras la empiria nos representa copias, o aproximaciones, de esos conceptos absolutos, o ideas. El modelo funda la validación de las copias, un criterio para jerarquizar las cosas, las personas, las acciones, los caracteres. Las ideas son varas para medir que sostienen al mundo en su tendencia hacia lo excelente.

Deleuze, desde una perspectiva que es propia de Spinoza, Bergson y Nietzsche, busca encontrar en Platón el punto de inflexión donde su teoría de las ideas encuentra su límite. Pero no se trata para él apenas de superar la diferencia esencia-apariencia, superación que ya llevó a cabo Kant.

Intenta mostrar además la motivación del dualismo platónico (entre original y copia). El mito fundador del original provee un modelo (por ejemplo el rey como pastor en El político) del cual hay copias legítimas que participan de su carácter. Las copias falsas son aquellas que no aciertan a participar, auténtica o internamente, del modelo provisto por el mito fundador. El modelo, la idea, intemporal y perfecta, es el criterio para juzgar las copias que encontramos en el ámbito empírico. El modelo provee un criterio, la posibilidad de distinguir entre copia buena y copia mala, vale decir, una simulación o simulacro. Una idea es un modelo fundador que sirve de medida para distinguir la calidad de las copias, su grado de participación en el original. Cuando Platón deja de invocar un mito que le sirve de fundamento, caso de su diálogo El sofista, cae en el abismo, en el caos, de las diferencias indiscernibles.

Deleuze se propone revertir el platonismo, prescindir de su criterio fundador de la ética. Y encontrar otro criterio inmanente a la experiencia, inmanente al devenir. Este criterio lo encornará en Spinoza, a quien me referiré más tarde. Por lo pronto:

"Revertir el platonismo significa: hacer subir los simulacros, afirmar sus derechos entre los iconos y las copias. El problema ya no concierne la distinción Esencia-apariencia o Modelo-copia... El simulacro no es una copia degradada; detenta un poder positivo, que niega el original y la copia, el modelo y la reproducción."
(26)

Con respecto al simulacro no puede hablarse de original o de copia. "Ningún modelo resiste al vértigo del simulacro... no hay jerarquía posible... El simulacro está construido sobre series distintas que hace resonar... Lo mismo y lo aparente no tienen otra esencia que ser simulados, es decir de expresar el funcionamiento del simulacro".(27) No identitario, no esencial: no hay modelo, sino coexistencia de simultaneidades en un acontecimiento. El simulacro "vuelve imposible el orden y las participaciones, la fijeza y la distribución, la determinación y la jerarquía." No es fundamento: "Asegura un hundimiento universal, como acontecimiento positivo y alegre." Por tanto: el simulacro es una "máquina dionisíaca".(28)

El descubrimiento de la droga, un desacomodo de la mirada y del afecto, revela la calidad de simulacro de lo que llega a nuestros ojos, exhibe un juego de fosfenos en abismo donde nada es final. Donde nada se totaliza.

Deleuze cita a Nietzsche: "Tras cada caverna se abre otra, más profunda todavía, y por debajo de cada superficie un mundo subterráneo más vasto, más extraño, más rico, y bajo todos los fondos, bajo todas las fundaciones, un trasfondo más profundo todavía."
(29)

Los simulacros se modifican a cada tirada de los dados: configuran cada vez un acontecimiento, no hay límite a sus variantes, golpe a golpe, pulso a pulso, en series divergentes.
"La simulación designa el poder de producir un efecto... Tras la máscara, otra máscara... Lo que vuelve son las series divergentes en tanto divergentes, es decir cada una en tanto que desplaza su diferencia con las otras, y todas en tanto ellas complican su diferencia en el caos sin comienzo ni fin."
(30)

La gradación serial de las máscaras permite comparar secuencias y hacer resonar constelaciones y linajes, lo compartido, lo que aproxima, autores-obras, climas, motivos, en líneas de relacionamiento a través de conjunciones disyuntivas. El contexto inagotable se complica hasta que el parentesco deviene más remoto, conjetural, o ya no afecta.

"Lo ficticio y el simulacro no son la misma cosa. De hecho se oponen. Lo ficticio es siempre la copia de una copia, que debe ser empujada hasta el punto en que cambia de naturaleza y se convierte en simulacro (momento del arte pop)."
(31)

Según la lectura que hace Deleuze, el libro De la naturaleza de las cosas, de Lucrecio, no acepta "ni identidad ni contradicción, sino parecidos y diferencias, composiciones y descomposiciones, 'conexiones, densidades, choques, reencuentros, movimientos gracias a los cuales se forma toda cosa'... Coordinaciones y disyunciones, tal es la naturaleza de las cosas".
(32)

El simulacro crea su espacio en la dimensión del tiempo: captamos alrededor una cantidad tan grande de simulacros como momentos diferentes podemos percibir en el tiempo. La aparente estabilidad de la imagen está hecha "de la sucesión muy rápida, de la sumación de muchos simulacros" que la confirman, a la vez que difieren de un modo infinitesimal.

"Es que, de todas maneras, los simulacros están en todas partes; no cesamos de bañarnos en ellos, de ser asediados por ellos como por las olas." El deseo discierne entre todos estos "fantasmas sutiles que nos bañan, aquellos que le convienen mejor", y de tal modo selecciona, crea series emparentadas, imanta dentro de la diferencia. Su vibración, vacilación, revierte la índole del contenido: "La mujer que creíamos tener en nuestros brazos aparece de pronto transformada en hombre"
(Lucrecio). Nada más tornadizo que las figuraciones eróticas, nada más móvil, en su neutralidad singular. No hay una realidad consistente del simulacro. Afirma no el uno, ni la totalidad, sino las multiplicidades. Deleuze hablará, pues, de un plan de consistencia de las multiplicidades, aunque ese plan sea de dimensiones crecientes según el número de conexiones que se establecen en él, acontecimientos vividos, determinaciones históricas, conceptos pensados, individuos, grupos y formaciones sociales. Afirma lo diverso en tanto diverso: ésa es la alegría del devenir.

El simulacro borra el modelo, su intangible fidelidad a sí mismo, desmonta la identidad y también la contradicción, función de esa identidad.

Al promover el simulacro, las alternativas antes sofocadas aparecen codo a codo con las formas predominantes, en un continuo sin jerarquías. No sólo devenimos mujer, devenimos animal, planta, sino también conflagración de átomos que se componen unos con otros o se descomponen. Se trata de un devenir inacabado: "Más que adquirir unos caracteres formales, entra en una zona de vecindad... entre los sexos, los géneros, o los reinos, algo pasa."
(33)' Se trata de encontrar "caminos indirectos femeninos, animales, moleculares". Descubre "bajo las personas aparentes la potencia de un impersonal... una singularidad en su expresión más elevada".(34)

La experiencia de un desdoblamiento perpetuo tiene consecuencias en la sintaxis: ocurre un salto de la primera a la tercera persona gramatical, del yo al neutro. El simulacro nos arrastra en un proceso demasiado poderoso que rebasa y desmantela cualquier identidad fija. "Soy un animal, un negro de raza inferior desde siempre". Ya no es un estado familiar, "sino el proceso o la deriva de las razas".
(35)

Un muchacho negro en un colegio universitario de Chattanouga (USA) resiente el machismo de su fraternity y se pasa a bailar en el equipo de las majorettes o cheerleaders, provocando un escándalo local. La máquina binaria lo interpretaría como una mezcla de hombre y mujer, un travestí. Pero este muchacho negro ha avanzado hacia el neutro. No se trasviste. Descubre tras las identidades aparentes "la potencia de un impersonal que en modo alguno es una generalidad, sino una singularidad."
(36)


Ética y moral



Foucault investiga la ética sexual entre los griegos; encuentra el cuidado de si como el motor, que condiciona la conducta de cierta élite, en vistas a controlarse, a dominarse a sí misma -lograr la mejor técnica de higiene para asegurar su calidad de vida, y/o para a su vez poder gobernar a otros, o bien para realizar la propia vida en tanto obra de arte-. La ética del cuidado de sí elabora técnicas para alcanzar sus fines.

De acuerdo a una transición gradual a partir de los estoicos tardíos, el ideal del cuidado de sí se transforma en un ideal cristiano de renunciamiento. El cristiano emula la austeridad estoica, pero las recomendaciones o consejos de los estoicos se vuelven obligaciones de la nueva moral teocrática imperial. Las técnicas del cuidado de sí son sustituidas por técnicas de ascesis cristiana. Y sirven a un propósito inverso: en vez del cuidado de sí, la renuncia de sí, renuncia de los placeres, en virtud de un propósito más alto de acuerdo con el dogma: prepararse, según supuestos mandatos de la deidad, para otra vida futura. Pero la deidad o deidades y la vida futura preocupaban muy poco a los griegos antiguos. Otros eran los propósitos de las técnicas de autodominio.

El pliegue sobre sí, que implica el cuidado, lo descubre Deleuze en el barroco, en los pliegues del manto de Santa Teresa en éxtasis, de Bernini: pliegues sobre pliegues, un modo de hacer resistencia a la exigencia dogmática, a la transparencia del renunciamiento. A través del éxtasis se logra un goce de sí. En la fibra, el entramado de pliegues sensibles, el cuerpo en éxtasis resiste ambiguo a la renuncia. Por eso, para las jerarquías eclesiales, la experiencia extática se vuelve sospechosa de cargas libidinales demoníacas.

Ahora bien, ¿cuál es la distinción entre ética y moral?
Si el individuo se da sus propias reglas, legisla su conducta, es causa de sí, resulta legislador y súbdito, realiza su propio imperativo, deseo, fuerza, virtud en acto, poder. Aquí hablamos de ética.

Si no es legislador, hablamos de una exterioridad introyectada: en la medida en que acepta la presión de las convenciones, conveniencias, reglamento, opinión, policía, instituciones disciplinarias, segmentos de conducta considerados obligatorios por el sentir general o el derecho positivo. Moral son las normas de conducta de un grupo, una actitud común producida por dispositivos de subjetividad: efecto de regímenes de poder/saber.

Si la ética y la moral se contentasen con interpretar diferentemente los mismos preceptos, su distinción sería sólo teórica.
Pero no es nada de eso.

Más que asegurar la felicidad, la disposición ética atiende, cuida, fomenta, la alegría de ejercer un poder; es sólo ejercicio, es sólo su devenir.

La tristeza es índice de una merma de acción o de juego libre. Deleuze ve en la ética de Spinoza una estrategia para alejar las pasiones tristes por virtud de la libertad. Spinoza distingue varios tipos de individuos que necesitan las pasiones tristes para llevar a cabo su estrategia de opresión: el que sufre las pasiones tristes, el que explota las pasiones tristes porque las necesita para asentar su poder, y por último, el que se entristece por la condición humana y las pasiones del hombre en general ("puede burlarse tanto como indignarse, esa burla misma es una risa mala"). Estos tres individuos son para Spinoza el esclavo, el tirano y el sacerdote.

"Nunca, desde Epicuro a Lucrecio, se mostró mejor el profundo e implícito vínculo existente entre los tiranos y los esclavos... Lo que de cualquier modo les une es el odio a la vida, el resentimiento contra la vida...

"Lo que envenena la vida es el odio, incluido el odio vuelto contra uno mismo, la culpa...

"Spinoza sigue paso a paso el terrible encadenamiento de las pasiones tristes: en primer lugar la propia tristeza, luego el odio, la aversión, la mofa, el temor, la desesperación..., la piedad, la indignación, la envidia, la humildad, el arrepentimiento, la abyección, la vergüenza, el pesar, la cólera, la venganza, la crueldad... Su análisis llega tan lejos, que hasta en la esperanza y en la seguridad encuentra ese grano de tristeza que basta para convertirlas en sentimientos de esclavos. La verdadera civitas propone a los ciudadanos el amor a la libertad más bien que la esperanza de las recompensas o incluso la seguridad de los bienes.
"
(37)

Spinoza le brinda a Deleuze una alternativa para sentar una ética, basada no en las ideas platónicas, en el concepto de la excelencia de un original eterno, sino en un ser que se despliega en el tiempo, sin establecer jerarquías entre su naturaleza, porque consiste en una sustancia única, que pliega y repliega sus atributos, se singulariza; es un poder en acto.

La única prueba de que somos libres, escribe Deleuze a propósito de la Crítica de la razón práctica de Kant, es asumir el imperativo categórico, y ese imperativo se asume en un acto libre con un contenido concreto, diferente en cada caso, según las circunstancias productivas de un cuerpo/mente.

¿Cuáles son las prácticas -o en un sentido restricto, técnicas- convenientes para la alegría?

El imperativo ético carece de contenido general, sólo se llena con determinaciones caso por caso. Es un ejercicio, un acontecimiento. ¿De acuerdo a qué criterio? Ser causa de sí es motivo de alegría. En tanto la sustancia unívoca se singulariza en múltiples instancias, la vocación a la alegría es universal; se sigue el universal respeto a la esfera de autodeterminación de las criaturas.

Componibles o no componibles, los individuos/acontecimientos, no totalizables (tampoco es divisible por el número la sustancia única), son guiados por la ignorancia, por el azar. Un deseo causa de sí a través de sus líneas de afirmación, se aparta de sí para seguir líneas divergentes, curiosa aventura un devenir singular, actos de poder de la sustancia.

(sigue)

 

Notas:
 

(19) Deleuze. On the line. ed. cit.  p. 70.

(20) Deleuze, ibid.. ed. cít.. p. 71. de Heinrich von Kleist cita "Sobre el teatro de marionetas".

(21) Deleuze. ibid. p. 71.

(22) Deleuze, ibid.. p. 72..

(23) Deleuze. ibid.. p. 72..

(24) Deleuze. ibid.. p. 91..

(25) Deleuze. ibid.. p. 108..

(26) Deleuze. Logique du sens. París, Minuit, 1018, 1969. p. 357.

(27)  Deleuze. ibid.. p. 357..

(28)  Deleuze. ibid.. p. 357..

(29) Nietzsche, Más allá del bien y del mal. numeral 289.

(30)  Deleuze. Logique du sens. ed. cit.,. p. 357.

(31)  Deleuze. ibid.. p. 361..

(32)  Deleuze. ibid.. p. 363.. Lucrecio, De la naturaleza de las cosas, libro I, versos 633, 634.

(33) Deleuze, Crítica y Clínica ed.cit.,p. 12.

(34)  Deleuze. ibid.. p. 13..

(35) Deleuze. ibid.. p. 15..

(36) Deleuze. ibid.. p. 13..

(37) Deleuze. Spinoza, Kant, Nietzsche, Barcelona. Labor. 1974, pp. 33. 34,35
 

*Extractos del libro de ensayo de Roberto Echavarren, Fuera de género. Criaturas de la invención erótica (Editorial Losada Bs As, 2007).

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